Los
cuentos que presentamos a continuación son
cuentos inéditos del escritor peruano Carlos
Eduardo Zavaleta. Fueron seleccionados del total de
25 que conforman el libro, próximo a editarse,
Relatos brevísimos.
La envidia
El abrazo del oso
Amor paralelo
Mesas sucesivas
El montañista
EL
ABRAZO DEL OSO
(Tiempo
estimado de lectura: 3')
Vi
el más tremendo y cruel abrazo de oso en una
civilizada calle de Miraflores, y no se trataba de
un circo, ni tampoco había un oso.
El
más alto de los alumnos del próspero
colegio Champagnat tenia por costumbre, a la hora
de salida, el llevarse del cuello a otro alumno. Iba
como a la cabeza de un desfile alegre, ruidoso, de
otros alumnos que le aplaudían por la presa
que llevaba consigo. La presa podía ir más
o menos colgada, tratando de respirar, pero sin negarse
jamás al estrecho y peligroso abrazo de quien
en verdad era el amo del colegio. La presa podía
enrojecer por el camino, dar de grititos menudos,
patalear un poco por el temor a la asfixia, pero de
ningún modo podía zafarse de aquella
muestra de extraña y honorable intimidad.
Al
llegar a la Diagonal, el oso y su presa eran saludados
por otro grupo de curiosos, y así, con un cortejo
más poblado aún, el desfile avanzaba
hacia el Malecón Balta.
La
presa, en sus pataleos, lograba de vez en cuando pisar
el suelo y dar de saltitos; era su modo de aflojar
un poco la fuerza del abrazo y sentir una bocanada
de aire; sin embargo, pese a su buena voluntad, no
evitaba que su cara empalideciera cada vez más,
y así mostraba luego los primeros signos de
incomodidad. Pero seguía en su prisión,
digna y sufrida, contribuyendo con sus pataleos al
éxito del desfile.
Hasta
que en la esquina de Berlín, el muchacho colgado
emitió un largo graznido, movió varias
veces la cabeza y gruñó para librarse
de la asfixia mortal.
Molesto,
ofendido, el enorme alumno de los desfiles lo tiró
al suelo y le puso un pie encima, triunfante.
¿Qué
te pasa, idiota? le increpó. ¡Te
estoy haciendo un favor al pasearte por lo alto! ¿Crees
que me faltan candidatos? ¡A ver, a ver! ¿Quién
quiere colgarse de mí?
¡Yo,
yo, y yo! varios alumnos menores que él
daban de saltos y pedían prenderse del oso.
©
Carlos Eduardo Zavaleta, 2003 |