Salman Rushdie (Bombay, 1947) fue uno de los escritores estelares del Hay Festival Cartagena de Indias 2025, que en esta edición celebró sus 20 años. Y a pesar de la alta demanda e interés que suscitaba él y su obra, sólo tenía programada una presentación. Esta se realizó el viernes 31 de enero a las 7:30 pm en el Auditorio Getsemaní del Centro de Convenciones de Cartagena, la sede más grande del festival. Como era de esperar, el auditorio esa noche estaba repleto, a tal punto que los periodistas tuvieron que escucharlo entre los pasadizos y las escaleras. Una hora antes la cola ya se había formado en las afueras llegando a más de una cuadra de distancia, justo en el lado del malecón. Lo curioso es que en esta cola se encontraban otros escritores e invitados del festival. Y es que todos querían ver y oír a Salman Rushdie. Algunos transeúntes ajenos al evento, sean locales o extranjeros, observaban asombrados y se preguntaban si se trataba de la presentación de una estrella de cine o de la música. No, no era nada de eso. Se trataba de un escritor cuya única presentación ocasionó que muchos revendedores ofrecieran el costo triplicado de la entrada, porque en realidad sí que había bastante gente interesada en escuchar el testimonio de Salman Rushdie después de haber sufrido un ataque donde recibió más de diez puñaladas y donde casi pierde la vida. Este hecho ocurrió el 12 de agosto de 2022 en Nueva York en un anfiteatro donde se realizaba un conversatorio literario.
Todo lo ocurrido durante y después del ataque se cuenta en su último libro titulado Cuchillo (2024). Aun así, y a pesar de que muchos los presentes ya lo habían leído, no se podía dejar de lado la expectativa y curiosidad por lo que él iba a decir. Todos, además, querían aplaudirlo y demostrarle su admiración. Y es que no cualquier persona, sobre todo un escritor, recibe un ataque, quedando al borde de la muerte, se recupera y vuelve al ruedo como si nada, llegando a presentarse en público. O, mejor dicho, ante una multitud donde podía correr el mismo riesgo. Por tal razón se colocaron las debidas medidas de seguridad a pesar de que eran imperceptibles a primera vista. Sucede que en la primera visita de Salman Rushdie a Cartagena en 2009, él pidió que no se le pusiera ningún resguardo porque quería pasear tranquilo por la ciudad amurallada como lo haría cualquier turista. En aquella ocasión, apenas pisó el aeropuerto, y al ver una enorme presencia policial, enseguida quiso tomar un avión de regreso. Por suerte los organizadores lograron convencerlo de que ya no tendría a nadie más siguiéndolo. Entonces la policía colombiana derivó la responsabilidad al festival ante cualquier hecho que pudiera suceder. Por suerte no sucedió nada malo en esa primera visita ni tampoco en su segunda participación en el festival ocurrida en 2018. Para esta tercera visita se esperaba lo mismo. Igual había que tener cuidado. Aunque ya de por sí, al ingresar al Centro de Convenciones, el público debía pasar por un detector de metales. Y a pesar de este control, se implementó otra medida para el final del evento: Salman Rushdie firmaría libros en el mismo escenario del auditorio bajo la supervisión de los organizadores y sus voluntarios.
Salman Rushdie en conversación con Juan Gabriel Vásquez (Créditos: Ana Velásquez).
El conversatorio empezó a la hora exacta. Salman Rushdie ingresó al escenario acompañado por el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, con quien ya había conversado en una de sus anteriores presentaciones en Cartagena. Se sentó y observó a la multitud que abarrotaba el auditorio. Se le notaba tranquilo y despreocupado. También se le notaba contento de que el público haya llenado todas las butacas. En el borde del escenario había muchos fotógrafos, entre ellos, Daniel Mordzinski. También había cámaras de televisión. Había mucha prensa colombiana y extranjera. Todos querían tener registro de esta presentación.
En la primera intervención de Juan Gabriel Vásquez se mencionó justo eso. El interés de la gente en querer ver y oír a Salman Rushdie al punto de ocasionar una reventa que elevaba el precio de la entrada, incluso en dólares. Salman Rushdie agradeció este gesto del público de Cartagena que siempre se ha mostrado interesado en su obra. Por esta razón aceptó participar de esta 20° edición del Hay Festival a pesar del atentado que había sufrido. Y al hacer mención de este ataque, cuya noticia dio la vuelta al mundo, Juan Gabriel Vásquez empezó a preguntarle sobre los detalles del mismo y las consecuencias que provocó. La más visible es la pérdida de su ojo derecho, lo que le obliga a usar gafas de distinto color. El lente que corresponde a la vista perdida es de color negro.
Salman Rushdie en conversación con Juan Gabriel Vásquez (Créditos: Ana Velásquez)
Salman Rushdie confesó que nunca vio el cuchillo con el que le atacaron, por lo que hasta el momento no sabía precisar el tamaño ni la forma que tenía. Sólo recuerda lo que ocurrió después, y que está muy bien detallado en el libro. Eso sí, mencionó que fue un milagro que él sobreviviera. Fue un mayor milagro que el cuchillo que le hizo perder el ojo derecho por poco y no llegó a la cavidad del cerebro, sino hubiese perdido cualquier movilidad y hasta su estado de conciencia. Es decir, se hubiese convertido en un vegetal, por lo que esto significa otro milagro a pesar de que él no se asume como creyente. También confesó que la idea de escribir este libro provino de su agente Andrew Wyllie, y que él acató más como una terapia, muy aparte de las que llevaba en la clínica, y que le producían mucho dolor. Allí también comentó que durante la escritura surgió la intención de su parte de querer entrevistar a su atacante, que es presentado como un personaje del libro llamado con la letra A, que puede corresponder a la inicial de palabras como “asesino” o “atacante”, o de cualquier otro adjetivo que el lector quiera brindarle. Por supuesto que recibió una negativa contundente por parte de su esposa, la también escritora Rachel Eliza Griffiths, que estaba presente a un lado del escenario. (Ella también tenía una siguiente presentación en el festival por el lanzamiento de su novela Promesa).
Salman Rushdie en conversación con Juan Gabriel Vásquez (Créditos: Ana Velásquez)
Es justo ella quien toma relevancia en la segunda parte del libro como soporte emocional, y también de mucha fuerza, para que Salman Rushdie pudiera recuperarse. Por eso él considera que más que un libro de no ficción sobre la violencia y la venganza, Cuchillo es un libro que aborda el amor. Se trata del amor que revierte lo imposible, porque después de lo que le sucedió hubiese sido muy difícil que él volviera a escribir, mucho menos que regresara a los escenarios. Sin embargo, allí estaba él, en un inmenso auditorio lleno hablando de un nuevo libro suyo; y todo gracias a su esposa, a quien calificó como la persona que tomaba las decisiones más importantes de su vida.
Otro tema que se tocó en la conversación fue la política de Donald Trump, con quien Salman Rushdie no congenia en nada. Es más, confesó que él considera una mayor amenaza a sus seguidores, quienes son capaces de las peores atrocidades. Por otro lado, también habló de la necesidad de escribir siempre con humor, pues varias veces ha dejado de leer a grandes escritores que carecen de eso: de humor. Tampoco dejó de lado la importancia del libro, que desde su aparición siempre ha sido sentenciado a desaparecer, más aún con la creación de nuevos objetos tecnológicos que con el tiempo van quedando en la más completa obsolescencia. Sin embargo, el libro, como objeto creado, mantiene su vigencia a pesar del tiempo transcurrido, y eso siempre habría que considerarlo, y también celebrarlo.
Después de casi una hora de conversación, Juan Gabriel Vásquez pidió los respectivos aplausos para Salman Rushdie, quien otra vez observó a la multitud que lo aplaudía de pie y que ya estaba dispuesta a hacer una interminable cola para la firma de sus libros. Para ello se instaló una mesa y una silla en el medio del escenario para que él pudiera firmar con total comodidad a todas las personas que estaban dispuestas a quedarse hasta muy tarde con tal de recibir la firma y dedicatoria de este escritor al que se le puede considerar un sobreviviente de la violencia y la locura humana.
Salman Rushdie en firma de libros (Créditos: Ana Velásquez)
Al día siguiente, sábado 01 de febrero, se había programado una conferencia de prensa con Salman Rushdie. Allí estuvo presente la Revista Virtual El Hablador de Perú compartiendo espacio con otros medios importantes como El Espectador y RCN de Colombia, y El Heraldo y El Universal de México.
Antes de que él llegara se nos pidió formular una pregunta. La nuestra consistió en la siguiente: En Cuchillo haces mención de amigos colegas escritores como Martin Amis, Hanif Kureishi y Paul Auster que tenían problemas de salud mientras te recuperabas del ataque sufrido. Sucedió luego la muerte de Milan Kundera, otro amigo tuyo. ¿Cómo asumes esta nueva etapa de tu vida con amigos que ya no están?
Salman Rushdie en conferencia de prensa (Créditos: Ana Velásquez)
Salman Rushdie escuchó con atención esta pregunta. Se quedó pensativo, suspiró y luego procedió a responder: Dijo que él ya tenía 77 años. Y que esta era una edad cuando uno ya empieza a perder a amigos y a personas cercanas a su generación. Era inevitable. Era la ley de la vida, por lo que terminaba siendo algo triste, muy triste.
Y un gesto lleno de melancolía terminaba por confirmar el sentido de sus palabras.
Sus respuestas a las otras preguntas de los colegas presentes en esta conferencia consistieron en su negativa a la política de Trump, en la merecida sentencia que recibió su atacante (al que ya no tiene nada que decirle), sobre cómo sigue disfrutando del fútbol, de la vida y del amor (que ahora más que nunca resulta ser un tema interminable para él); y más aún de la literatura, sobre todo cuando confronta a la muerte y la supera. Para dar un ejemplo de ello mencionó a Federico García Lorca. Después de muchos años de su muerte, su obra sigue viva. Se le lee y se le admira. En cambio, a sus asesinos les sucede todo lo contrario. Ellos quedaron en el completo olvido.
Salman Rushdie en conferencia de prensa (Créditos: Ana Velásquez)
Liliana Colanzi (Santa Cruz, Bolivia, 1981) es una de las escritoras latinoamericanas más renombradas en la actualidad, sobre todo después de haber ganado el Premio Aura Estrada de México en 2015 y en España el prestigioso Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve por su libro de cuentos Ustedes brillan en lo oscuro (Páginas de Espuma, 2022). Se considera también haber integrado en el 2017 la lista de Bogotá 39 que convoca a los más destacados escritores de Latinoamérica menores de 39 años, además de dedicarse a la vida académica en la Universidad de Cornell y dirigir el sello independiente Dum Dum. Por todas estas razones su nombre no deja mencionarse en este nuevo auge de escritoras mujeres de nuestro continente.
Liliana Colanzi fue una de las invitadas al Hay Festival Arequipa 2024, que en esta edición cumplió diez años ininterrumpidos a pesar de las restricciones que hubo en su momento por la pandemia. Aun así, se recurrió a la virtualidad para mantener esta continuidad. Lo bueno es que en la actualidad el festival se mantiene más consolidado que nunca, en especial este año con la presencia tan importantes de visitas como el Premio Nobel de Literatura 2021, el escritor tanzano radicado en Reino Unido, Abdulrazak Gurnah; y la famosa escritora y filóloga española, Irene Vallejo. Por supuesto que Liliana Colanzi fue otro de los nombres que brillaron en esta edición; por eso, aprovechamos su visita para solicitar una entrevista, pero, por los tiempos ajustados del festival, sólo se pudo programar una rueda de prensa. Esto fue lo que sucedió el viernes 08 de noviembre en el segundo día del festival.
Foto 1: Liliana Colanzi lista para rueda de prensa en Hay Festival Arequipa. Créditos: Omar Guerrero
La cita fue en la terraza del hotel colindante de donde siempre se hospedan todos los invitados del festival. La hora indicada era a las 11:30 am. Liliana apareció puntual acompañada por una de las colaboradoras del festival. Allí ya la esperábamos cuatro personas de prensa listos para hacerle una serie de preguntas acerca de su breve pero contundente obra. En nuestro caso habíamos preparado diez preguntas como si de todas maneras fuera a realizarse una entrevista, aunque el tiempo y la dinámica con los otros tres colegas sólo permitió tres preguntas para cada uno. Estas fueron las preguntas que le hicimos:
En Ustedes brillan en lo oscuro hay un cuento titulado “Atomito” donde uno de los temas es el peligro de la radiación. Se sabe que, en El Alto, Bolivia, existe un centro de investigación y desarrollo en tecnología nuclear con el apoyo de Rusia. Antes de su inauguración el gobierno boliviano creó un personaje infantil llamado Atomito para publicitar este centro nuclear con la intención de informar a la población de que no existía ningún riesgo con su presencia y actividad. Sin embargo, tiempo después, se registraron casos de radiación en la población de El Alto. ¿Qué similitudes tiene el personaje de Atomito del cuento con este que creó el gobierno boliviano? ¿Hay conocimiento de la situación actual de los pobladores de El Alto con respecto a este proyecto nuclear Bolivia-Rusia?
Liliana Colanzi respondió que, en efecto, el gobierno boliviano creó este personaje que se puede ver aún en videos por Youtube, pero con características más relacionadas a lo científico, pues más tenía el aspecto de un personaje infantil de ciencia ficción. Fue ahí que se le ocurrió transformar este personaje y ponerle más rasgos andinos propios de la cultura boliviana sin dejar de relacionarlo con el tema nuclear y la radiación, pues su interés como creadora es siempre mezclar elementos de la modernidad con la tradición de su país. Otra información con respecto a este centro nuclear es que se iba a ubicar primero en La Paz, pero, ante los reclamos de la población por el temor de una tragedia como las ya vividas en otras ciudades de otros continentes, decidieron trasladarlo a El Alto, una localidad más alejada y que tiene una menor población, pero que, a pesar de todos los controles y las promesas del gobierno boliviano, llegaron a registrarse problemas de salud en sus ciudadanos. Es por eso que este cuento utiliza la ficción para demostrar las posibles consecuencias si es que fallaba (o el riesgo de que aún puede fallar) este proyecto nuclear que ya presentaba deficiencias debido al incremento de casos de cáncer en la población. Con esta información se puede deducir que este es un cuento futurista, pero que presenta referencias de un presente que se sigue llevando a cabo, pues esta central aún se mantiene vigente.
La violencia de género o la amenaza constante hacia mujeres están presentes en tus cuentos. Sucede en uno de los textos de “La cueva” de Ustedes brillan en lo oscuro y en los cuentos “La ola” y “Caníbal” de Nuestro mundo muerto. ¿Continúas trabajando estos temas en tus nuevos proyectos?
Liliana Colanzi respondió que sí, que está trabajando en la actualidad en un proyecto donde la presencia de la maldad es una constante, sobre todo cuando coloca a las mujeres como víctimas. Para ello sólo adelantó que esta nueva historia trata sobre un par de adolescentes que se encuentran desprotegidas en un espacio público. Y esta toma como referencia una experiencia personal cuando ella era más joven y viajaba de pueblo en pueblo “tirando dedo” o haciendo “autoestop” en las carreteras para subirse a los autos o camiones de los extraños confiando en la benevolencia de las personas sin medir siquiera las consecuencias o el peligro que corría. Por suerte, nunca le paso nada malo. No se espera lo mismo para los nuevos personajes de su siguiente proyecto.
Foto 2: Liliana Colanzi firmando libros en Hay Festival Arequipa. Créditos: Omar Guerrero
En el cuento “Atomito” hay un personaje juvenil que se hace llamar DJ Orki (Never Orkopata). ¿De dónde surge el nombre de Orkopata? Pues si bien aquí no existe una relación directa con el grupo vanguardista literario puneño de las primeras décadas del siglo XX, años 20 y 30, con Gamaliel Churata a la cabeza junto a los miembros y colaboradores del legendario Boletín Titikaka, no es de extrañar que este nombre “Orkopata” se mencione en este cuento. Y con respecto al Grupo Orkopata y Gamaliel Churata, quien llegó a recibir premios en Bolivia, lo que evidencia la relación estrecha que hubo entre las literaturas de Perú y Bolivia, formulo la siguiente pregunta de manera adicional: ¿Crees que pueda volver a restablecerse este intercambio literario entre ambos países? ¿El proyecto Dum Dum es acaso un nuevo acercamiento en vista de que ya se ha hecho una edición de la novela Huaco retrato de la escritora peruana Gabriela Wiener para que circule dentro de Bolivia, o que el escritor boliviano Gabriel Mamani Magne, con su título El rehén haya visitado una de nuestras ferias de libro en Lima para promocionar este título? (Era la última pregunta de la rueda de prensa, por lo que se debía de aprovechar hacer varias preguntas en una).
Liliana Colanzi se sorprendió con la formulación de estas preguntas múltiples y más aún con la información que contenían. Entonces confirmó que sí, que el nombre de este personaje era una especie de homenaje al Grupo Orkopata de Puno, Perú, de quien ya tenía conocimiento desde su época de estudiante en Bolivia; pues si bien ellos no son bolivianos, se les considera como parte de una tradición compartida, tan igual como estos países comparten la ubicación de uno de los lagos más maravillosos del mundo, además de un antiguo idioma indígena. La idea es seguir manteniendo un diálogo entre las literaturas de Latinoamérica, en especial a las que corresponden al mundo andino. Por eso ella desea seguir haciendo un homenaje a este territorio que ambos países tienen en común. Es más, este cuento “Atomito”, aparte de tomar prestado el nombre de un grupo literario peruano, también es un intento de tener presentes otros conceptos o categorías andinas como el Taki Onqoy, que es el espíritu de las huacas. En cuanto a la presencia de la obra de Gabriela Wiener en Bolivia y de Gabriel Mamani Magne en Perú, sí, es otro intento de preservar ese intercambio literario que ya ha cumplido más de cien años y que muy poca gente ha tomado en consideración, pues ni siquiera ha habido una celebración formal al respecto, no por lo menos del lado peruano. Por eso mismo ella va a continuar con el proyecto editorial de Dum Dum. Su intención es encontrar nuevas voces que puedan ser atractivas para ambos mercados.
Una vez cumplido el tiempo y las preguntas destinadas para cada uno de los presentes, Liliana Colanzi agradeció a todos los medios, incluido el nuestro, la revista virtual literaria El Hablador, por el tiempo tomado en la lectura de su obra y en el planteamiento de estas preguntas. Y a pesar de ya haber concluido, nos acercamos a ella para seguir conversando sin la formalidad de una rueda de prensa sólo para intentar rescatar otras respuestas a las preguntas que ya no le pudimos hacer. Una de ellas es sobre la presencia de la selva o la Amazonía en sus cuentos, pues Bolivia, aparte de ser un país andino, también es un país amazónico. Este escenario se percibe en su cuento “La deuda” de Nuestro tiempo muerto. Ella sólo confirmó que tiene mucho interés en seguir desarrollando más proyectos con respecto a este espacio que tiene muchos elementos y materiales para ofrecer, sea a favor o en contra. Y no pudo evitar mencionar los incendios forestales que hasta hace poco afectaron no sólo la selva de Bolivia, sino también de Perú y Brasil.
Foto 3: Liliana Colanzi firmando más libros en Hay Festival Arequipa. Créditos: Omar Guerrero
Otros de sus próximos proyectos es abordar el desarrollo urbano de la ciudad de Santa Cruz, así como volver a trabajar los géneros de ciencia ficción y el terror, además de las transgresiones y los cuerpos abyectos. Otra información adicional son sus respuestas hechas a los otros colegas que también participaron de esta rueda de prensa como confirmar que parte de su proceso creativo es investigar sobre determinados temas a medida que avanza en la historia que está escribiendo. Y esta respuesta se sustenta en la información científica que se encuentra en uno de los textos de “La cueva” de Ustedes brillan en lo oscuro. En cuanto al género fantástico, también presente en sus cuentos, confiesa su predilección por Borges y Cortázar como sus principales influencias. También confirma que ella no decide si va a escribir una historia fantástica, pues esta va surgiendo al momento de la escritura. Por supuesto que en este proceso también se hace presente el horror como otra característica en su obra. Otras referencias o gustos literarios recaen desde la poeta peruana Blanca Varela hasta el escritor húngaro László Krasznahorkai.
Una de las últimas preguntas que le hicimos antes de salir a la calle Ugarte del centro de Arequipa donde se encuentra el hotel principal donde se alojan los invitados del festival es si ella considera que existe en la actualidad la formación de un nuevo boom latinoamericano de escritoras mujeres. Ella respondió casi lo mismo que ya han respondido otros nombres que están considerados dentro de este fenómeno actual como la argentina Mariana Enríquez, la mexicana Fernanda Melchor o la ecuatoriana Mónica Ojeda. Liliana Colanzi dijo que no, que lo suyo es una coincidencia generacional, pero que no es un boom, o que no lo ve así, y porque este nombre siempre va a estar relacionado a un grupo de escritores varones geniales que marcaron una época y que siguen siendo de gran influencia no sólo para la nueva literatura latinoamericana, sino también para otras latitudes, muy a pesar de que en esos años ya existía la presencia de algunas escritoras latinoamericanas que recién están teniendo la debido atención por la importancia de su obra como la mexicana Elena Garro, a quien recomienda leer. Lo cierto es que algo está pasando con la literatura escrita por mujeres en idioma español, tal como lo confirma Leila Guerriero en su larga crónica en tres partes que justo lleva el título “Algo está pasando”. Liliana Colanzi es, sin duda, parte de eso que está sucediendo o pasando.
Los expresivos ojos claros de la escritora española Irene Vallejo (Zaragoza, 1979), junto a su infatigable sonrisa, dan a entender de que ella siempre está dispuesta a escuchar con mucha atención y afecto a cualquier persona que se le acerque sólo para saludarla y comentarle, entre tanta admiración de por medio, sobre la experiencia y emoción de haber leído su libro más famoso, que hasta la fecha ya ha tenido varias ediciones y ha sido traducida a más de treinta idiomas. Me refiero al ensayo El infinito en junco (Siruela, 2019; Debolsillo, 2022; Debate, 2024).
Una vez llegado este momento, Irene Vallejo se olvida del cansancio producido por las innumerables giras y presentaciones a las que ahora está sometida, pues cada vez sigue teniendo muchos más lectores y seguidores en distintos países. Perú no es la excepción. Tampoco se toman en cuenta los tiempos o contratiempos que puedan surgir entre tantos viajes y conferencias. Para ella, como escritora, ya ni siquiera importan los minutos ni las horas que les dedicará a su público. En realidad, lo único que parece interesarle es conectar con la gente que quiere verla y oírla. Y en medio de todos estos requerimientos, Irene Vallejo nunca deja de brillar.
(Foto 1: Irene Vallejo con escolares peruanos) (Créditos: Enrique Mora) (Redes sociales de Irene Vallejo)
Aunque el mayor detonante es cuando empieza hablar con un tono de voz que es tan propio de la zona de España de donde ella proviene. Este suena entre dulce y pausado, por lo que se le percibe como una persona bastante delicada y afectuosa. Y es que su voz, junto a su pensamiento, o sus ideas, además del conocimiento que posee y maneja tan bien, terminan por mostrarla como alguien muy inteligente y sensible. Pero es su propio discurso lo que termina por hipnotizar a su público, sobre todo cuando se explaya en los temas que más le apasionan, que son los libros y la lectura, por algo estudió filología clásica. Es entonces cuando su audiencia, que puede ser lectora o no, cae rendida ante una figura que ha alcanzado el éxito total sólo por el hecho de leer, investigar y escribir.
Irene Vallejo llegó a Perú como invitada al Hay Festival Arequipa, que en esta nueva edición cumplió diez años. Aunque antes de arribar a la Ciudad Blanca, ella paseó primero por Lima. Gracias a sus redes sociales, donde es muy activa, se sabe que quedó maravillada con la Huaca Pucllana, tanto por sus locaciones como por la comida (no está demás decir que se trataba de comida peruana). Luego decidió contemplar nuestro mar con su horizonte brumoso desde una parte del malecón de Miraflores. El siguiente destino fue el centro de Lima, donde se tomó muchas fotos delante de antiguas iglesias sin dejar de observar los cerros que rodean la capital con sus diminutas casas coloridas que contrastan con el cielo gris. El punto central de este recorrido fue la Casa de la Literatura Peruana, sobre todo por el interés y la satisfacción que, a lo largo de su vida, le han producido las lecturas de nuestros grandes escritores. Entre ellos, dos nombres ilustres de nuestras letras serán mencionados reiteradas veces en cada una de sus presentaciones y entrevistas. El primero es el poeta César Vallejo, con quien no guarda ninguna parentela, pero sí un nexo bibliográfico-sentimental. El segundo es Mario Vargas Llosa, no sólo por la trascendencia de su obra, sino también por una gratitud muy personal que ella tiene hacia él.
(Foto 2: Irene Vallejo en Casa de la Literatura Peruana) (Créditos: Enrique Mora) (Redes sociales de Irene Vallejo)
Su primera presentación formal como parte del Hay Festival fue el miércoles 06 de noviembre en el Teatro NOS del Centro Cultural de la Universidad Católica. Parecía increíble, pero esa noche el teatro estaba lleno como si se tratara del estreno de una obra con grandes actores donde el público ya se mostraba dispuesto a disfrutar y a aplaudir de una función bastante especial. Lo cierto es que no se trataba de ningún espectáculo o proyección. Se trataba de la escritora española Irene Vallejo, quien hizo su ingreso al escenario seguido de muchos aplausos. La acompañaban las catedráticas peruanas Rosario Yori, Cecilia Esparza y Elizabeth Aylas. Cada una de ellas le formularon preguntas para que su invitada termine de cautivar y emocionar a los asistentes. Esta emoción se hizo presente desde el inicio cuando se contó el origen de El infinito en un junco, cuyas primeras páginas nacieron en medio de su dolor de madre mientras cuidaba en el hospital a su pequeño hijo Pedro, quien nació con serios problemas de salud. Para ese entonces, Irene Vallejo ya había publicado algunas novelas y ensayos que habían pasado desapercibidos, por lo que pensaba que había fracasado como escritora. Aun así, las ganas de seguir escribiendo se mantenían, pero con el problema de salud de su hijo sabía que iba a ser mucho más difícil. Fue en ese momento que decidió escribir lo que sería su último libro. Así lo había decidido, pues la idea ya le venía dando vueltas en la cabeza desde mucho tiempo atrás. Escribiría sobre la historia del libro como objeto y parte esencial de la humanidad. Lo haría como si se tratara de un libro de aventuras. Esa sería su gran despedida del mundo de la escritura. Lo que Irene Vallejo no sabía es que ese sería el inicio de todo esto.
Una de las preguntas que llamó la atención fue sobre la importancia de la inteligencia artificial que cada vez cobra más protagonismo en la vida de las personas. ¿Acaso este nuevo fenómeno de la tecnología podría afectar al libro? Y enseguida Irene Vallejo mencionó todas las batallas ganadas por este objeto que muchas veces había sido considerado como algo insignificante, pero que a través del tiempo cobró su debida importancia, sobre todo por mantener vivo el conocimiento. El libro ya había sobrevivido a los peores momentos de la historia, sean guerras o pandemias. También había sobrevivido a las censuras y a la presencia de tecnologías cada vez más avanzadas. La inteligencia artificial no sería la excepción. Más bien, hizo hincapié, que esta debería utilizarse como una herramienta a su favor y no como un arma peligrosa para el hombre. Y al culminar esta respuesta, al igual que las otras que le plantearon, cada una con sus respectivas explicaciones, el público aplaudió convencido de que estaban ante una mujer singular. Estaban ante una persona iluminada, razón suficiente para que de inmediato se forme una fila interminable apenas terminó el conversatorio. Todos los asistentes querían la firma y dedicatoria de Irene Vallejo.
(Foto 3: Irene Vallejo en CCPUCP) (Créditos: Omar Guerrero)
Ella jamás imaginó que firmaría tantos libros después de su presentación en el Teatro NOS de la Universidad Católica. Se quedó hasta muy tarde, casi hasta la medianoche. Terminó agotada, pero contenta. Esa noche, antes de dormir, lo más probable es que tuviera presente a todas las personas que le demostraron su cariño y admiración. De seguro que hasta soñó con ellos, pero este sueño no duraría mucho porque al día siguiente debía estar temprano en el aeropuerto para tomar el vuelo hacia Arequipa.
Su idea era pasar desapercibida entre tantos viajeros con sus maletas y mochilas. Le costó encontrar la puerta de embarque a pesar de que la cambiaron en dos ocasiones. Iba acompañada de su esposo Enrique Mora, cineasta español, quien se caracteriza por tener el cabello lleno de canas a pesar de su juventud. Él es delgado y usa ropa ceñida. Otra característica en él es que siempre lleva a la mano una cámara fotográfica para registrar todos los momentos de este viaje. Lo hace con total dedicación porque se trata de su esposa, de su pareja, de la madre de su hijo Pedro, quien ya goza de buena salud al punto de dejarlo al cuidado de otros familiares.
Enrique siempre está pendiente de Irene. Se nota que es un hombre enamorado. También se nota que está muy orgulloso de lo que ha logrado su esposa, quien ahora goza del reconocimiento literario. Por eso no se cansa de tomarle fotos en cualquier circunstancia, sobre todo si ella está delante de sus lectores, tal como ocurrió la noche anterior. Esto mismo sucedió dentro del aeropuerto, pero a menor escala. El vuelo se había retrasado y poco a poco la gente empezó a reconocer a Irene Vallejo. Los que esperaban el mismo vuelo, sobre todo los que ya tenían sus entradas para el festival, llevaban a la mano El infinito en un junco, pues este título estaba destinado como lectura mientras duraba el viaje. Estos lectores afortunados jamás imaginaron que estaban a punto de viajar en el mismo avión con la autora del libro que tenían en manos. Entonces se fueron acercando a ella, primero de manera muy tímida para después hacerlo con total familiaridad, al punto de llevarla de un lado a otro dentro de la zona de embarque para presentarla a los amigos y familiares como la gran escritora que es. Y todo gracias a que Irene Vallejo nunca deja de mostrar su sonrisa tan amable y llena de gratitud a pesar de su evidente cansancio.
(Foto 4: Irene Vallejo en aeropuerto) (Créditos: Omar Guerrero)
La primera presentación de Irene Vallejo en Arequipa fue en el Teatro Municipal de la calle Mercaderes. Fue el viernes 08 de noviembre a las 6pm. Una hora antes ya había empezado a formarse la cola de los asistentes. Cuando faltaban quince minutos para la charla, y antes de que el público ingrese al teatro, la cola llegaba hasta la siguiente cuadra. Aunque este tipo de aglomeraciones ya no les llama tanto la atención a los arequipeños, pues saben que son días de festival. No por algo han pasado diez años desde que llegó el Hay Festival a su ciudad.
A las 6 en punto Irene Vallejo apareció en el escenario para ser recibida por un teatro lleno de gente y con muchos aplausos. Esta vez la acompañaba la periodista peruana Patria del Río, quien confesó que ya había leído El infinito en un junco por tercera vez. Esta última lectura la hizo con mayor detenimiento desde que le informaron que ella compartiría mesa con la invitada especial de esta edición del festival. Los separadores y apuntes en las diversas páginas de su libro así lo confirmaban.
Este conversatorio llevaba por título “La invención de los libros” donde se empezó haciendo mención de cómo se ha registrado la memoria desde la antigüedad. En el caso peruano, los quipus también se pueden considerar una especie de escritura pues guardan en sus nudos cierta información. Luego se pasó a hablar de la censura de los libros al considerarlos herramientas poderosas para transmitir ideas y, más aún, para contar nuestra propia versión de la realidad. Se suma la cualidad de los libros para otorgar bienestar y salud, pues está confirmado de manera científica que leer en papel antes de dormir produce un sueño prolongado y placentero. No sucede lo mismo con las pantallas cuya luz puede producir insomnio o sueños interrumpidos. Por último, Patricia del Río le pidió que le resumiera la importancia de ciertos personajes como Alejandro Magno, Homero, Calímaco y un enigmático Él, creador del primer alfabeto. En esta pequeña lista también se incluyó a una mujer llamada Enheduanna, un nombre desconocido por muchos, por lo que era necesario explicar de quién se trataba. No voy a reproducir esta vez lo que Irene Vallejo dijo de Enheduanna sino que citaré lo que se dice de ella en su libro:
Mil quinientos años antes de Homero, Enheduanna, poeta y sacerdotisa, escribió un conjunto de himnos cuyos ecos resuenan todavía en los Salmos de la Biblia. Los rubricó con orgullo. Era hija del rey Sargón I de Acad, que unificó la Mesopotamia central y meridional en un gran imperio, y tía del futuro rey Naram-Sim. Cuando los estudiosos descifraron los fragmentos de sus versos, perdidos durante milenios y recuperados solo en el siglo XX, la apoderaron «la Shakespeare de la literatura sumeria», impresionados por su escritura brillante y compleja. «Lo que yo he hecho nadie lo hizo antes», escribe Enheduanna. También le pertenecen las más antiguas notaciones astronómicas. Poderosa y audaz, se atrevió a participar en la agitada lucha política de su época, y sufrió por ello el castigo del exilio y la nostalgia. Sin embargo, nunca dejó de escribir cantos para Innana, su divinidad protectora, señora del amor y de la guerra. En su himno más íntimo y recordado, revela el secreto de su proceso creativo: la diosa lunar visita su hogar a medianoche y la ayuda a «concebir» nuevos poemas «dando nacimiento» a versos que respiran. Es un suceso mágico, erótico, nocturno. Enheduanna fue -que sepamos- la primera persona en describir el misterioso parto de las palabras poéticas. (Vallejo, 2021, p.165).
Con esta cita se podría decir que Irene Vallejo también es una especie de nueva Enheduanna porque lo que ella ha hecho nadie lo hizo antes. No, por lo menos, al estilo como se cuenta en El infinito en un junco.
Lo que siguieron fueron más aplausos y una cola interminable para la firma de libros. Pero lo que sorprendía no era la cantidad de gente que había sino la dedicación y tiempo que tuvo Irene Vallejo para cada persona que esperó paciente su turno sólo para recibir su firma junto a su respectiva foto. Como era de esperar, esta firma duró más de tres horas.
(Foto 5: Irene Vallejo con Patricia del Río) (Créditos: Omar Guerrero)
La segunda presentación de Irene Vallejo en Arequipa fue una de las más aplaudidas debido al torrente de emociones que produjo para todos los asistentes. Se realizó el sábado 09 de noviembre a las 10 am otra vez en el Teatro Municipal de Arequipa. En esta ocasión la acompañaron el fotógrafo argentino Daniel Mordzinski, también conocido como el fotógrafo de los escritores, y el escritor peruano Jeremías Gamboa. Este último estaría a cargo de guiar la conversación, para ello tenía una serie de preguntas que iba intercalando entre Irene Vallejo y Daniel Mordzinski. La idea era crear una alternancia entre la palabra y la imagen. Aunque antes de empezar la sesión Daniel Mordzinski leyó una lista de escritores valencianos como una forma de tenerlos presentes debido a la tragedia climática que acababa de sufrir esta zona de España. Y enseguida Irene Vallejo se puso de pie, tomó un arreglo floral que estaba encima de la mesa central y lo colocó en el borde del escenario como si se tratara de una ofrenda. Los primeros aplausos no se hicieron esperar. Lo que siguió a continuación fueron una serie de preguntas con sus respuestas sin dejar de proyectarse las fotos de Daniel Mordzinski hechas a distintos escritores, desde los más célebres como Jorge Luis Borges y García Márquez hasta las escritoras más recientes de la literatura latinoamericana como las mexicanas Valeria Luiselli y Brenda Navarro o las peruanas Claudia Ulloa y María José Caro. Pero una de las mayores emociones fue cuando aparecieron las fotografías hechas a Mario Vargas Llosa, muchas de ellas dentro del ámbito familiar. Se suma el audio que se había preparado para esta proyección con la voz de nuestro Premio Nobel, lo que hizo llorar a todos los presentes. Para ese momento Irene Vallejo mencionó la infinita gratitud que aún le tiene a Mario Vargas Llosa, no sólo por las obras que escribió, y que la acompañaron a lo largo de su vida, sino por las palabras que él le dedicó después de haber leído El infinito en junco, lo que sirvió para que el libro llame la atención de un mayor público y sus ventas se multipliquen al igual que sus traducciones. Este es un fragmento de las palabras del Premio Nobel sobre el libro de Irene Vallejo: “Muy bien escrito, con páginas realmente admirables […] Tengo la seguridad absoluta de que se seguirá leyendo cuando sus lectores de ahora estén ya en la otra vida”.
Otro de los momentos más emocionantes fue cuando Jeremías Gamboa le entregó a Irene Vallejo, bajo la complicidad de Enrique Mora, el ejemplar de Trilce de César Vallejo, cuya vieja edición de Losada fue comprada por su padre de manera clandestina a inicios de los años 70 en España cuando aún no se pensaba que la dictadura de Franco entraba a su recta final. El padre de Irene Vallejo, quien lleva dos veces el apellido Vallejo, tanto por padre y madre, se sintió tan deslumbrado por la poesía de nuestro compatriota que le hubiese gustado encontrar una pequeña relación familiar, pero al no hallarla, lo adoptó como su poeta de cabecera y también como medio para enamorar a la madre de Irene Vallejo, quien también quedó deslumbrada con estas palabras convertidas en poesía, al punto que aún tenía guardada esa vieja edición de Losada en su casa como si fuese el mejor recuerdo de ese noviazgo que luego se convirtió en un matrimonio y en una familia. Con ello se podría decir que Irene Vallejo es producto de esa unión, por eso siempre confirma que gracias a Trilce de César Vallejo ella existe. En otras palabras, Irene Vallejo le debe la vida a César Vallejo.
Otra anécdota sobre la obra de César Vallejo fue cuando confesó que en uno de sus versos encontró la palabra adecuada para incluirla como parte del título de este ensayo que la ha llevado a disfrutar de grandes e inolvidables momentos. Se trata del poema “Idilio muerto” que se encuentra en el libro Los heraldos negros. Y como parte de esta confesión, ella mencionó que para completar la composición de este título también recurrió a Borges, en especial cuando el poeta ciego desarrolla en su obra el término “infinito”. Es a partir de la obra de estos dos grandes poetas que surge el título El infinito en junco. Y para confirmarlo, Irene Vallejo recitó de memoria el poema en mención que sus primeros versos dicen lo siguiente: Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita de junco y capulí; / ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita / la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.
Una vez más, los aplausos no se hicieron esperar.
Como colofón a esta presentación volvieron las fotografías de Daniel Mordzinski a más escritores. Entre ellas sobresalía una que le hizo a Irene Vallejo en el Hay Festival de Cartagena de Indias en Colombia. Daniel Mordzinski había convencido a Irene Vallejo de caminar por el borde de una de las murallas que cercan la ciudad antigua de Cartagena. Corría un viento fuerte a pesar de ser verano. Y es que la muralla se impone a lo largo del mar caribe entre largos pasadizos y anchos baluartes. Allí Irene Vallejo lleva una mantilla negra que extiende con los brazos. Parece que quisiera volar. Tiene el cabello alborotado y los bordes de su vestido rojo se agitan con el viento. Detrás de ella posan tres gaviotas en el cielo cuyo momento preciso queda capturado por la cámara de Daniel Mordzinski. El resultado es una foto maravillosa donde Irene Vallejo parece que está a punto de volar. Se encienden las luces del teatro y la gente aplaude de pie. Irene Vallejo se acerca para agradecer y parece que otra vez fuera a volar tan igual como sucedió con Remedios, la bella, pero no para perderse en el cielo arequipeño, sino para extraviarse esta vez entre la multitud que de nuevo aclamaba una maratónica sesión de firmas que ella estaba dispuesta a cumplir.
(Foto 6: Irene Vallejo volando en Cartagena de Indias) (Créditos: Omar Guerrero)
La tercera y última presentación de Irene Vallejo fue en la Casa Tristán del Pozo ubicada de la calle San Francisco. Esta vez el local era más chico, pero igual se llenó sin dejar ningún asiento vacío. Para ese momento Irene Vallejo ya tenía una legión de fanáticos que la seguían a donde fuera. En esta ocasión la acompañaba la historiadora y catedrática peruana Natalia Sobrevilla para hablar de la importancia de los archivos históricos. Se sumaba a esta conversación Magally Alegre Henderson, profesora de la PUCP y jefa del Archivo Histórico del Instituto Riva Agüero. Y en vista de que Irene Vallejo estaba acompañada por dos historiadoras peruanas que aún mantienen una lucha por preservar el Archivo General de la Nación, fue inevitable no hablar de todas las falencias y problemas que tenemos los peruanos, en especial el Estado, para valorar este legado histórico que es incalculable, pero cuyo destino final sigue siendo incierto. Entonces Irene Vallejo hizo magia una vez más con sus palabras. Habló tan bien del trabajo que implica preservar este tipo de memoria que Magally Alegre Henderson rompió en llanto. Irene Vallejo se puso de pie y la abrazó. Quería consolarla, pues entendía muy bien el motivo de sus lágrimas. Muchos de los presentes también nos sentíamos igual. Sólo las palabras de Irene Vallejo lograron darnos consuelo.
(Foto 7: Irene Vallejo con Natalia Sobrevilla y Magally Alegre Henderson) (Créditos: Omar Guerrero)
Sin duda que se podría seguir contando más anécdotas sobre la visita de Irene Vallejo en Perú, tanto en Lima como en Arequipa. Decir por ejemplo que se quedó sorprendida con la comida o con la piedra blanca de sillar con la que fue construida la Ciudad Blanca. Decir también que en este tercer viaje se ha sentido mucho más querida por los peruanos. Sucedió casi lo mismo las dos primeras veces que vino como turista, pero en esta ocasión la acogida y el cariño han sido en una mayor magnitud, y todo gracias a El infinito en un junco. Aunque, cabe aclarar e informar, que ya circulan sus libros anteriores como para que sus fanáticos se conviertan en unos verdaderos hinchas. Entonces no queda más que seguir leyéndola, tanto su producción previa como la que está por venir, porque el año que viene otra vez se encerrará en sus cuarteles para darle vida a un nuevo libro, y con ello surge la posibilidad de que nos pueda visitar por una cuarta vez.
No deseo acabar esta crónica sin hacer mención de la foto central que le hizo Daniel Mordzinski a Irene Vallejo, y que es una verdadera obra de arte. Irene Vallejo lo describe de la mejor manera en sus redes sociales: “Mi pedazo de cielo, según la mágica cámara de Daniel Mordzinski. Tomamos esta imagen en los baños del monasterio de Santa Catalina en Arequipa. El óculo abierto en la bóveda servía para calentar el agua de la alberca donde se aseaban las monjas. La fotografía es tan potente que casi parecería un montaje, pero doy fe de que no lo es”.
Y ante estas palabras, no queda más que ceder a la imagen como punto final.
(Foto 8: Irene Vallejo por Daniel Mordzinski) (Créditos: Daniel Mordzinski) (Redes sociales de Irene Vallejo)