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Reseña: La vegetariana (2024) de Han Kang

El cuerpo frágil de una mujer

Por Omar Guerrero

La vegetariana (Random House, 2024) de la escritora surcoreana Han Kang, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2024, fue publicado en su idioma original en 2007, y en el 2009 se hizo su adaptación cinematográfica en su propio país con el mismo título. Lo que vino después fue una serie de traducciones a varios idiomas, incluido el inglés, por lo que en el 2016 ganó el Man Booker International. En el 2017 se hizo su traducción al español por parte de Sunme Yoon, quien es considerada la responsable del éxito de esta autora en nuestro idioma, y cuyo trabajo se ha utilizado para esta edición.  

Esta novela es la más conocida de su autora antes de haber ganado tan importante galardón este año. Y esto resulta inusual debido a su edad, pues en la actualidad Han Kang tiene 54 años, lo que no es nada común para sus antecesores o antecesoras. Recordemos que la anterior escritora mujer en ganar el Premio Nobel de Literatura fue la francesa Annie Ernaux en 2022 cuando tenía 82 años.

La vegetariana está dividida en tres capítulos cuya extensión la mantienen y la presentan como una novela corta, pues esta edición de Random House tiene tan sólo 167 páginas. Cada uno de estos capítulos cuentan la historia de una mujer llamada Yeonghye, quien, una noche después de sufrir una pesadilla, decide no volver a comer carne. A partir de esta decisión se espera que esas imágenes llenas de horror ya no aparezcan en sueños, pero estas continúan, por lo que su decisión de no ingerir este tipo de alimentos se mantiene. Quien no logra entender la decisión de Yeonghye es su esposo, quien se asombra de que ella se haya deshecho de toda la carne guardada en su refrigerador sin importar lo que se haya gastado en ello.

Lo que viene después es una serie de cambios en el cuerpo de Yeonghye, sobre todo cuando decide alimentarse sólo con vegetales. Esto produce que baje de peso de manera considerable, que su piel pierda lozanía y que su rostro muestre una constante palidez. Aun así, su esposo la obliga a mantener intimidad con él sin importar que a Yeonghye estos encuentros le resulten cada vez más irrelevantes a pesar del olor a carne que expele su marido, incluso después de bañarse, además del reducido tamaño de su miembro viril. Y todos estos detalles se saben porque es el mismo esposo quien se presenta como el narrador de este primer capítulo titulado “La vegetariana”.

En este primer capítulo llaman la atención unos fragmentos correspondientes a las pesadillas o a los pensamientos de Yeonghye, las cuales se diferencian por presentarse en cursiva y por describir momentos truculentos y llenos de espanto, tal como ocurre con cualquier pesadilla. Aquí un ejemplo:

En los sueños, cuando le corto el cuello a alguien, cuando sosteniéndola por los pelos le doy el último golpe a la cabeza que pende oscilante, cuando pongo en mi mano los resbaladizos globos oculares e incluso cuando me despierto… Durante la vigilia, cuando me entran ganas de matar a las palomas que caminan delante de mí cuando tengo ganas de retorcerle el cuello al gato del vecino al que he estado observando desde hace tiempo, cuando me tiemblan las piernas y me baña un sudor frío, cuando me siento otra, cuando otra persona me surge desde dentro y me devora… En todas estas ocasiones…

…siento que se me hace la boca agua. Cuando paso por delante de la carnicería, tengo que tapármela. Es por la saliva que me brota de la base de la lengua, me empapa los labios, se me escurre por la boca y se derrama. (pp.35-36).

En este primer capítulo también sobresalen dos episodios referidos a una cenas ineludibles y bastante incómodas para Yeonghye. La primera es una cena con los jefes de su esposo donde tiene la obligación de “comportarse como se debe”. Ella intenta cumplir la orden de su esposo, pero lo que no puede cumplir es el hecho de comer carne, lo que llama la atención de todos los asistentes, incluida la esposa del jefe. Y enseguida empiezan una serie de comentarios acerca de los vegetarianos, en especial si son mujeres, lo que pone en evidencia ciertos prejuicios propios del machismo, motivo de mayor crítica en esta novela.

La segunda cena ocurre en la casa de su hermana mayor llamada Inhye, quien está casada y tiene un hijo, y que acaba de comprarse un amplio apartamento. Para celebrar este hecho, reúne a la familia, entre los que se encuentran los padres de Yeonghye, quienes ya están enterados de la decisión y el comportamiento de su hija debido a que su yerno los mantiene muy bien informados, pues esta es su forma de mostrar su disconformidad y queja. Quien también asiste a esta reunión es el hermano menor de ellas, quien acude con su pareja y con sus hijos. Todo transcurre como cualquier cena familiar hasta que Yeonghye muestra su negativa a comer carne. Su familia insiste en que coma, sobre todo sus padres, pero ella se resiste. Es entonces que ocurre un hecho de violencia machista por parte del padre, quien ha decidido que su hija debe de comer carne así ella no quiera. El resultado a esta agresión es una respuesta de Yeonghye que sorprende y sobresalta al lector, pues toda calma se rompe al punto de alcanzar el caos y una posible tragedia.

La segunda parte se titula “La mancha mongólica” y allí se muestra a Yeonghye con una actitud demasiado extraña. Ella intenta mantener una vida sin comer carne, por lo que sigue siendo cuestionada y supervisada por sus familiares. Entre ellos sobresale su cuñado, el esposo de su hermana Inhye, quien se preocupa por ella al punto de lograr un acercamiento que parece inofensivo, pero que poco a poco se va volviendo oscuro y prohibido. Aun así, surgen ciertas intenciones que se habían mantenido muy bien ocultas en la primera parte. Para alcanzar a describir estas decisiones e impulsos, la autora recurre a un narrador en tercera persona, sobre todo para mantener el suspenso con cada hecho y cada situación que se va dando y que otra vez logra sorprender al lector, muy en especial cuando se descubre lo que ya se ha consumado, y que puede considerarse una falta o una traición. En este capítulo los desnudos y el erotismo cobran mucho protagonismo al igual que la prosa en la narración, que no escatima en palabras, imágenes y términos para mostrar aquello que se denomina como “la mancha mongólica”.

En la tercera parte titulada “Los árboles en llamas” la narración se mantiene en tercera persona para focalizarse en Inhye, la hermana mayor de Yeonghye, quien se encarga de cuidar de su hermana que permanece recluida en un hospital psiquiátrico. Y es que a Inhye le sobran las razones para decir que su hermana está mal de la cabeza. Parte de los procedimientos dentro del hospital es mantenerla sedada y aplicarle alimentos líquidos debido a la rotunda decisión de Yeonghye de ya no probar ningún tipo de bocado, así sea vegetal. Y esta decisión afecta mucho su salud, pero a ella no le importa, pues sólo espera terminar con su vida humana para empezar una vida vegetal, propia de la naturaleza, tan igual a la que rodea este hospital alejado de la ciudad. Su hermana Inhye intenta entenderla, pero sólo escucha ciertas incoherencias por parte de Yeonghye, quien llega a afirmar que de su cuerpo de mujer saldrán ramas y raíces como cualquier planta (de allí la referencia a la portada tanto en español como en otros idiomas). Y a pesar de este comportamiento, Inhye intenta ayudar a su hermana junto a los médicos y enfermeros. Sin embargo, Yeonghye se mantiene firme en lo que podría ser su última decisión. Y en esta lucha se mantiene una tensión tan cercana a lo trágico, en especial si de por medio está el cuerpo frágil de una mujer.   

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Datos del libro reseñado:

Han Kang

Ganadora del Premio Nobel de Literatura 2024

La vegetariana

Random House, 2024