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Reseña: Coronel Lágrimas (2015) de Carlos Fonseca

Coronel Lágrimas: un delirio teórico y ficcional[1]

Por Lenin Pantoja Torres

¿Qué sucede cuando miramos la vida desde la miseria de la cotidianidad? ¿Acaso el impacto de los grandes hechos históricos influye más en nuestras vidas que nuestros problemas privados? Una historia que acepte la relevancia de lo privado sobre lo público es arriesgada, pues tiende a soslayar la frivolidad. Sin embargo, si se procesa la relevancia de los grandes momentos de la humanidad a través de las miserias individuales de un sujeto, entonces el resultado es una historia que pretende particularizar lo colectivo y unificar lo diverso. En este caso, se trata de un movimiento estético y una decisión teórica a partir de concretar una pulsión creativa motivada por un “delirio ficcional”. A esto nos enfrentamos cuando leemos Coronel Lágrimas (Anagrama, 2015), la primera novela de Carlos Fonseca (San José, Costa Rica, 1987), un texto complejo por la conjugación de múltiples elementos disímiles a primera vista, pero armoniosos si logramos aprehender la idea de novela que se construye a lo largo de sus páginas. Se trata de un ensamblaje literario que hay que leer por la provocadora conjugación que establece entre una vida pasional, las múltiples historias particulares, los elevados hechos históricos y la inquietante presentación de teorías sobre la vida.

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Coronel Lágrimas es una novela digresiva por la aparición constante, alternada y caótica de historias. Además, posee un estilo barroco, ya que las acciones son confusas e inacabadas, casi como pequeñas tramas que abren senderos que nunca sabemos exactamente hacia dónde van. La novela narra la historia de la humanidad vinculada a la vida de un sujeto en base a dos movimientos. Primero, vincula los hechos históricos más relevantes del siglo XX con la vida de un coronel retirado de sus actividades, que ha optado por alejarse del contacto humano, que vive su soledad en la zona francesa de los Pirineos. En segundo lugar, el coronel inicia la escritura sobre la vida de tres mujeres, así como un proyecto que toma diversas formas. Estos dos objetivos tocan indirectamente otros momentos históricos no solo del siglo XX, sino también de más atrás.En ese sentido, la intención de la novela es hablar de los grandes momentos de la historia mundial a través de hechos cotidianos, domésticos y, sobre todo, personales. Se trata de ver la Historia a través de las vidas más oscuras, muy ocultas o casi insignificantes. El vínculo entre ellas es difuso, casi como en las novelas y ensayos de Alan Pauls, donde la arbitrariedad que establece y fundamenta el escritor convierte lo improcedente en racional, y lo absurdo en lógico.

“Y es que en esta historia, ahora que lo pensamos, abundan las líneas torcidas: nudos y alambres, espirales y cuerdas flojas, ecuaciones que se extienden a lo largo de una vida como la más riesgosa frontera” (p. 123), dice el narrador y, sin desearlo deliberadamente, sintetiza el contenido total del libro. Sin duda, hay una consciencia muy clara de Fonseca en cuanto a los recursos que brinda el género, pues la disposición del contenido desafía los límites estructurales al extremo de agotarlos. Muchos escritores contemporáneos, como Javier Cercas, y algunos teóricos ahora poco citados, como Mijail Bajtín, han llamado la atención sobre las posibilidades creativas que permite una novela y que pocos escritores desafían. No diré que el debut de Fonseca es redondo, pero su enorme atrevimiento creativo muestra a un escritor dueño de sus recursos y consciente de sus capacidades. Además, sabe manejar las influencias al extremo de filtrar solo lo que sirve a sus intereses. Por ejemplo, si uno presta atención a la cantidad de historias inconexas, puede pensar en el Roberto Bolaño de la segunda parte de Los detectives salvajes o en el que introduce hechos histórico-mundiales en Nocturno de Chile, pero no todo queda allí. Fonseca se apoya en la idea búsqueda o investigación que se puede extraer del cuento largo Nombre falso o de novelas como Respiración artificial o Blanco nocturno de Ricardo Piglia. En otras palabras, una forma de aprehender mejor los contenidos de Coronel Lágrimas es leyendo las historias inconexas como un recurso bolañiano en clave pigliana.

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Muchas veces, un mal libro puede estar agazapado o solapado bajo una estructura denominada “compleja” o “barroca”, la cual oculta un gran vacío. Existe una infinidad de ejemplos en nuestro tiempo, pero no ganamos nada citándolos. Una forma de medir la complejidad de un libro es a través de las múltiples relaciones que proponen sus contenidos intratextuales entre sí y también con otros aspectos extratextuales. Coronel Lágrimas es un libro que nos conecta con nuestra época y con los referentes históricos que influyen en ella. Por esa razón, una novela compleja solo puede ser bien leída si el lector se involucra con el contenido propuesto. Fonseca se arriesga porque “se la juega” por ganar lectores atrevidos, aquellos que ven una luz que puede crecer en medio de una oscuridad inicial, o por perder lectores poco avezados, los que se detienen frente a elementos ininteligibles o absurdos en primera instancia. Esta reivindicación borgeana del lector comprometido o, en términos cortazarianos, “lector macho” ayuda a entender la participación activa del lector en la construcción de sentidos, con el establecimiento de vínculos entre las tramas y con el entendimiento de las ideas. Resulta bastante positivo que un texto en tiempos veloces, ágiles e imparables como los actuales piense en la construcción de la idea de un lector que piense, se involucre y se comprometa pacientemente con lo leído a través de la constante interpretación de signos y símbolos textuales.

La historia del coronel está asociada a su praxis, a la actividad que lo caracteriza durante el desarrollo de la novela. Él gesta un proyecto en base a la escritura, de la cual se puede extraer muchas ideas. La primera asociación que la escritura establece es con el café como la fórmula para extender el tiempo de la plenitud de los sentidos. A pesar de los desvaríos conceptuales, hay una lucidez escritural en las ideas del coronel. Esta actitud lo lleva a concebir un proyecto donde se consolida la idea de la escritura sobre lo ajeno (p. 15), sobre la vida de tres mujeres que parecen representar una ausencia en la vida del protagonista. Sin embargo, esta inclinación hacia lo desconocido o impropio tiene como caja de resonancia la práctica en sí: la escritura. “El coronel escribe… para no estar solo…” (p.42), dice el narrador y configura la idea de la escritura como un acto solitario que genera compañía. Finalmente, todas las ideas que podamos extraer de esta praxis tienen como punto de culminación la idea de la escritura como investigación, es decir, como el proceso que permite alumbrar los sentidos de las ideas atrapadas entre la oscuridad, que selecciona lo servible y que focaliza lo primordial.

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El protagonista de la novela es el coronel, un hombre inicialmente conocido por su oficio, no por un nombre propio. Es posible establecer una asociación entre el título del libro y su actitud hacia la vida. Si bien sabemos que su construcción ficcional parte de la vida del matemático francés Alexander Grothendieck, son las coordenadas ficcionales las que marcan su perfil físico y psicológico. Por ello, resulta interesante el tipo de narrador de la novela. Se trata de una voz, a veces colectiva, a veces individual, que acompaña las acciones del coronel, que no lo deja tranquilo en ningún momento de todo el día en que transcurre la novela. No sabemos quién es el coronel por sus propias palabras. Lo conocemos por las interpretaciones in situ del narrador, quien aparece en el escenario de la historia como una sombra que observa, vigila e interpreta la vida su vida apoyándose en todos los documentos que encuentra en la casa del protagonista, así como en la información que recibe de Maximiliano, un personaje importante en su vida. Esta vida se encuentra marcada por la locura de concretar un proyecto que lo inmortalice, que le permita extender la existencia que se le está yendo –muchas veces el narrador advierte del poco tiempo que le queda al coronel (p. 29)-. No se trata de una locura basada en el delirio, sino apoyada en el orden y el método. Sí, el coronel trabaja con disciplina, con mucha astucia y con la necesaria perseverancia de quien sabe lo que quiere y lo que no tiene. El lector construye el sentido de la vida del coronel a través de las interpretaciones del narrador, pero, sobre todo, de las propias, ya que, apelando a la imprecisión en los datos y laconfusión entre las ideas, parece que el narrador nos quiere engañar, que intenta ocultar alguna particularidad o simplemente esconde alguna información que ha encontrado.

El coronel escribe sobre la vida de tres divas, construye las biografías ajenas de tres mujeres que parecen no guardar ningún vínculo con él. Sin embargo, hay una importancia en la concepción de las personalidades de estas mujeres y la extraña mujer que aparece en la vida del coronel y que resulta muy complicado precisar quién es, qué significa en la vida del coronel o qué hizo para esconderse y nunca irse de la oscura mentalidad del protagonista. Cuando hablamos de él, sentimos la pasión de un hombre que abandona todo por trabajar en una obsesión. No se trata de una motivación profesional, sino de algo personal, de un ímpetu que crece en su mente y que se expresa en los movimientos de su cuerpo. En una novela como Coronel Lágrimas, lo más importante no es encontrar respuestas, sino formular buenas preguntas. Por ello, una especie de motor inmóvil que genera ideas a través de las dudas y las confusiones es la razón por la que el coronel se vincula con Maximiliano. El narrador proporciona una solución demasiado sencilla para ser cierta. Dice, en un momento de la novela, que el coronel busca un pupilo que guarde su memoria, así como un hijo que adopte un padre (p. 131). Una solución que obvia la obsesión personal del coronel, la extraña atracción que ejerce sobre él una sola mujer y su confesión final que se convierte en farsa. Los intereses del coronel van más allá de las motivaciones intelectuales y personales de un hombre que simplemente desea conservar su legado profesional y remediar una carencia afectiva.

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Las razones que justifican la presencia de múltiples elementos metaliterarios están relacionadas con la existencia de muchas teorías sobre diversos temas. En esta novela, vemos la existencia del proyecto Los Vértigos del Siglo, el manifiesto en aforismos del coronel que Maximiliano titula Diatriba contra los Esfuerzos Útiles y cien cartas que evidencian la comunicación epistolar entre Maximiliano y el coronel. Se trata del soporte físico donde aparecen, se desarrollan y se sustentan las teorías que brindan sentido a muchos aspectos del libro. Asimismo, la presencia constante de pequeñas ideas en muchos instantes del texto no permite que el lector se distraiga, sino motiva a que se involucre más con el sentido de cada frase o, incluso, de cada palabra. Se propone reflexionar sobre lo que constantemente pasamos por alto o en lo que no nos detenemos, ya que implicaría perder el tiempo. Coronel Lágrimas es una novela de perspectiva, un texto que reactualiza la idea de la observación, un libro que motiva a pensar en la mirada como una forma de construir sentidos. Por esa razón, en opinión del narrador, el más importante proyecto del coronel, “Los Vértigos del Siglo es una especie de caleidoscopio bajo el cual mirar los eventos de un siglo” (p. 70), es decir, se resalta por sobre todas las cosas la importancia de la perspectiva, la idea de que existen muchas formas de interpretar la naturaleza de las cosas.

Existen muchas teorías bastante interesantes, pero cuál es su función primordial en la historia. Cuando el lector repara en las ellas, cuando las imagina y las relaciona con la realidad, piensa en la vida más cercana en este momento de la lectura, reflexiona sobre la existencia del coronel. Solo para ejemplificar, si pensamos en la teoría sobre el siglo del trabajo y su idea de reivindicar el valor de la siesta o el placer de las horas perdidas en el ocio, la caja de resonancia es la vida del coronel. La presencia de estas teorías no está motivada por un capricho del autor, sino por la necesidad del libro. Sin ellas, resulta complicado caracterizar la psicología del coronel, no podemos saber cómo reflexiona un hombre obtuso, obsesionado con unas historias sobre mujeres que no dicen nada de él a nivel personal. La teoría de la acción para la política, esa que dice que hay que llevar la entropía a sus límites, para luego atacar con fuerza, describe la paciente vida del coronel. Desplazado voluntariamente en un lugar desconocido, trabaja en un proyecto que no tiene sentido para muchas personas, pero que probablemente le permitirá dar un gran salto como aquel león que ha dormido por años para concentrar todo su poder. No podemos decir que la novela pudo prescindir de múltiples elementos o abusó del uso de los mismos, pues todos tienen una función discursiva en el resultado final del libro.

A modo de cierre

A pesar de todos los datos históricos, las agudas teorías y las misteriosas biografías, la vida del coronel sigue siendo enigmática. Todo lo que podemos decir de ella resulta ser conjetural o imprecisa. No hay espacio para las certezas en una novela que apertura múltiples posibilidades interpretativas, lo cual amplía el horizonte significativo del libro. Mientras más lecturas se puedan hacer de un texto, mejor aún. Sin embargo, mientras uno lee el libro, no puede dejar de pensar en la fórmula que aparece constantemente, la última que escribió el coronel antes de dejar su carrera como exitoso matemático. Se trata de una aterradora armonía que establece este conjunto de signos y símbolos ininterpretables. Parece que la vida puede transitar por múltiples coordenadas o puede viajar a lugares impensados, pero hay algo que no cambia, existe un elemento inalterable, que nunca perderá su esencia: la fórmula. El coronel puede olvidarlo TODO, pero nunca la ecuación que representa ese TODO (p. 137). Se trata de entender que todos los contenidos de esta novela, configurada como un delirio teórico y ficcional, nacen de esta fórmula, adquieren independencia, se pierden en la construcción de sus sentidos y vuelven a su origen esencial. Finalmente, la lectura de Coronel Lágrimas es imprescindible, entre muchas razones, por su propuesta arriesgada, por el manejo inteligente de los múltiples elementos metaliterarios y por reivindicar el papel del lector en la construcción de sentidos durante la lectura.

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Datos del libro reseñado:

Carlos Fonseca

Coronel Lágrimas 

Anagrama, 2015


[1] Esta reseña fue publicada el 15 de marzo de 2015 en la web Lee por Gusto: https://leeporgusto.pe/2015/03/15/coronel-lagrimas-un-delirio-teorico-y-ficcional/

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Columna de opinión Comentario sobre textos Reflexión

Nota: sobre «Sensini» de Roberto Bolaño

El placer de la narración

Por Lenin Pantoja


«Onetti es esa clase de escritor que busca un tono y, cuando lo encuentra, lo mantiene durante toda su obra y le define los argumentos», dice Ricardo Piglia en Teoría de la prosa. Existe una distancia entre el que narra y la historia que se está narrando, porque lo más importante es encontrar y fijar un estilo, un modo de narrar, según el autor de Respiración artificial. Ocurre un movimiento similar con Roberto Bolaño en el cuento «Sensini», pues su estilo se cimenta en función del placer de narrar, sobre todo, acciones consecutivas. Se mueve a un segundo plano la importancia de la historia o el desarrollo de la trama frente a la búsqueda de la narración como una actividad exclusiva y excluyente, un proceso que no se puede ver, pero se percibe en la inclinación hacia la escritura río, aquella que no se detiene frente a los obstáculos rítmicos de la prosa.

Bolaño plantea un relato basado en su relación epistolar con Antonio Di Benedetto. En el cuento, el escritor Luis Antonio Sensini, famoso por relatos como Ugarte (un guiño a Zama), vive de los concursos municipales en España. Esta situación sorprende al narrador y protagonista del relato, ya que resulta inconcebible que un escritor reputado sobreviva en función de los pequeños premios que obtiene. En este contexto, la duda es el motor del desarrollo de la narración. Cuando Bolaño encuentra la trama, la narración fluye inconteniblemente. Cada vez que se enfrenta a situaciones imprecisas por la escasez de información o un natural desconocimiento, opta por la duda materializada en el uso de conjunciones como la «o» y la «y». De este modo, se produce una narración acumulativa, por ejemplo, cuando el narrador menciona una serie de escritores que comparten una tradición con Sensini o cada vez que especula sobre la resolución de algunos acontecimientos.

 “Sensini” es un relato que atrapa al lector por la historia desarrollada, lo cual se potencia cuando el lector conoce los pasajes biográficos del escritor chileno. Sin embargo, desde una lectura del estilo de la prosa, el lenguaje supera cualquier eventualidad narrativa. Bolaño se siente cómodo narrando desmesuradamente y, sin percatarnos de ello, este efecto hedonístico acompaña el tiempo de lectura que protagonizamos mientras leemos el cuento.

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Comentario sobre textos Miscelánea Reflexión

Nota: una escena de escritura de Ricardo Piglia

Ricardo Piglia, el lector que escribe

Por Lenin Pantoja

En la nota del autor, al final del libro de cuentos Los casos del comisario Croce (Anagrama, 2018), Ricardo Piglia dice que compuso este libro usando el Tobii, un dispositivo que permite escribir con la mirada, pues lee el movimiento de las pupilas. Lamentablemente, el avance de su enfermedad impidió que continuara trabajando de manera convencional, aunque este último término es discutible y polémico para un escritor como él. A pesar de la tristeza que genera esta situación, la escena de escritura es muy potente. Se trata del autor que escribe con la herramienta más inmediata para leer, es decir, involuntariamente, Piglia construye y representa la variante más pura del lector que escribe.

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Reseñas de libros

Una novela con olor a sangre

Por Lenin Pantoja

La novela El Salvaje (Alfaguara, 2016) de Guillermo Arriaga (Ciudad de México, 1958) propone una historia sobre la supervivencia humana y animal basada en la valentía y el salvajismo. Frente a esta inclinación natural hacia la vida, la muerte acecha desde diversos frentes, a través de varias personalidades y distintas circunstancias. La portada, inmejorable material paratextual para preparar al lector de esta novela, contiene elementos sinestésicos, activos provocadores de los sentidos desde las primeras páginas. En estos pasajes iniciales, por ejemplo, el olor a la sangre fresca, recién derramada, no solo nos confronta con la muerte, sino nos enfrenta a toda la violencia que sirve como telón de fondo para presenciar el desenvolvimiento de la vida de Guillermo, el narrador protagonista. De forma simultánea, se desarrollará la vida de Amaruq y su desafío a la muerte en base a la búsqueda que realiza del lobo Nujuaqtutuq. 

Sin duda, se trata de la punta de un iceberg argumental, ya que las historias se desenvuelven con tantas digresiones que vuelven complicado encapsular su alcance en pocas palabras. En ese sentido, lo más importante es concebir toda la potencia narrativa de la novela como una forma de interpelarnos a través de algunas preguntas: ¿es más importante cómo culmina una historia o de qué manera se desenvuelven las acciones previas al desenlace?, ¿qué significa el salvajismo y la valentía para la vida y la muerte?, ¿cuál es la relación entre el hombre y los animales?, ¿de qué manera condiciona la naturaleza geográfica de los espacios en la vida y en los sentimientos de los personajes?

Las acciones de la novela son desordenadas en espacio y tiempo. Lejos de confundir al lector, se produce un efecto literario que lo compromete con la vinculación activa de los ejes argumentales. No molesta ni indigna saber lo que va a suceder al final de la vida de un personaje o cómo terminará algún suceso resaltante. Incluso, el compromiso del lector en la explicación argumental basada en el vínculo de las tramas sueltas coloca a la reflexión en un plano inmediato a partir del efecto recibido. Es decir, el narrador personaje Guillermo reflexiona mientras actúa y el lector recibe insumos argumentales para profundizar en su propia reflexión, poco condicionada por el narrador. En este sentido, el ensamblaje y la adaptabilidad de las historias entre sí contribuyen en la generación de una tensión narrativa constante e interminable, lo que sería efímero si todo se concentrara en el desenlace de la novela.

El Salvaje es una novela preocupada en profundizar sobre la naturaleza humana en tensión con la vida y la muerte, lo cual influye en uno de los elementos más básicos y fundamentales del hombre: su inclinación por el salvajismo como mecanismo de supervivencia. Producto de esto, importa mucho narrar las acciones no para profundizar en la racionalidad de una idea, sino en la complejidad de las emociones humanas y animales. Arriaga construye una novela donde el salvajismo es una forma de reencontrarse con la naturaleza primigenia del hombre, la cual le permite sobrevivir en comunión consigo mismo y con los demás. La paradoja es que este orden humano produce un conflicto cuando otros sujetos amenazan su estabilidad. Se parece a lo que ocurre cuando una manada comandada por un lobo alfa es amenazada por otro lobo solitario que pretende destruir el orden para reconfigurarlo a su favor. La confrontación siempre es violenta y termina en muerte o destrucción. La guerra genera vencedores, pero ninguno obtiene una victoria completamente favorable. 

El Salvaje es una novela sobre la valentía como un arma para sobrevivir en un mundo hostil. Este valor humano y animal, implícito en un salvajismo justificado y reconciliado con el equilibrio de la naturaleza, hace la diferencia para seguir respirando en un clima de tensión violenta. No se trata de considerarla solo como una manifestación de la fuerza física. De acuerdo a la metáfora de la guerra ya mencionada, la valentía mueve a los personajes a emplear su inteligencia con la finalidad de construirse y proporcionarse pertrechos que les permitan superar a los otros y triunfar en un mundo hostil. Precisamente, en la novela, la valentía y el salvajismo son los elementos que fortalecen un lazo emocional y trascendental entre Guillermo y Colmillo, un lobo criado por sus vecinos de forma inadecuada para su domesticación. Guillermo y Colmillo, ambos salvajes a su modo, son dos personajes estructuralmente importantes, porque vinculan las dos historias de la novela. Su unión ordena el caos temporal y argumental, así como se establece entre ellos una complementariedad que beneficia sus personalidades y potencia sus acciones.

La importancia de los escenarios radica no solo en su condición de repositorio de historias y vidas en plena efervescencia. También es fundamental la estructura geográfica de las unidades vecinales propuestas en la novela como telón de fondo de las historias, ya que, por ellas, se mueven los personajes como si se tratara de laberintos modernos. La posibilidad de ser encontrado, en una novela donde la búsqueda es importante para la aplicación de la violencia, disminuye, aunque potencia los esfuerzos por encontrar la forma de ubicar al perseguido. Estos espacios se convierten en receptáculos de las voluntades de los personajes, ya sea en Ciudad de México o en los bosques montañosos y helados de Canadá. 

Guillermo Arriaga ha construido una novela que profundiza en la complejidad de muchos aspectos. Sin duda, se trata de una novela ambiciosa que soporta múltiples lecturas. En ese sentido, la exploración de las emociones humanas no puede ser un aspecto rezagado dentro de todos los atributos textuales, ya que su desarrollo es simultáneo a las sinuosas acciones descritas en la novela. Uno de los aspectos más importantes es la idea del amor, ya que ella estabiliza la mirada del narrador personaje y modula sus acciones en una dirección: el mantenimiento de la vida y el deseo de la venganza. 

Arriaga no se acobarda cuando tiene que confrontarse con las partes más salvajes de lo humano. Por ejemplo, para el protagonista, el amor se relaciona con la posesión de los cuerpos, lo cual estimula sus celos cuando Chelo, la mujer que ama, le confiesa haberse acostado con muchos hombres. Guillermo no puede controlar la vida sexual de Chelo, pero tampoco puede desistir de intentarlo. La razón es que se encuentra enamorado y subyugado a la idea de que una parte del amor está basado en la posesión exclusiva de los cuerpos. Para Guillermo, el cuerpo de la pareja nos pertenece, nadie puede tocarlo. Incluso el recuerdo de la penetración en el pasado de la mujer se puede convertir en una verdad que perturba la tranquilidad del amor actual. El protagonista concibe el pasado sexual de su pareja como una especie de competencia insuperable. Lo paradójico es que se trata de un acto de masoquismo basado en el descubrimiento o la certeza de una verdad que puede y suele ser peor que la ignorancia o el desconocimiento de esos hechos. Por todo esto, El Salvaje es una novela incómoda para el lector no solo por su estructura compleja, sino también por su inclinación a exacerbar e intensificar las miserias de lo humano.

El salvaje, Alejandro Arriaga, Alfaguara, 2016, 693 páginas.