Y la luz desespera de seguirme. Apuntes sobre Estratagema en claroscuro▶
Por Cristhian Briceño
Esos procesos demoran
Santiago Vera
Nuevamente salgo de la lectura de este libro con la sensación de haber presenciado algo poco común y difícil de determinar. En algunos de sus fragmentos sobre poesía, Novalis escribió que esta es infinitamente compleja y, sin embargo, es también muy sencilla. Esta afirmación, con pretensiones de agotado tropo, nos conduce al laberinto sin salida de querer definir o calibrar algo que, sin contar lo que hagamos, se terminará escurriendo entre los dedos. De ese modo, los poemas de Magdalena Chocano me suelen recordar a aquellas antiguas fórmulas matemáticas previas a la notación algebraica, escritas en verso y que, más que luz, arrojaban una tupida penumbra que no hacía sino avivar la curiosidad de los iniciados, dando pie a siglos de deliciosa especulación y conciliábulo. No existe el cabo del hilo que nos conduce a desentrañar la “verdad” del poema, o, en todo caso, la notoriedad de ese providencial cabo se corresponde con el tamaño de nuestra confianza, una suerte de “creer para ver”. Lo finito dándose apariencia de infinito, nos vuelve a decir Novalis. La lectura de los poemas de Chocano suele ser un proceso que demora, en cuanto su estrategia semántica presenta cambios de ritmo que pueden llegar a desconcertarnos, y salir de ellos nos obligará a tomar una bocanada de aire y emprender nuevamente el ascenso a su cuesta; nos topamos, por ejemplo, con expresiones tales como “el noúmeno cernido de las cosas” o “cariátide maleable”, para después encontrarnos con versos de apacibles fraseos y significados, en apariencia, cristalinos: “la parsimonia de beber la ya extinta Kola Inglesa”. Este movimiento de entrada y salida es tan logrado que no podemos hacer otra cosa que reconocer que estamos en terreno poético, en el momento donde algo sucede con las palabras aunque no podamos cercar ese sentido para examinarlo con ojos de entomólogo; debe ser parecido a identificar cuántos colores presentan las alas de una mariposa mientras se aleja velozmente de nosotros atravesada por los último rayos del sol. Esos procesos demoran, también, porque la obra de Chocano tiene un alcance, entre comillas, reducido en nuestro medio y, de alguna forma, repele al canon e incluso deja indicios de esto en varias de sus líneas. Baste recordar su artículo titulado “Ruido canónico vs. poesía” aparecido en 2005, donde afirma descreer de las reseñas que tienden a la conformación de grupos o sociedades que reparten el rótulo de poesía sin siquiera haber accedido al hecho poético en sí. Chocano se desvía de ese ruido canónico hacia el locus donde el silencio fomenta la contemplación de lo profundo; desestima la necesidad que tienen muchos autores por afianzar una carrera en base a reseñas simplonas, menciones en recuentos, fotografías en portadas de suplementos culturales, premios a la popularidad y demás idioteces.
Para seguir leyendo, se puede acceder a la reseña completa en este enlace.