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Reseña: Miseria (2023) de Dolores Reyes

Madres y familiares desaparecidos 

Por Omar Guerrero 

Miseria (Alfaguara, 2023) de la escritora argentina Dolores Reyes (Buenos Aires, 1978) es la continuación de su primera novela Cometierra (Sigilio, 2019) cuyo éxito ha cruzado las fronteras de su país, además de ya haber sido confirmada su producción como serie para una conocida plataforma streaming. En esta segunda parte el lector encontrará una novela compuesta por dos voces narrativas: una correspondiente a Miseria, el personaje juvenil femenino que aparece en la última parte de Cometierra, y Cometierra, la protagonista del primer libro, cuyo verdadero nombre se llega a saber en esta nueva entrega a través de los diálogos que sostiene con gente querida para ella, pero que ya no está con vida. Cada una de estas voces, de Miseria y Cometierra, se apropia de cada capítulo contado en primera persona y de manera intercalada. Muchos de estos capítulos son bastante breves.  

Miseria es la cuñada de Cometierra. Ella está embaraza. Espera un hijo de Walter, hermano mayor de Cometierra, quien trabaja casi todo el día por lo que es evidente gran parte de su ausencia. Entre los tres han formado una nueva familia en un nuevo barrio lejos del conurbano donde pertenecen. Y mientras se desarrolla la gestación de este bebé, Miseria va asimilando su rol de futura madre y de las necesidades que tienen como mujer junto a su nueva familia. Miseria sabe que estas mismas necesidades también las tendrá su pequeño, lo que demuestra los constantes problemas económicos y sociales de un país como Argentina, además de la pobreza, cada vez más creciente. Por eso Miseria sale a trabajar en lo que puede con ayuda de un nuevo personaje femenino llamada Tina, su amiga, a la que llama “la Tina”. Y al conseguir algunos pocos recursos, Miseria no se cansa de repetir lo siguiente: “Cometierra, acá desaparece gente todo el tiempo, acá, tu don es oro”. Y es que Cometierra se niega ahora a comer tierra. Ya no quiere saber nada de mujeres desaparecidas ni mucho menos ser testigo del sufrimiento ajeno, para eso intenta llevar una vida normal como cualquier muchacha. Aun así, Cometierra no puede evitar ver y coleccionar carteles, anuncios y volantes con fotos y nombres de muchachas desaparecidas. Y es que, para ella, la tierra nunca deja de llamarla.  

Por su parte, Miseria intenta ser una buena madre desde el momento de su gestación. Acude a citas de control prenatal, pero lo único que encuentra es maltrato y desconfianza por parte del personal de salud. Es evidente el sentido de denuncia a estos servicios y al sistema de salud pública. (En estas interminables colas y solicitudes de atención, Miseria se convertirá en testigo de dos chicas que no tienen reparos en mostrar su amor, más aún al saber que se convertirán madres, pues una de ellas está embarazada). En una de estas tantas visitas al hospital, Cometierra intenta darle el alcance a Miseria, quien ya está a punto de dar a luz, pero hay tanta gente y todo es un desorden que lo único que encuentra es una perrita a la que luego le pone el nombre de Polenta, además de conocer a Lucas, un enfermero que trabaja en una clínica y con el que llega a tener más que una amistad. Aquí lo sexual sigue siendo explícito en la narración, tal como sucede en Cometierra

“Las manos de Lucas van por mi espalda hasta llegar a la bombacha, me la baja de un tirón y cuando me llega a los tobillos, muevo las piernas para ayudar a sacármela y me subo sobre él. Parece que hubiera sido hecha exactamente para encajarme en las caderas de Lucas con las piernas abiertas. Su pija me entra de una, como si hubiera estado esperándola y lo abrazo con todo el cuerpo. Lucas me da un beso mientras hace fuerza por tumbarme de espaldas. Trata de que no nos despeguemos pero algo falla, porque cuando me dejo empujar hasta sentir el piso del balcón en mi espalda desnuda, su pija sale de adentro mío el tiempo suficiente para que suba un olor animal. A Lucas le gusta mucho más que cualquier perfume, porque me besa de nuevo mientras pone sus dos manos en mi cadera para arrastrarme hacia él. Creo que no podríamos estar más pegados, pero igual trato de apretar su cuerpo desde el nacimiento de mis piernas, mientras él empuja como si quisiera meterse todavía más. Arriba suyo, tan cerca que marea, todo ese cielo que acabo de descubrir” (pp.110-111, en su versión electrónica).    

 Muy aparte de estos hechos, hay cosas que Cometierra no puede olvidar, a pesar de las nuevas experiencias a las que se somete y que disfruta. Estos recuerdos corresponden a su madre, a la seño Ana (su profesora) y la Florensia (su amiga desaparecida). Por otro lado, Miseria está dispuesta a dar a luz a su bebé, pero ya no en un hospital. Es entonces que se da de un parto asistido de forma casera, considerado como uno de los pasajes más interesantes de esta segunda entrega:   

“Pienso que no voy a poder soportarlo. Sáquenme al bebé de una y escucho la voz de Tina como si fuera la de mi mamá: Vamos, Miseria… ¡Poné la fuerza acá abajo que nace ahora! Con lo que me queda de aire, espero a que las puntadas vuelvan a endurecerme la panza para empezar a empujar. Solo pienso en la fuerza llegando a mis músculos, como si estuviera trayendo toda mi sangre. Siento un calambre que empuja sacando no solo al cuerpo de mi hijo, sino hasta la última burbuja de aire de mis pulmones, pero en vez de echarlo por la nariz, me sale en pujos desde la panza. Ahí está la cabeza, anuncia la Tina. ¡Ahí salen los hombros! (p.121, en su versión electrónica).  

Después del nacimiento del bebé de Miseria, a quien llaman El Pendejo, la historia cobra un mayor realce cuando llega el momento de volver a comer tierra, más aún con el apoyo de Miseria y de la Tina, incluido el uso de las redes sociales para dar a conocer este don. Cometierra usa de nuevo sus poderes porque sabe que la gente necesita su ayuda. Y ante sus ojos, o lo que ella logra ver en la oscuridad, o la información que le proporciona la tierra, logra descubrir el paradero o lo sucedido con las chicas que son buscadas, muchas de ellas sometidas, esclavizadas o víctimas de inacabables feminicidios: Melody, Yazmín, Lucía, Martina, y muchas otras más; incluso hasta una perra, que es considerada como el único pariente de una persona, su dueña, que la busca con insistencia. La mayoría de estas personas son mujeres, sobre todo madres, aunque también hay padres que, a pesar de su condición de varones, no pueden ocultar su temor y dolor al conocer lo sucedido con sus seres queridos. El llanto es irreprimible.   

Es a partir de esta nueva incursión de Cometierra como médium que surgen otros hechos que seguirán interesando al lector, como el regreso de la tía de ambos, la hermana de su padre, quien abandonó a sus sobrinos cuando eran unos niños apenas quedaron huérfanos (su presencia fue muy breve en la primera parte de Cometierra). Lo mismo pasa con la noticia que trae esta tía con respecto a la salud del padre, de quien Walter intenta mantener lejos para proteger a su hermana (Cometierra), a su pareja (Miseria) y a su hijo (El Pendejo), de quien la tía ya tiene conocimiento de su existencia (sus saludos más parecen amenazas). O también el hecho de descubrir que el bebé de ellos, El Pendejo, también gusta de comer tierra, al punto que llega a contar lo que ve a través de sus primeras palabras. Otro regreso en esta segunda entrega es Ezequiel, el policía, para realizar más búsquedas o pesquisas en medio de ferias o lugares nocturnos llenos de cumbia y bailanta. Pero lo más interesante es la presencia de otro personaje femenino con los mismos poderes que tiene Cometierra. Hasta se podría decir que es mucho más poderosa. Ella es Madame, la reina de la noche, quien advierte y reta a Cometierra a no meterse en su territorio. Es, sin duda, su antagonista, pues se presenta como un ser maligno, razón suficiente para que Cometierra tome una decisión trascendental mientras la madre de Florensia, su amiga de la infancia, le insiste para que le diga la verdad sobre el paradero de su hija desaparecida. Se suma la voz de la seño Ana, su profesora, quien no se cansa de aconsejarla para prevenirla del daño. Y con ello también llega la presencia de un grupo de mujeres que se van organizando para reclamar una serie de derechos a través de manifestaciones que ya no podrán ser reprimidas. Y todo esto queda en suspenso mientras se espera una siguiente entrega que consolidará una trilogía que seguirá dando mucho que hablar, tanto de sus personajes como de su autora, quien ya es toda una celebridad en las leras latinoamericanas e internacionales, pues sigue siendo traducida e invitada a distintos eventos culturales y literarios. Y es que Dolores Reyes es la estrella del momento.     

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Datos del libro reseñado

Dolores Reyes 

Miseria 

Alfaguara, 2023 

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