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Coyuntura Entrevista Miscelánea Reflexión

Entrevista: Carlos Fonseca

“En el siglo XXI ya no podemos creer en genios, pero sí en Don Quijotes”1

Por Jack Martínez Arias

Carlos Fonseca tiene veintiocho años. Nació en Costa Rica, pasó parte de su infancia y  adolescencia en Puerto Rico y fue a la universidad en los Estados Unidos. Se doctoró en literatura latinoamericana (Princeton) y ahora vive en Londres. Tal vez por ese recorrido vital, tal vez no, Carlos Fonseca se atrevió a construir un personaje que quiere “escribir la historia universal en clave íntima”. Tan genial como delirante, este personaje es un anciano que lleva algunos años desconectado del mundo, viviendo en algún punto de los Pirineos y emprendiendo una tarea monumental: narrar su vida en relación con los eventos históricos más determinantes del siglo XX (o viceversa): la Revolución de Octubre rusa, la Guerra Civil de España, Mayo del 68… Pero esa escritura no es convencional, es—como reza la contratapa—una narración que reduce la historia política mundial “a unas cuantas citas, a unas cuantas imágenes, a unos cuantos instantes”. Lo que quiere el coronel, el protagonista, es “cifrar la historia”. Esto último no sorprende cuando nos enteramos que dicho personaje, en su juventud, fue un notable matemático (en la novela, Fonseca hace una recreación libre de la vida del matemático francés Alexander Grothendieck).

Carlos Fonseca, quien también quiso ser matemático alguna vez (se interesó por la lógica matemática, luego por la filosofía y terminó siguiendo a la literatura), debuta así en las letras hispanoamericanas. Y lo hace a lo grande. Coronel Lágrimas (Anagrama) se ha publicado con una de las casas editoriales más importantes de nuestro idioma. Fonseca confiesa que esto significa un gran paso en el despegue de su carrera. También dice que se formó como lector siguiendo el catálogo de la editorial española. Bolaño, Vila-Matas, Piglia, son solo algunos de los nombres que menciona cuando le pregunto al respecto. Fue Ricardo Piglia, precisamente, con quien se topó en la Universidad de Princeton. Según cuenta Jorge Herralde, mítico editor de Anagrama, el escritor argentino, al conocer el trabajo de Carlos Fonseca consideró que se trataba de “su alumno más brillante”. El alumno responde que al llegar a la universidad no se imaginaba lo que iba a aprender del maestro (así se refiere Fonseca a Piglia) y tampoco fue consciente de la influencia de este mientras concebía Coronel Lágrimas. “Mientras escribía la novela sentía que estaba escribiendo algo muy distinto a lo que escribe Ricardo Piglia. Y, sin embargo, recientemente, cuando tuve que releer la novela para corregir erratas, me encontré con su huella muy presente, aunque cifrada y tal vez un poco secreta. Fue una experiencia muy bonita. Nunca sabemos cómo nos influencia el maestro. No hace falta decir que lo aprecio muchísimo. Profesores como él, muy pocos, por no decir, ninguno”.

Coronel Lágrimas

Así nació la novela de Fonseca, bajo la influencia de autores fundamentales y sobreponiéndose a otra novela, a una que el autor venía trabajando previamente. Porque uno no siempre escribe lo que planea sino lo que necesita. Fonseca, escritor que se describe como metódico, iba fabricando otra historia, “una más larga y melancólica, más visceral, hasta que de repente me cansé y decidí escribir esta novela (Coronel Lágrimas), más juguetona, más alegre en cierto modo. Fue raro, escribí la novela como en un golpe de alegría, así que la escritura fue espontánea y muy aleatoria. Tal vez esta dinámica al momento de escribir se pueda ver en la fragmentación de las partes o en los juegos. Eso es algo raro, repito, usualmente no escribo así ni tan rápido. Coronel Lágrimas me tomó nueve meses”. Por supuesto, como siempre pasa con la literatura, no existe una relación directa entre un breve o largo proceso de escritura y la calidad del producto final. La novela de Fonseca, en ese sentido, fue escrita de un tirón y al mismo tiempo ha llegado a ser tan compleja como profunda, coherente e inteligente. Así, al abrir el volumen, el lector se encuentra con anécdotas curiosas del personaje y, al mismo tiempo, respira la atmósfera de contextos históricos trascendentales del siglo XX. La novela de Fonseca nos confronta con un sabio ermitaño, el coronel, el mismo que se propone hacer la “gran historia” con “hechos mínimos”. Ese transformar la manera en la que se transmite la información, dice Fonseca, tiene que ver con “nuestra época de sobresaturación informática.” El autor compara, entonces, la forma en la que aparece la información histórica en el libro con la manera en que nosotros, hoy en día, accedemos a la información a través del internet. “El que entra en Wikipedia sabe muy bien el placer que nos puede dar brincar de un artículo a otro. Es nuestro enciclopedismo moderno. Creo que la novela intenta narrar ese paso casi imposible, hoy día, de la pura información a la experiencia. ¿Cómo llegar de la información a la experiencia, del capricho informático a la experiencia vivida? La historia aparece entonces en dos formas, como mero dato informático y como experiencia. El coronel es, pues, el que intenta juntar las dos estructuras, la vida cotidiana y la vida histórica. Al fin de cuentas, la novela narra algo muy sencillo: un día en la vida de un anciano”. Y entrar al libro de Carlos Fonseca es, de alguna manera, entrar en esa dinámica parecida a la del internet, pues entre las narraciones nos encontramos con fragmentos que, a modo de datos tomados de Wikipedia, irrumpen en la historia. Le digo a Carlos que esa estructura se asemeja también a la de los hipervínculos que nos permiten saltar de un espacio a otro en la red, de una información a otra hasta el infinito. Le gusta la idea. “Es verdad que todos los fragmentos que aparecen como datos, tienen algo de esa estructura del hipervínculo. Del dato caprichoso y fortuito. Quería, ahora me doy cuenta, hacer una especie de crítica de esa especie de decadentismo informático actual, en donde a veces consumimos información desenfrenadamente sin ver hacia donde nos lleva. El coronel es un personaje, a veces siento, que tiene mucho de esos personajes decadentistas de las novelas de fin de siglo XIX. Creo que la apuesta política de la novela iba por hacer una crítica de este consumo indiscriminado de información.” Porque Carlos Fonseca considera que la información producida por la red está cada vez más separada de la experiencia: “Con ironía, nos rodeamos de datos y de esa forma nos apartamos de la experiencia. Narrar es una forma de juntar estos dos polos opuestos. Retomar la experiencia ya no simplemente peleándose con la información sino a través de ella”.

Historia universal, latinoamericana, íntima (o viceversa)

Leer Coronel Lágrimas me hace pensar en algunos testimonios latinoamericanos en un único sentido: libros como Biografía de un cimarrón (Barnet 1966) relacionan o alternan el relato de la vida del protagonista con la “vida” de la nación o de la región que éstos representan. Es decir, insertan la historia personal en una historia más amplia. Tras este comentario, Carlos Fonseca añade que, para el caso de su novela, el ámbito más amplio no sería ya el nacional, sino el global. El marco contextual es la Historia oficial construida por la Europa del siglo XX: la revolución de Octubre, la Guerra Civil Española, el Mayo del 68… Una Historia en la que, sin embargo, Latinoamérica no parece relevante. “En esa historia faltaba, sin embargo, un punto fundamental. Para mí, el más importante: América Latina. Fue ahí que imaginé ese segundo protagonista que poco a poco gana relevancia. La contraparte latina del Coronel: Maximiliano. Una suerte de hombre común que interrumpe y desvía la conciencia del protagonista y lo fuerza a pensar en otras geografías. En ese sentido, esta novela es una especie de inversión del paradigma de los testimonios. Acá se trata de desviar la Historia oficial hacia América Latina, se trata de incomodar a Europa.” Y a mí me parece que esta idea puede llevarse un poco más allá hasta sugerir que Coronel Lágrimas no solo inserta América Latina en la Historia oficial sino que, en una dirección diferente, también se incorporan ambas historias (la global y la regional) en la íntima, en la del coronel. Es decir, de forma inversa a la del testimonio, aquí no se trata de incorporar la vida íntima del testigo en la historia global, sino que la dirección es contraria, se trata de incorporar la gran historia global en la historia íntima del personaje. “Me parece muy sugerente esa idea de llevar la historia oficial hacia el plano de lo íntimo. Es tal vez esa tensión entre lo público y lo privado, entre la historia y lo íntimo, lo que produce, creo yo, cierto tono tragicómico a través de la novela. El coronel habrá atravesado la historia oficial, pero igual le toca ir al baño, recordar a las mujeres que amó, bailar un poco… Los placeres menores. Algo tiene la novela de esa foto en la que Borges aparece riéndose con un plato plástico en la cabeza. El erudito también tiene intimidad y ahí también hay comedia.” Fonseca menciona a Borges y traer al genio argentino a la conversación es inevitable. Más aún si en Coronel Lágrimas se puede encontrar a un protagonista que, como Borges en sus cuentos, apunta anécdotas históricas que son difíciles de falsear sin consultar las enciclopedias, pues el lector generalmente no está en la capacidad de afirmar, negar o contrastar estos datos. “Siempre sentí, mientras escribía la novela, que el coronel era una especie de Borges de fin de siglo XX. Sentía que Borges se había convertido en una especie de emblema para el enciclopedismo caprichoso en el que vivimos. Así que la novela es cierto ajuste de cuentas con esa enorme figura ambivalente que es Borges. El que negó la vida por los libros. Por otra parte, el otro referente que tenía era Bouvard y Pecuchet, ese gran libro póstumo de Flaubert en donde dos ancianos se dedican, con mucho humor, a experimentar con el conocimiento universal. Borges, creo, fue un gran lector de esa novela.”

La escritura como acto obsesivo

El Coronel reúne una serie de características que a primera vista parecen muy particulares. Es un anciano, es ermitaño y matemático, tiene síntomas de locura, delirios. Me pregunto si Carlos Fonseca considera que hay una relación directa entre esas características y la obsesión por la escritura. El autor responde que para él el gran protagonista de la novela moderna es el obsesivo y cita a Don Quijote, Moby Dick, Bouvard y Pecuchet, Absalom, Absalom! “Dedicarse a escribir una novela requiere aislarse, obsesionarse con la trama y con cierto estilo. Creo que eso se refleja en la picaresca del coronel. Sin embargo, no quería caer en la trampa del relato de genio tan usual hoy día. El coronel habrá sido un gran genio, pero intenté alejarme del retrato del genio acechado por su locura. No se trata de una mera tragedia, sino de algo que juega con la farsa. En el siglo XXI ya no podemos creer en genios, pero sí en Don Quijotes”. Carlos Fonseca, en ese sentido, construye un obsesivo contemporáneo. Y para hacerlo, emplea una serie de técnicas que convierten al lector en espectador. No por casualidad el inicio de la novela es el siguiente: “Al coronel hay que mirarlo muy de cerca. Acercarse hasta el punto de la molestia, hasta verlo pestañear en cámara lenta con ese rostro juvenil pero cansado que ahora vuelve a arrojar sobre la página” (13). La novela tiene una fuerte carga visual y Carlos Fonseca me explica por qué: “Fíjate, la novela surge de una manera extraña. Un día me levanto y escribo el primer párrafo: en donde ese efecto visual de close-up que mencionas está muy presente. A partir de ahí me dije: bueno, ya tengo una suerte de retrato del protagonista, ahora me toca escribir su historia. Lo visual, la idea del retrato, del esbozo, estuvo muy presente a través de toda la escritura. A veces sentía que se trataba de hacer un retrato de un mismo hombre desde todas las perspectivas posibles, algo parecido a lo que hicieron los cubistas en la pintura. Es tal vez una de las cosas que me gustan más de la novela, ese efecto de caleidoscopio”. Fonseca describe así su forma de narrar, usando la misma palabra que Ricardo Piglia usó para elogiarla: “La ópera prima de Fonseca tiene la forma de un caleidoscopio verbal intrigante e inolvidable”. Creo que no hay mejor forma de describir, en una línea, la naturaleza de Coronel Lágrimas. Y para terminar le pregunto a Carlos Fonseca, tras su debut literario, cómo se inscribiría él y cómo inscribiría su obra en el panorama latinoamericano contemporáneo. “Me parece que se están escribiendo cosas buenísimas. En el Perú, por ejemplo, he leído escritores que admiro mucho, como Francisco Ángeles o Jennifer Thorndike. Ahora mismo tengo muchas ganas de leer también tu novela, Bajo la sombra, de la que he recibido excelentes comentarios. Entonces, lo que veo es que muchos escritores de mi generación, la de los escritores nacidos en los ochenta—como Diego Zúñiga, Valeria Luiselli, Luis Othoniel, Diego Azurdia o Laia Jufresa—estan intentados en pensar cómo narrar más allá de eso que se ha llamado las ficciones del yo, o la auto-ficción. Es algo que interesa mucho: el regreso de la figura del narrador. Pero personalmente, no sé muy bien hacia dónde va la cosa”. Terminamos la conversación refiriéndonos a otra novela que Carlos Fonseca ya viene trabajando. Confiesa sentir algo de presión con respecto a lo que publicará en el futuro y con respecto a la recepción de Coronel Lágrimas. Pero confía en estar avanzando por el camino correcto: “Tengo la suerte de que ya estaba escribiendo otra novela antes de comenzar Coronel Lágrimas, por lo cual ya tengo una base bastante formada para la escritura. La otra novela es un proyecto distinto, más extenso y menos barroco. Más metido en contar una historia. Pero igual, con los mismos personajes obsesivos, las mismas cartografías globales, pero estaba narrada desde una América Latina alucinada”.

I Este texto fue publicado originalmente en el 2015 en esta web.

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Coyuntura Crónica Entrevista Miscelánea Reflexión

Crónica: Salman Rushdie en Cartagena

Salman Rushdie en Hay Festival Cartagena 2025

Por Omar Guerrero

Salman Rushdie (Bombay, 1947) fue uno de los escritores estelares del Hay Festival Cartagena de Indias 2025, que en esta edición celebró sus 20 años. Y a pesar de la alta demanda e interés que suscitaba él y su obra, sólo tenía programada una presentación. Esta se realizó el viernes 31 de enero a las 7:30 pm en el Auditorio Getsemaní del Centro de Convenciones de Cartagena, la sede más grande del festival. Como era de esperar, el auditorio esa noche estaba repleto, a tal punto que los periodistas tuvieron que escucharlo entre los pasadizos y las escaleras. Una hora antes la cola ya se había formado en las afueras llegando a más de una cuadra de distancia, justo en el lado del malecón. Lo curioso es que en esta cola se encontraban otros escritores e invitados del festival. Y es que todos querían ver y oír a Salman Rushdie. Algunos transeúntes ajenos al evento, sean locales o extranjeros, observaban asombrados y se preguntaban si se trataba de la presentación de una estrella de cine o de la música. No, no era nada de eso. Se trataba de un escritor cuya única presentación ocasionó que muchos revendedores ofrecieran el costo triplicado de la entrada, porque en realidad sí que había bastante gente interesada en escuchar el testimonio de Salman Rushdie después de haber sufrido un ataque donde recibió más de diez puñaladas y donde casi pierde la vida. Este hecho ocurrió el 12 de agosto de 2022 en Nueva York en un anfiteatro donde se realizaba un conversatorio literario.

Todo lo ocurrido durante y después del ataque se cuenta en su último libro titulado Cuchillo (2024). Aun así, y a pesar de que muchos los presentes ya lo habían leído, no se podía dejar de lado la expectativa y curiosidad por lo que él iba a decir. Todos, además, querían aplaudirlo y demostrarle su admiración. Y es que no cualquier persona, sobre todo un escritor, recibe un ataque, quedando al borde de la muerte, se recupera y vuelve al ruedo como si nada, llegando a presentarse en público. O, mejor dicho, ante una multitud donde podía correr el mismo riesgo. Por tal razón se colocaron las debidas medidas de seguridad a pesar de que eran imperceptibles a primera vista. Sucede que en la primera visita de Salman Rushdie a Cartagena en 2009, él pidió que no se le pusiera ningún resguardo porque quería pasear tranquilo por la ciudad amurallada como lo haría cualquier turista. En aquella ocasión, apenas pisó el aeropuerto, y al ver una enorme presencia policial, enseguida quiso tomar un avión de regreso. Por suerte los organizadores lograron convencerlo de que ya no tendría a nadie más siguiéndolo. Entonces la policía colombiana derivó la responsabilidad al festival ante cualquier hecho que pudiera suceder. Por suerte no sucedió nada malo en esa primera visita ni tampoco en su segunda participación en el festival ocurrida en 2018. Para esta tercera visita se esperaba lo mismo. Igual había que tener cuidado. Aunque ya de por sí, al ingresar al Centro de Convenciones, el público debía pasar por un detector de metales. Y a pesar de este control, se implementó otra medida para el final del evento: Salman Rushdie firmaría libros en el mismo escenario del auditorio bajo la supervisión de los organizadores y sus voluntarios.  

Salman Rushdie en conversación con Juan Gabriel Vásquez (Créditos: Ana Velásquez).

El conversatorio empezó a la hora exacta. Salman Rushdie ingresó al escenario acompañado por el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, con quien ya había conversado en una de sus anteriores presentaciones en Cartagena. Se sentó y observó a la multitud que abarrotaba el auditorio. Se le notaba tranquilo y despreocupado. También se le notaba contento de que el público haya llenado todas las butacas. En el borde del escenario había muchos fotógrafos, entre ellos, Daniel Mordzinski. También había cámaras de televisión. Había mucha prensa colombiana y extranjera. Todos querían tener registro de esta presentación.

En la primera intervención de Juan Gabriel Vásquez se mencionó justo eso. El interés de la gente en querer ver y oír a Salman Rushdie al punto de ocasionar una reventa que elevaba el precio de la entrada, incluso en dólares. Salman Rushdie agradeció este gesto del público de Cartagena que siempre se ha mostrado interesado en su obra. Por esta razón aceptó participar de esta 20° edición del Hay Festival a pesar del atentado que había sufrido. Y al hacer mención de este ataque, cuya noticia dio la vuelta al mundo, Juan Gabriel Vásquez empezó a preguntarle sobre los detalles del mismo y las consecuencias que provocó. La más visible es la pérdida de su ojo derecho, lo que le obliga a usar gafas de distinto color. El lente que corresponde a la vista perdida es de color negro. 

Salman Rushdie en conversación con Juan Gabriel Vásquez (Créditos: Ana Velásquez)

Salman Rushdie confesó que nunca vio el cuchillo con el que le atacaron, por lo que hasta el momento no sabía precisar el tamaño ni la forma que tenía. Sólo recuerda lo que ocurrió después, y que está muy bien detallado en el libro. Eso sí, mencionó que fue un milagro que él sobreviviera. Fue un mayor milagro que el cuchillo que le hizo perder el ojo derecho por poco y no llegó a la cavidad del cerebro, sino hubiese perdido cualquier movilidad y hasta su estado de conciencia. Es decir, se hubiese convertido en un vegetal, por lo que esto significa otro milagro a pesar de que él no se asume como creyente. También confesó que la idea de escribir este libro provino de su agente Andrew Wyllie, y que él acató más como una terapia, muy aparte de las que llevaba en la clínica, y que le producían mucho dolor. Allí también comentó que durante la escritura surgió la intención de su parte de querer entrevistar a su atacante, que es presentado como un personaje del libro llamado con la letra A, que puede corresponder a la inicial de palabras como “asesino” o “atacante”, o de cualquier otro adjetivo que el lector quiera brindarle. Por supuesto que recibió una negativa contundente por parte de su esposa, la también escritora Rachel Eliza Griffiths, que estaba presente a un lado del escenario. (Ella también tenía una siguiente presentación en el festival por el lanzamiento de su novela Promesa).

Salman Rushdie en conversación con Juan Gabriel Vásquez (Créditos: Ana Velásquez)

Es justo ella quien toma relevancia en la segunda parte del libro como soporte emocional, y también de mucha fuerza, para que Salman Rushdie pudiera recuperarse. Por eso él considera que más que un libro de no ficción sobre la violencia y la venganza, Cuchillo es un libro que aborda el amor. Se trata del amor que revierte lo imposible, porque después de lo que le sucedió hubiese sido muy difícil que él volviera a escribir, mucho menos que regresara a los escenarios. Sin embargo, allí estaba él, en un inmenso auditorio lleno hablando de un nuevo libro suyo; y todo gracias a su esposa, a quien calificó como la persona que tomaba las decisiones más importantes de su vida.       

Otro tema que se tocó en la conversación fue la política de Donald Trump, con quien Salman Rushdie no congenia en nada. Es más, confesó que él considera una mayor amenaza a sus seguidores, quienes son capaces de las peores atrocidades. Por otro lado, también habló de la necesidad de escribir siempre con humor, pues varias veces ha dejado de leer a grandes escritores que carecen de eso: de humor. Tampoco dejó de lado la importancia del libro, que desde su aparición siempre ha sido sentenciado a desaparecer, más aún con la creación de nuevos objetos tecnológicos que con el tiempo van quedando en la más completa obsolescencia. Sin embargo, el libro, como objeto creado, mantiene su vigencia a pesar del tiempo transcurrido, y eso siempre habría que considerarlo, y también celebrarlo. 

Después de casi una hora de conversación, Juan Gabriel Vásquez pidió los respectivos aplausos para Salman Rushdie, quien otra vez observó a la multitud que lo aplaudía de pie y que ya estaba dispuesta a hacer una interminable cola para la firma de sus libros. Para ello se instaló una mesa y una silla en el medio del escenario para que él pudiera firmar con total comodidad a todas las personas que estaban dispuestas a quedarse hasta muy tarde con tal de recibir la firma y dedicatoria de este escritor al que se le puede considerar un sobreviviente de la violencia y la locura humana.

Salman Rushdie en firma de libros (Créditos: Ana Velásquez)

Al día siguiente, sábado 01 de febrero, se había programado una conferencia de prensa con Salman Rushdie. Allí estuvo presente la Revista Virtual El Hablador de Perú compartiendo espacio con otros medios importantes como El Espectador y RCN de Colombia, y El Heraldo y El Universal de México.

Antes de que él llegara se nos pidió formular una pregunta. La nuestra consistió en la siguiente: En Cuchillo haces mención de amigos colegas escritores como Martin Amis, Hanif Kureishi y Paul Auster que tenían problemas de salud mientras te recuperabas del ataque sufrido. Sucedió luego la muerte de Milan Kundera, otro amigo tuyo. ¿Cómo asumes esta nueva etapa de tu vida con amigos que ya no están?

Salman Rushdie en conferencia de prensa (Créditos: Ana Velásquez)

Salman Rushdie escuchó con atención esta pregunta. Se quedó pensativo, suspiró y luego procedió a responder: Dijo que él ya tenía 77 años. Y que esta era una edad cuando uno ya empieza a perder a amigos y a personas cercanas a su generación. Era inevitable. Era la ley de la vida, por lo que terminaba siendo algo triste, muy triste.

Y un gesto lleno de melancolía terminaba por confirmar el sentido de sus palabras.

Sus respuestas a las otras preguntas de los colegas presentes en esta conferencia consistieron en su negativa a la política de Trump, en la merecida sentencia que recibió su atacante (al que ya no tiene nada que decirle), sobre cómo sigue disfrutando del fútbol, de la vida y del amor (que ahora más que nunca resulta ser un tema interminable para él); y más aún de la literatura, sobre todo cuando confronta a la muerte y la supera. Para dar un ejemplo de ello mencionó a Federico García Lorca. Después de muchos años de su muerte, su obra sigue viva. Se le lee y se le admira. En cambio, a sus asesinos les sucede todo lo contrario. Ellos quedaron en el completo olvido.

Salman Rushdie en conferencia de prensa (Créditos: Ana Velásquez)
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Coyuntura Entrevista Miscelánea Reflexión

Entrevista a Leila Guerriero

Entrevista a Leila Guerriero en Hay Festival Cartagena 2025

Por Omar Guerrero

La cita estuvo pactada para el segundo día del festival a las 11 am en las instalaciones del hotel Santa Clara, el más lujoso de la ciudad de Cartagena, que durante siglos funcionó como convento de las hermanas Clarisas, construido en 1607, justo 72 años después de haberse fundado la ciudad; y que aún alberga una cripta en uno de sus espacios convertido ahora en el bar del hotel. Lo curioso es que esta cripta se ha convertido en una leyenda, pues contenía un extraño vestigio que sirvió de inspiración a Gabriel García Márquez para escribir su novela Del amor y otros demonios, publicada en 1994.  

Entramos a sus instalaciones de enormes columnas y techos altos. En sus paredes de color coral se habían colocado las fotografías de Daniel Mordzinski donde se encuentran retratados los principales escritores que han participado de las ediciones anteriores del festival, entre ellos Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Alrededor de su jardín de grandes palmeras y muchas plantas que cercan y ocultan la piscina del hotel se habían colocado mesas con la exhibición y venta de libros de los autores participantes de esta nueva edición con la que se celebraban los 20 años de haber llegado el Hay Festival a Cartagena de Indias. Como era de esperar, allí se encontraban los libros de la periodista y escritora argentina Leila Guerriero como Opus Gelber, Plano americano, La llamada. Un retrato y La dificultad del fantasma.   

Hotel Santa Clara. Créditos: Omar Guerrero

Mientras esperábamos nuestro turno observábamos con detenimiento los objetos que forman parte de la sofisticada decoración del hotel sin dejar de percatarnos que pasaban por nuestro lado otros escritores invitados a esta edición del festival, y que también se encontraban hospedados en este lugar tan lleno de historia y de arte. Junto a estos escritores estaban otros periodistas de distintos países. Todos se mostraban alegres y entusiasmados gracias al Hay Festival. 

Cuando llegó la hora indicada nos guiaron hasta la terraza del tercer piso desde donde se puede observar la inmensidad y belleza del mar caribe colombiano. Allí estaba Leila Guerriero sentada en uno de los sillones brindando entrevistas. Ella llevaba un vestido negro y usaba lentes oscuros. Su ropa era de tela delgada, propicia para soportar los casi 40 grados de temperatura que se imponían a pesar del viento que provenía desde el horizonte marítimo con sus constantes olas, lo que obligaba a Leila Guerriero a tratar de mantener en orden sus cabellos.

Entrevista a Leila Guerriero 1. Créditos: Ana Velásquez

Nos presentamos como la Revista virtual El Hablador de Perú, formada en su mayoría por egresados de la escuela de Literatura de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Leila Guerriero asintió, pues ya ha visitado muchas veces Perú. Fue entonces que empezamos la siguiente entrevista que debía de ser breve porque el tiempo en el festival suele ser muy ajustado:

Llegas a la historia de Silvia Labayru a través de una nota de prensa que te comentó el fotógrafo Dani Yako. ¿Él intercedió para el primer contacto con ella?

Bueno, sí. Yo le manifesté mi interés. Me pareció una historia impresionante. Dani me dijo: “¿Querés que le pregunte si quiere hablar con vos?”. La llamó y Silvia le debe haber dicho que sí porque Dani de inmediato me indicó que me comunique y me pasó su teléfono. 

¿Silvia Labayru estaba dispuesta desde el comienzo a contar su historia o te costó convencerla?

No, no me costó convencerla, pero creo que en parte tenía que ver con el hecho de que le tiene mucho cariño, mucho respeto y mucha confianza a Dani Yako, que es su amigo de hace más de cuarenta años. Y no sé qué le habrá dicho Dani, pero no creo que haya tenido necesidad de convencerla porque ella es una mujer fuerte que nadie la convence de hacer algo que no quiera, pero de seguro que le debe haber dado un poco de confianza pensar que yo era una periodista que venía de parte de un amigo tan bueno, porque estaba segura que Dani no la iba a arrojar a los leones.

¿Cuántas veces visitaste la ESMA mientras escribías el libro?

Fueron tres veces. Están en el libro. La primera vez fuimos juntas con Silvia. Luego fuimos con un grupo de mujeres periodistas. Y también fuimos a una presentación. Pero antes ya había ido por mi cuenta.

La ESMA se convirtió en una especie de maternidad durante la dictadura. ¿Hay una cifra exacta de cuántos bebés nacieron allí?

Sí hay una cifra exacta, pero no la recuerdo ahora.

¿Cuál fue la percepción de Vera, la hija de Silvia, con esta historia?

Ella siempre lo supo. Decía que había nacido en la cárcel. Conocía muy bien la historia de su madre.

Hay personajes siniestros en esta historia. Uno de ellos es Amalia Bouilly, esposa de Alberto González, alias El Gato. ¿Ella sigue viva? ¿Intentaste conversar con ella o sus familiares?

No pensé en su momento en contactarla. Y si lo hubiese intentado, no creo que Amalia Bouilly hubiera hablado. Sucedió lo mismo con gente que no quiso hablar.

Entrevista a Leila Guerriero 2. Créditos: Ana Velásquez

Vamos con La dificultad del fantasma. Allí cuentas que llegas a una residencia escritores en España en la misma zona donde se refugió Truman Capote para escribir A sangre fría. ¿Cuántas semanas estuviste allí? ¿Y qué anécdota podrías contar de tus compañeros de residencia Sabina Urraca y Marcos Giralt Torrente, muy a parte de la presunción de un fantasma?

Estuve todo el mes abril y la mitad del mes de mayo. Fue bastante tiempo. Y no puedo contar nada que no esté en el libro, sólo te puedo decir que fue divertidísimo y entrañable. Hay muchas postales de cosas que hacía Sabina como ir a nadar o Marcos que se ponía a leer. Después no me queda más que marcar la diferencia entre lo público y lo privado.

Entiendo. Pero me hiciste reír mucho al mencionar los problemas prostáticos de Marco que siempre iba al baño de noche. Y partir de este hecho surge la presunción de una fantasma.

Totalmente. (Entre risas).

En esta crónica sobre Capote y A sangre fría mencionas también a Rodolfo Walsh y su libro Operación masacre, escrito años antes de A sangre fría. ¿Existe una crónica que aborde el crimen de Rodolfo Walsh contado a partir de la no ficción?

Por supuesto. Se ha escrito mucho sobre Rodolfo Walsh y son libros buenísimos. Dos ejemplos: María Moreno ha escrito sobre él (Oración) y Eduardo Jozami también (Rodolfo Walsh. La palabra y la acción). Lo bueno es que recién ahora se está conociendo la obra de Walsh, pero hasta hace unos años no era así. Estos títulos han ayudado mucho, sobre todo para colocar a Operación masacre como un libro emblemático de la no ficción.

En La dificultad del fantasma confirmas que A sangre fría no ganó el Pulitzer ni el National Book Award, lo que produjo la ira de Truman Capote. Si tuvieras la oportunidad de darle un premio, pero también tienes a lado a Operación masacre. ¿A quién le darías el premio?

A los dos. Sin ninguna duda.

En La dificultad del fantasma mencionas que tienes la costumbre o el hábito de correr en las mañanas antes de escribir (lo mismo hacía Mario Vargas Llosa). ¿Qué otras costumbres o hábitos tiene Leila Guerriero para poder escribir?

Muchas cosas como ver películas, tanto en el cine como en las plataformas. Aunque también están las lecturas, que es un gran combustible para escribir.

Entrevista a Leila Guerriero 3. Créditos: Ana Velásquez

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Comentario sobre textos Coyuntura Entrevista Miscelánea

Entrevista: Betina Keizman

Betina Keizman: “La literatura debe evitar la agenda”

Por Sebastián Uribe y Eliana Del Campo

Escritora, traductora y ensayista, Betina Keizman ha vivido, publicado y dictado clases en Chile, Francia, México y Argentina. Es autora de las novelas El diablo Arguedas (2023, finalista del  Premio Fundación Medifé Filba 2024), Recurso de Amparo (2018), Los Restos (2014), El Museo de los Niños (2007) (infantil) y El Secreto de Marlene Rochoelle (1997) (novela juvenil) y el libro de cuentos Zaira y el profesor (1999). También del libro de ensayos Promesas radicales en las literaturas del presente (2022), donde indaga el pensamiento especulativo en una diversidad de escrituras latinoamericana actuales y establece comparaciones con las inventivas literarias de sus precursores.

Estuvo de paso por Lima a inicios de noviembre presentando El diablo Arguedas, publicada en Argentina por Entropía y en Perú por Animal de Invierno, sobre la que conversamos en esta entrevista.

En ‘El diablo Arguedas’ hay un tono humorístico y sarcástico, muy diferente de la atmósfera oscura de tus libros anteriores como ‘Los restos’. ¿Fue este un registro nuevo para ti? ¿Cómo viviste la experiencia de explorar este estilo?

No sé si es un registro tan nuevo, pero es uno que va ganando mayor relevancia y peso en mi literatura. Recurso de amparo, mi novela anterior, también está en ese tránsito pese a que se refiere a un acontecimiento muy fuerte: la muerte de jóvenes en el incendio de un local nocturno. No escribo siempre el mismo libro, incluso si hay preocupaciones o un uso del lenguaje que pueden conservarse.  Cada libro pide un tono y una temperatura. “Los restos” es una distopía, si quieres, más clásica en su concepción. Puse la atención en la construcción de ese mundo, con restos que aparecen aquí y allá, trozos de objetos, esquinas de muros, restos de verduras. Cuando lo escribí pensaba en el exceso y en el desperdicio, y por eso tiene un timbre más barroco, una atención exacerbada puesta en lo material. Definitivamente es una novela más oscura, aunque en la segunda parte exploro otro tono, porque la protagonista hace arte con los restos, y de algún modo termina trastocando y apropiándose de la destrucción. Hace poco leí “Los últimos días de nueva París”, de China Mieville, un autor que desconocía cuando escribí “Los restos”, y en esa novela las obras célebres del surrealismo y la vanguardia aparecen moviéndose e interviniendo en la realidad. Si bien lo de China Mieville tributa a una estética y una lógica del videojuego, descubrí muchos puntos de contacto con lo que había buscado en “Los restos”.

También “El diablo Arguedas” acontece en un entorno distópico, pero eso apenas se precisa y el relato se focaliza en un universo más cotidiano, más ligero. Y como Arguedas tal vez sea un diablo pagano, dispuesto a la chanza e interesado en sembrar confusión, imprime un tono humorístico, donde el equívoco flota en la médula de cada suceso. Me divertí mucho escribiéndolo.

En la novela, el personaje del diablo desestabiliza la vida de Irene, pero con el tiempo su presencia se convierte en un problema cotidiano. ¿Crees que vivimos en una sociedad donde no hay escape a las tensiones diarias? ¿Qué papel juega la literatura frente a la disyuntiva de adaptarse o sucumbir?

No sé si hay o no escape, en todo caso no es la literatura la que va a señalar la senda. Por otra parte un grado de adaptación es muy propio de los seres humanos, algo que compartimos con las otras especies. Y si seguimos pensando en esa dirección, se supone que lo proactivo y la resistencia serían más específicamente humanos, pero no deja de ser una perspectiva bastante antropocéntrica. En cualquier caso, la literatura tal como yo la pienso es un espacio de creación, no sucumbe ni se adapta, patalea, forja, propone otras perspectivas. Está en perpetua pelea con muchas de las lógicas que imperan en el presente, en busca de otros entendimientos. Al menos eso se aplica a la dimensión artística, luego, lo que tiene que ver con el mercado, lo que los escritores hacen para vender, los monopolios, festivales, etc, esas lógicas no difieren de las que imperan en el mundo de las telecomunicaciones o en los sistemas privados de salud.  

El diablo aparece en la vida de Irene, una peluquera precarizada. ¿Piensas que a veces nos enfocamos demasiado en los problemas del uso de la tecnología, mientras que muchas personas no tienen acceso a estas? ¿Qué tipo de historias crees que quedan fuera de foco por esta tendencia?

No sé, la desigualdad tecnológica es una más entre muchas otras desigualdades. Ignoro cuántos individuos o comunidades viven hoy libres de la penetración de los discursos de las redes, que me parece uno de los aspectos más terroríficos del presente, por las consecuencias que tiene. Me gusta que surjan esas preguntas, sin embargo, no me interesa pensar mi escritura, ni ninguna literatura en verdad, como un manifiesto político. La literatura y la política mantienen una íntima relación, pero se desplazan por carriles diferentes, resuelven sus problemas de otro modo. La literatura debe evitar la agenda y en lo personal no me atraen los registros épicos, los encuentro condescendientes. Los problemas del presente forman parte de nuestra vida y por lo tanto pertenecen al horizonte de la literatura, es desde esa experiencia que muchos escritores escribimos, pero prefiero que esas experiencias se sometan a un tratamiento más exploratorio, más cercano a la duda y a la imaginación, desde la incerteza. Respecto a esas historias precarizadas que quedarían fuera de foco, hoy también son parte fundamental de cierta agenda cultural, el problema es cómo se las aborda, que no sean pura expresión de mala conciencia o repetición de discursos que se han ahuecado.

La peluquería, escenario principal de la novela, es un espacio lleno de chismes y tensiones entre las trabajadoras. ¿Cómo crees que conecta este entorno con la obra arguediana, que explora conflictos entre clases sociales y dentro de ellas?

Ahí hay dos modelos en relación con los conflictos sociales y las emociones, tienes a Arguedas pero también tienes a Puig. Si en algún momento pensé en Arguedas como un fantasma, o un zombi que regresa, fue un homenaje, es cierto, pero también porque es difícil hallar en el presente un escritor con las características de Arguedas. Es lo que ya no puede ser, incluso si las preguntas que se hace Arguedas siguen conmoviéndonos. Su sensibilidad y su espíritu sacrificial hoy no calzarían en un panorama en que la autoridad de los escritores está devaluada. También es cierto que hay un Arguedas plenamente vigente, el de las hablas quechua marginalizadas, el que explora Chimbote, que recurre a lo documental, pero también a su propio diario. Esos son elementos que aparecen en mi novela, junto con cierto sonsonete de los personajes de Puig, pasados por Copi.

La novela resalta el deseo como un último vestigio de individualidad en los personajes. ¿Crees que hay un riesgo de que el deseo se estandarice o pierda su vitalidad?

Es un tema que me interesa. La Irene de la novela es una migrante que mide todo en términos de ascenso social, y por eso su peluquería replica a escala mínima las desigualdades sociales mayores. Ella misma supone tener muy claro lo que quiere, cuáles son sus objetivos. Pero la llegada de Arguedas, y en ese sentido es un verdadero diablo, la confronta a otras dimensiones del deseo que incluso no consigue expresar en palabras. Esos deseos que no alcanzan a nombrarse son un magnífico material literario. ¿Qué y cómo deseamos?, ¿cuál es el riesgo de que esos deseos se realicen? Lo sabemos desde Flaubert, no hay almas sencillas.

Antes de terminar, ¿qué novela o película te ha sorprendido últimamente y te gustaría recomendarnos?

Cuando estuve en Perú conocí a Ricardo Sumalavia. Acaba de sacar una novela que todavía no leí, pero sí un libro anterior, “Historia de un brazo”. Me pareció un libro excepcional, en la tradición de Monterroso o Arreola, probablemente también ligado la literatura oriental. Una pequeña joya. Acaba de salir también Clara y confusa, La novela de Cynthia Rimsky que obtuvo el premio Herralde este año, bellísima, entretenida, pura literatura.

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Entrevista: Mirelia Cano

Mirelia Cano: “Hemos optado siempre por el lado coercitivo de la religión”

Por Redacción El Hablador

Nacida en Andahuaylas, Apurímac, en 1981, Mirelia Cano se licenció en comunicaciones y realizó un máster en Escritura Creativa en la Universidad de Salamanca, pese a la crítica de la mayoría de sus colegas, según declara. Con varios años laborando el periodismo televisivo y la comunicación organizacional, su ópera prima, Mala Fe, es su primera incursión en la narrativa. Sobre ello respondió las siguientes preguntas.

Redacción El Hablador: Durante la infancia de Aurelia vive rodeada de las elucubraciones de los adultos sobre lo que siente o pasa con ella.  ¿Esto se relaciona con su reticencia a las normas y códigos sociales al crecer?

Sí, es su forma de rebelarse ante cualquier norma, código o forma de vivir, creer o sentir que le sea impuesta por la sociedad o un grupo determinado. Aurelia en lugar de dejarse absorber por lo que el resto quiere depararle, ella decide formar su propia esencia.

REH: Mucho del terror y el miedo se inocula en la protagonista en nombre de la religión. ¿Crees que sigue siendo hoy el principal canal de formación de rectitud o se ha modificado por otra dimensión?

Sigue siendo, lamentablemente, en muchos grupos sociales. Por ejemplo cuando a un niño se le dice, “tienes que comer porque, sino, diosito se va a molestar o te va a castigar”. Más allá de creer o no, hemos optado siempre por el lado coercitivo de la religión. Ese es un error, pues la gente evita hacer cosas malas porque será castigado por una divinidad, no se le enseña a que hay un plano moral y de construcción como persona y ciudadano que se debe formar y fortalecer.

REH: Una de las pocas personas que se vuelve amable con Aurelia es Rubén, quien es su familiar, pero no por línea de sangre, ¿hay un guiño a cuán dañino resultan las relaciones familiares para Aurelia?

Siempre se dice que a diferencia de los amigos a la familia no se le escoge. Pero, más allá de resultar dañino, creo que en Aurelia las relaciones familiares la forman como una persona con temple, con actitud. Aprende a darle vuelta a las situaciones adversas y ve en cada situación complicada una salida creativa. En lugar de dañina, por ejemplo, Pedrito y Doménica pasan a reforzar, justamente, el carácter del que hablo, lo que no pasa con el papá biológico y sí con Rubén quien termina, en parte, siendo para ella esa figura paterna.

REH: “Pactar con lo sobrenatural era mi normalidad, mi día a día” (pag.76) ¿cómo fue alternar una narración llena de creencias sobrenaturales con la labor profesional que no hace más que ignorarlas o despreciarlas?

Fue simple porque es el resumen perfecto de lo que significa ser humano. Lo sobrenatural en Aurelia era algo con lo que debía convivir desde el vientre de su madre, justamente por aquella cosmovisión andina que la rodeaba y que tenía que darle a todo suceso una explicación más allá de la razón. Justamente, quería mostrar esa antítesis que siempre convive en nosotros: lo racional versus lo enigmático. La religión es una buena explicación a ello. En lo profesional pasa lo mismo, los humanos siguen siendo esos seres imperfectos y necesitados de historias sobrenaturales para poder hacer de su mundo uno menos aburrido.

REH: La academia diplomática representa en cierto momento una posibilidad para Aurelia de disimular su ser, su individualidad. ¿Se relaciona ello a su estigma de Supaypa Wawan (hija del diablo)?

La academia para Aurelia fue la forma de amoldarse socialmente, de intentar, de alguna manera, ser uno más. Sin embargo, ese estigma (el de Supaypa Wawan) es más fuerte, tan poderoso que sobrepasa su propia existencia y hace que otros personajes, con similar sensibilidad, puedan notarlo. Al final es lo que queda, pues es su propia esencia.

REH: ¿Qué autoras o referencias consideras que influyeron durante la escritura de la novela?

Ninguna. Escribir en base a la experiencia misma te da la libertad de no atarte a nada, a nadie. Quizá mucho de lo que las abuelas o abuelos cuentan en sus historias llenaron y llenan mi mente. La maravillosa tradición oral que arrastro gracias a ellos sumado a la experiencia misma hicieron posible el nacimiento de Aurelia y Mala Fe.

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Entrevista: Liliana Colanzi

Un encuentro con Liliana Colanzi

Por Omar Guerrero

Liliana Colanzi (Santa Cruz, Bolivia, 1981) es una de las escritoras latinoamericanas más renombradas en la actualidad, sobre todo después de haber ganado el Premio Aura Estrada de México en 2015 y en España el prestigioso Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve por su libro de cuentos Ustedes brillan en lo oscuro (Páginas de Espuma, 2022). Se considera también haber integrado en el 2017 la lista de Bogotá 39 que convoca a los más destacados escritores de Latinoamérica menores de 39 años, además de dedicarse a la vida académica en la Universidad de Cornell y dirigir el sello independiente Dum Dum. Por todas estas razones su nombre no deja mencionarse en este nuevo auge de escritoras mujeres de nuestro continente.

Liliana Colanzi fue una de las invitadas al Hay Festival Arequipa 2024, que en esta edición cumplió diez años ininterrumpidos a pesar de las restricciones que hubo en su momento por la pandemia. Aun así, se recurrió a la virtualidad para mantener esta continuidad. Lo bueno es que en la actualidad el festival se mantiene más consolidado que nunca, en especial este año con la presencia tan importantes de visitas como el Premio Nobel de Literatura 2021, el escritor tanzano radicado en Reino Unido, Abdulrazak Gurnah; y la famosa escritora y filóloga española, Irene Vallejo. Por supuesto que Liliana Colanzi fue otro de los nombres que brillaron en esta edición; por eso, aprovechamos su visita para solicitar una entrevista, pero, por los tiempos ajustados del festival, sólo se pudo programar una rueda de prensa. Esto fue lo que sucedió el viernes 08 de noviembre en el segundo día del festival.

Foto 1: Liliana Colanzi lista para rueda de prensa en Hay Festival Arequipa. Créditos: Omar Guerrero

La cita fue en la terraza del hotel colindante de donde siempre se hospedan todos los invitados del festival. La hora indicada era a las 11:30 am. Liliana apareció puntual acompañada por una de las colaboradoras del festival. Allí ya la esperábamos cuatro personas de prensa listos para hacerle una serie de preguntas acerca de su breve pero contundente obra. En nuestro caso habíamos preparado diez preguntas como si de todas maneras fuera a realizarse una entrevista, aunque el tiempo y la dinámica con los otros tres colegas sólo permitió tres preguntas para cada uno. Estas fueron las preguntas que le hicimos:

En Ustedes brillan en lo oscuro hay un cuento titulado “Atomito” donde uno de los temas es el peligro de la radiación. Se sabe que, en El Alto, Bolivia, existe un centro de investigación y desarrollo en tecnología nuclear con el apoyo de Rusia. Antes de su inauguración el gobierno boliviano creó un personaje infantil llamado Atomito para publicitar este centro nuclear con la intención de informar a la población de que no existía ningún riesgo con su presencia y actividad. Sin embargo, tiempo después, se registraron casos de radiación en la población de El Alto. ¿Qué similitudes tiene el personaje de Atomito del cuento con este que creó el gobierno boliviano? ¿Hay conocimiento de la situación actual de los pobladores de El Alto con respecto a este proyecto nuclear Bolivia-Rusia?

Liliana Colanzi respondió que, en efecto, el gobierno boliviano creó este personaje que se puede ver aún en videos por Youtube, pero con características más relacionadas a lo científico, pues más tenía el aspecto de un personaje infantil de ciencia ficción. Fue ahí que se le ocurrió transformar este personaje y ponerle más rasgos andinos propios de la cultura boliviana sin dejar de relacionarlo con el tema nuclear y la radiación, pues su interés como creadora es siempre mezclar elementos de la modernidad con la tradición de su país. Otra información con respecto a este centro nuclear es que se iba a ubicar primero en La Paz, pero, ante los reclamos de la población por el temor de una tragedia como las ya vividas en otras ciudades de otros continentes, decidieron trasladarlo a El Alto, una localidad más alejada y que tiene una menor población, pero que, a pesar de todos los controles y las promesas del gobierno boliviano, llegaron a registrarse problemas de salud en sus ciudadanos. Es por eso que este cuento utiliza la ficción para demostrar las posibles consecuencias si es que fallaba (o el riesgo de que aún puede fallar) este proyecto nuclear que ya presentaba deficiencias debido al incremento de casos de cáncer en la población. Con esta información se puede deducir que este es un cuento futurista, pero que presenta referencias de un presente que se sigue llevando a cabo, pues esta central aún se mantiene vigente.   

La violencia de género o la amenaza constante hacia mujeres están presentes en tus cuentos. Sucede en uno de los textos de “La cueva” de Ustedes brillan en lo oscuro y en los cuentos “La ola” y “Caníbal” de Nuestro mundo muerto. ¿Continúas trabajando estos temas en tus nuevos proyectos?

Liliana Colanzi respondió que sí, que está trabajando en la actualidad en un proyecto donde la presencia de la maldad es una constante, sobre todo cuando coloca a las mujeres como víctimas. Para ello sólo adelantó que esta nueva historia trata sobre un par de adolescentes que se encuentran desprotegidas en un espacio público. Y esta toma como referencia una experiencia personal cuando ella era más joven y viajaba de pueblo en pueblo “tirando dedo” o haciendo “autoestop” en las carreteras para subirse a los autos o camiones de los extraños confiando en la benevolencia de las personas sin medir siquiera las consecuencias o el peligro que corría. Por suerte, nunca le paso nada malo. No se espera lo mismo para los nuevos personajes de su siguiente proyecto.

Foto 2: Liliana Colanzi firmando libros en Hay Festival Arequipa. Créditos: Omar Guerrero

En el cuento “Atomito” hay un personaje juvenil que se hace llamar DJ Orki (Never Orkopata). ¿De dónde surge el nombre de Orkopata? Pues si bien aquí no existe una relación directa con el grupo vanguardista literario puneño de las primeras décadas del siglo XX, años 20 y 30, con Gamaliel Churata a la cabeza junto a los miembros y colaboradores del legendario Boletín Titikaka, no es de extrañar que este nombre “Orkopata” se mencione en este cuento. Y con respecto al Grupo Orkopata y Gamaliel Churata, quien llegó a recibir premios en Bolivia, lo que evidencia la relación estrecha que hubo entre las literaturas de Perú y Bolivia, formulo la siguiente pregunta de manera adicional: ¿Crees que pueda volver a restablecerse este intercambio literario entre ambos países? ¿El proyecto Dum Dum es acaso un nuevo acercamiento en vista de que ya se ha hecho una edición de la novela Huaco retrato de la escritora peruana Gabriela Wiener para que circule dentro de Bolivia, o que el escritor boliviano Gabriel Mamani Magne, con su título El rehén haya visitado una de nuestras ferias de libro en Lima para promocionar este título? (Era la última pregunta de la rueda de prensa, por lo que se debía de aprovechar hacer varias preguntas en una).

Liliana Colanzi se sorprendió con la formulación de estas preguntas múltiples y más aún con la información que contenían. Entonces confirmó que sí, que el nombre de este personaje era una especie de homenaje al Grupo Orkopata de Puno, Perú, de quien ya tenía conocimiento desde su época de estudiante en Bolivia; pues si bien ellos no son bolivianos, se les considera como parte de una tradición compartida, tan igual como estos países comparten la ubicación de uno de los lagos más maravillosos del mundo, además de un antiguo idioma indígena. La idea es seguir manteniendo un diálogo entre las literaturas de Latinoamérica, en especial a las que corresponden al mundo andino. Por eso ella desea seguir haciendo un homenaje a este territorio que ambos países tienen en común. Es más, este cuento “Atomito”, aparte de tomar prestado el nombre de un grupo literario peruano, también es un intento de tener presentes otros conceptos o categorías andinas como el Taki Onqoy, que es el espíritu de las huacas. En cuanto a la presencia de la obra de Gabriela Wiener en Bolivia y de Gabriel Mamani Magne en Perú, sí, es otro intento de preservar ese intercambio literario que ya ha cumplido más de cien años y que muy poca gente ha tomado en consideración, pues ni siquiera ha habido una celebración formal al respecto, no por lo menos del lado peruano. Por eso mismo ella va a continuar con el proyecto editorial de Dum Dum. Su intención es encontrar nuevas voces que puedan ser atractivas para ambos mercados.

Una vez cumplido el tiempo y las preguntas destinadas para cada uno de los presentes, Liliana Colanzi agradeció a todos los medios, incluido el nuestro, la revista virtual literaria El Hablador, por el tiempo tomado en la lectura de su obra y en el planteamiento de estas preguntas. Y a pesar de ya haber concluido, nos acercamos a ella para seguir conversando sin la formalidad de una rueda de prensa sólo para intentar rescatar otras respuestas a las preguntas que ya no le pudimos hacer. Una de ellas es sobre la presencia de la selva o la Amazonía en sus cuentos, pues Bolivia, aparte de ser un país andino, también es un país amazónico. Este escenario se percibe en su cuento “La deuda” de Nuestro tiempo muerto. Ella sólo confirmó que tiene mucho interés en seguir desarrollando más proyectos con respecto a este espacio que tiene muchos elementos y materiales para ofrecer, sea a favor o en contra. Y no pudo evitar mencionar los incendios forestales que hasta hace poco afectaron no sólo la selva de Bolivia, sino también de Perú y Brasil.

Foto 3: Liliana Colanzi firmando más libros en Hay Festival Arequipa. Créditos: Omar Guerrero

Otros de sus próximos proyectos es abordar el desarrollo urbano de la ciudad de Santa Cruz, así como volver a trabajar los géneros de ciencia ficción y el terror, además de las transgresiones y los cuerpos abyectos. Otra información adicional son sus respuestas hechas a los otros colegas que también participaron de esta rueda de prensa como confirmar que parte de su proceso creativo es investigar sobre determinados temas a medida que avanza en la historia que está escribiendo. Y esta respuesta se sustenta en la información científica que se encuentra en uno de los textos de “La cueva” de Ustedes brillan en lo oscuro. En cuanto al género fantástico, también presente en sus cuentos, confiesa su predilección por Borges y Cortázar como sus principales influencias. También confirma que ella no decide si va a escribir una historia fantástica, pues esta va surgiendo al momento de la escritura. Por supuesto que en este proceso también se hace presente el horror como otra característica en su obra. Otras referencias o gustos literarios recaen desde la poeta peruana Blanca Varela hasta el escritor húngaro László Krasznahorkai.

Una de las últimas preguntas que le hicimos antes de salir a la calle Ugarte del centro de Arequipa donde se encuentra el hotel principal donde se alojan los invitados del festival es si ella considera que existe en la actualidad la formación de un nuevo boom latinoamericano de escritoras mujeres. Ella respondió casi lo mismo que ya han respondido otros nombres que están considerados dentro de este fenómeno actual como la argentina Mariana Enríquez, la mexicana Fernanda Melchor o la ecuatoriana Mónica Ojeda. Liliana Colanzi dijo que no, que lo suyo es una coincidencia generacional, pero que no es un boom, o que no lo ve así, y porque este nombre siempre va a estar relacionado a un grupo de escritores varones geniales que marcaron una época y que siguen siendo de gran influencia no sólo para la nueva literatura latinoamericana, sino también para otras latitudes, muy a pesar de que en esos años ya existía la presencia de algunas escritoras latinoamericanas que recién están teniendo la debido atención por la importancia de su obra como la mexicana Elena Garro, a quien recomienda leer. Lo cierto es que algo está pasando con la literatura escrita por mujeres en idioma español, tal como lo confirma Leila Guerriero en su larga crónica en tres partes que justo lleva el título “Algo está pasando”. Liliana Colanzi es, sin duda, parte de eso que está sucediendo o pasando.