Ciertas perversiones
Por Omar Guerrero
Caperucita se come al lobo (2012) (La Travesía Editora, 2021; Random House, 2020) de la escritora colombiana Pilar Quintana (Cali, 1972),[1] es un libro de cuentos que reúne ocho relatos (seis correspondientes a la primera edición del 2012 y dos adicionales tomados de la edición del 2020). La mayoría de estos relatos tienen en común lo femenino, pero no el lado trágico ni sufriente, mucho menos en lo subyugante y abnegado. En ellos encontramos una serie de impulsos y situaciones placenteras que podrían remitir a cierto tipo de perversiones donde lo sexual siempre se impone.

En el primer cuento titulado «Olor» una mujer siente una atracción hacia un hombre que le resulta apuesto, pero que peculiarmente le huelen mal las axilas. Ella es escritora. Él también es escritor, pero ensayista, de nacionalidad española. Todo transcurre en las inmediaciones de una feria del libro con entrevistas y presentaciones, entre ellas, una con el escritor brasileño Rubem Fonseca, en cuya obra lo sexual también es explícito.[2] Ambos protagonistas intercambian primero algunas palabras. Poco a poco sus conversaciones se vuelven más extensas mientras observan una ciudad que podría ser mexicana: hay tacos y enchiladas. Llega la noche y las luces de neón les resultan curiosas y atrayentes. Ambos se emborrachan y hablan de escritores y libros. El impulso es mutuo. Es imposible frenar el deseo, a pesar del mal olor de las axilas del hombre, que curiosamente no produce rechazo ni distancia. El lenguaje explícito usado en torno al sexo también sorprende:
Me senté en la cama. Miguel tenía una verga gorda y rosada. La acaricié con mi cara. Olía a leche cortada. Lamí, tenía un gusto salado. Lamí un poco más, me la metí en la boca y empecé a chupar. (p.18).
En el cuento «El hueco» se aborda una historia extremadamente violenta contada desde una voz masculina. Al inicio solo se sabe que hay dos personas en un par de celdas contiguas dentro de un hueco, que en realidad no es un hueco, sino una estructura de paredes altísimas de concreto y sin techo. La persona que acompaña al personaje que cuenta la historia es una mujer llamada Mariángela. Ambos están ahí por una traición hacia un hombre que bien podría ser un narcotraficante que no duda en comportarse de manera vengativa y sanguinaria. Esta traición obedece a un impulso sexual que no es perdonado por Víctor, el hombre millonario y poderoso que decide castigar a este par de amantes de la peor manera. Este es el origen de la venganza cuyas descripciones no son aptas para lectores sensibles:
No nos dijimos nada. Todo lo hicimos con desesperación y abandono, y no creo que fuera solo por el peligro o porque fuera nuestra primera vez, sino también porque sabíamos que era la última. Pero fuimos felices, nos mirábamos a los ojos, más bien nos comíamos con los ojos, y sonreíamos. (p. 28)
El cuento «violación» bien podría tener referencias a Lolita de Nabokov. Trata la historia de un hombre que solo consigue erecciones blandas con su pareja. Todo indica que son de la misma edad. Esta señora tiene una hija de un anterior compromiso. La niña tiene trece años. Los tres viven en la misma casa. La presencia de la niña consterna al hombre. No puede evitar mirarla. La posibilidad de una cercanía con ella, e incluso, una intimidad, resulta imposible, hasta que se da la oportunidad con la ausencia repentina de la madre. Entonces su erección se vuelve contundente. Lo que sorprende es la decisión de la niña antes, durante y después del encuentro íntimo con su padrastro, lo que produce otro hecho inesperado con respecto a la madre. A continuación, cito un fragmento que parece una referencia directa a la novela de Nabokov:
La niña sí le producía erecciones como debían ser. Le bastaba con verla salir de la ducha envuelta en su toallita blanca o paseándose por la sala con su piyama de pantalón corto y blusa de tiras.
Vivía con ellas desde que la niña tenía siete años. Ahora tenía trece y le decía papá. Los senos ya le estaban brotando. Pero la regla todavía no le había llegado. […] (p.33)
El cuento «Caperucita se come al lobo» es el mejor de todo el libro. Está narrado en primera persona por un personaje femenino bastante joven. Toda la historia tiene referencia al clásico cuento Caperucita. Los personajes y hechos son los mismos. Hay una niña, una madre, unos pastelitos, una abuelita y un sujeto apodado «el lobo». Incluso también hay un personaje que bien podría ser el leñador justiciero. Por otro lado, el barrio donde ocurre esta historia se llama El Bosque. Todos los hechos son similares al clásico cuento infantil con la diferencia de que este cuento contiene sexo explícito dado entre los dos personajes antagonistas. Lo más curioso es que la perversión no viene del lobo sino de la caperucita. Aquí el acto de «comer» corresponde a lo evidentemente sexual:
Le cogí la verga y sentí en mis dedos el cosquilleo de un fluido que le subía. Eso me enloqueció, se le había puesto durísima. Él metió la mano por el impermeable. Me acarició las tetas y me pellizcó un pezón. Eso me enloqueció más. Me monté entres sus piernas, él buscó por debajo de mi falda y me corrió el calzón. Le apreté la verga, me la inserté. Solté un gemido y nos empezamos a mover. El polvo fue desesperado. Fue ávido. Fue duro. Fue delicioso. Nos vinimos juntos en una explosión como de juegos pirotécnicos. Y fue liberador: había cumplido una perversión. (pp. 44-45)
El cuento «Amiguísimos» trata sobre dos amigos ya adultos: Juan Diego y Roxana. Juan Diego no tiene reparos en presentarle a Roxana sus nuevas amigas, que en realidad son sus enamoradas o parejas de turno. Esto no parece molestarle a Roxana, más aún si esto ocurre en reuniones en bares nocturnos donde los tragos y conversaciones pueden disimular cualquier tipo de sentimiento. Aunque la atracción entre ambos es inevitable, siempre y cuando no quede ningún compromiso de por medio. Ellos son «amigos con derechos» a pesar de la sinceridad y la ternura. Aquí el sexo otra vez se muestra de manera explícita. La mujer, una vez más, toma el control:
Roxana le quita la ropa y se termina de quitar la ropa ella. Lo lleva al sofá. Lo sienta. Juan Diego se ha puesto dócil, a todo se somete. Roxana se le monta encima y se mete en su verga. Se quedan muy quietos y se miran. Pero no se besan. Ellos nunca se besan. Él se recuesta en el espaldar y ella echa el cuerpo hacia atrás, cierra los ojos y empieza a moverse despacio. (p. 56)
En el cuento «Una segunda oportunidad» surge un hecho insólito a partir de la ingesta de un brebaje otorgado por un hombre indígena en un espacio rural. Antes de este hecho, se cuenta la llegada de una mujer policía en lancha a una isla. Allí, en su cabaña, ella es recibida por su pareja, un hombre llamado Donaldo, que a su regreso siempre le pregunta si le sigue siendo fiel. La mujer le dice esta vez que no y le menciona, ante tanta insistencia, el nombre de su amante. Esto desemboca en la ira y violencia de Donaldo. Después de lo ocurrido, ella busca ayuda no sin antes entablar comunicación con su amante, a quien no le dice nada de lo que ha sucedido. Ella está golpeada y adolorida. Él, en cambio, le menciona que lo que ha sucedido entre ambos no puede saberlo su esposa. La mujer policía parece arrepentirse de haber sido sincera con Donaldo. También parece arrepentida por la infidelidad cometida. Es ahí que ocurre lo insólito sin saber siquiera que esto vaya a suceder. Solo la presencia del hombre indígena y el ámbito rural hacen posible lo increíble. Por supuesto que aquí otra vez el sexo es motivo de los hechos que solo lo insólito logra remediar:
[…] Se rio otra vez y me dijo entonces hablemos. ¿La tiene grande?, exigió. No le respondí. Me estalló contra la pared y me volvió a preguntar con los dientes apretados si la tenía grande. Le dije que sí. […] (p. 62)
En el cuento «El estigma de Yosef» se encuentran referencias bíblicas. Así como en el cuento «Caperucita se come al lobo» se recrea el clásico infantil, aquí se recrea la concepción de una mujer tal como sucedió con la Virgen María. El dilema reside en la esterilidad del personaje narrador, un hombre que pone en duda su paternidad ante el embarazo de su pareja Miriam. Aquí otra vez el tema de la infidelidad rodea en la cabeza del protagonista masculino. Lo sexual ya no es tan evidente, aun así, quedan sombras de lo que se asume como una falta o pecado:
Yo le había mentido, era cierto, pero lo que ella pretendía hacerme a mí, endilgarme el hijo de otro, seguro del tal Gabriel que metió a nuestra casa y la dejó perturbada, era mucho peor que una mentira. (p. 71)
En el último cuento «Hasta el infinito» lo insólito vuelve a presentarse de una manera mucho más prolongada. Una mujer sufre un accidente de avión, pero sobrevive. También sobrevive a otros hechos como una malaria o un marido maltratador. Después del accidente, ella llega a recobrar el sentido, pero no logra tener conciencia del tiempo transcurrido. Tampoco de la ciudad donde se encuentra. Solo sabe que está en un hospital. Las enfermeras y la psicóloga son personas grises y desleídas. La mujer se siente atrapada, como si estuviese en una cárcel. Logra abrir una ventana del edificio y se avienta. No muere, tampoco sale herida. Simplemente rebota en un suelo gelatinoso. Entonces lo insólito comienza a tomar matices propios de la ciencia ficción. Ella camina por la ciudad que se parece mucho a Bogotá. En su camino se encuentra con Hache, quien reside en Nueva York, pero que está ahí, con ella. Hache la lleva a su departamento donde vive con su esposa, pero la mujer que ha sobrevivido a tantas cosas no se relaciona con la esposa de Hache. Ellas no se hablan ni se miran. Una parece el reflejo de la otra, como un desdoblamiento. Sin embargo, el único contacto se da con Hache. Mientras tanto, ella recuerda a su segundo esposo y a su hijo de tres años. En esta (extraña) convivencia con Hache y su esposa se llega a conocer una infidelidad del pasado. También vuelve a presentarse el sexo como un acto necesario. Aun así, todo parece mantenerse en otra dimensión.

Sin duda se trata de un relato atípico respecto a los anteriores. Solo el sexo, cuya iniciativa corresponde a los personajes femeninos, parece mantener un parangón con los relatos antecesores:
Al instante la puerta se abrió y entró la mujer con las llaves en la mano y la cartera al hombro. La silla de Hache era de ruedas y él se dio la vuelta hacia la puerta. La mujer no saludó ni dijo nada. Dejó sus cosas sobre el comedor y caminó hacia él. Bajé la cabeza para no verle la cara. La mujer se le plantó enfrente y Hache, que seguía sentado y tampoco decía nada, le desató los pantalones.
Hicieron el amor en la silla, sin desvestirse del todo, ella encima y él con los ojos cerrados. Yo, mientras él respiraba fuerte y gemía, mientras se movía, le decía al oído es conmigo que lo estás haciendo, Hache, es conmigo. […] (pp. 91-92).
Se concluye que Caperucita se come al lobo es un buen libro de cuentos donde predomina lo sexual y lo femenino sin ninguna intención de juzgar los impulsos y las decisiones de sus personajes. Estos, simplemente, obedecen a su naturaleza.
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Datos del libro reseñado:
Pilar Quintana
Caperucita se come al lobo (2012)
La Travesía Editora, 2021; Random House, 2020
Puntaje: 4/5
[1] Pilar Quintana ha escrito cinco novelas y un libro de cuentos. Fue parte de la primera lista de Bogotá 39 en el 2007 organizada por el Hay Festival. Su novela Coleccionista de polvos raros recibió el Premio de Novela La Mar de las Letras en España. Su novela La perra ha sido traducida a quince idiomas y ha sido finalista del Premio Nacional de Novela y del National Book Award. También ha ganado el Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana y un PEN Translates Award. Con su novela Los abismos ganó el Premio Alfaguara de Novela en 2021.
[2] Sugiero la lectura de los Cuentos Completos en tres tomos de Rubem Fonseca donde se menciona lo explícitamente sexual. Sucede lo mismo con su novela La cofradía de los espadas.