Willy Gómez Migliaro

Jorge Otero

Alberto Valdivia Baselli

Lisette Crespo Leyva

Cynthia Campos Bendezú

Manuel Aguirre

Giancarlo Andaluz Queirolo

Juan Arabia

Juan Carlos Bustamante Velarde

Takashi Tsuboyama

Ángel Lezama

 

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Cynthia Campos Bendezú

por Cynthia Campos Bendezú

 

POSICIÓN

I

Soy
La muchacha mala de la historia.

María Emilia Cornejo

Abogo por la chica buena en los burdeles
Del centro
Expuesta
A la intemperie
De miradas señoronas sin autoridad
y sin decencia

Benditos sean sus índices hipócritas
Las vigas de sus ojos
Sus ojos aplastantes.

Señoras / Señoritas:
Abogo por la chica buena en los hostales.
Por la que ya no puede abrir la puerta de sus padres.
Por la que no conoce la ropa interior, ni necesita.
Por las pruebas de embarazo negativas, las de Sida,
Por Kant y por la Madre Teresa de Calcuta.

Por la chica buena, pues, la chica buena,
Que conoce el mal instinto en las braguetas,
Pero abre las piernas por amor, pero la vejan.

Por la buena mentirosa y por la mentirosa buena.
Por la que ya no tiene piel y las caricias
La infectan.

II

¿Vas a mentirme ahora acerca de tus ojos,
de tu esterilidad y tu malicia,
de tu tiempo?

¿Vas a venir ahora a darte por vencida,
a mostrar parte por todo y ocultar
una por una, tus caídas?

¿Pretendes hacerme creer en tu silencio,
en tu máscara de ángel ensayada en el espejo,
en tu intención?

Si eres un ángel di qué hacían
Esas entrañas ajenas en tus manos
Por qué me viste cara a cara, involucrándome
Por qué tuve que huir de tu reflejo.
¿Por qué asesinas frente a los espejos?

Espantoso animal, quieres que crea.
Y tanta sangre y tantos miembros.
Tanta impudicia y sordidez y tu miseria
Y aquella vez que te encontré dopada,
Sonriente, exorcizada, casi muerta?
Y todo lo que he visto por tus ojos?
Y vas a mentirme aquí, y quieres que crea?

Espantoso animal. Mi niña cuerva.

 

III

Y al final la palabra
Es lo único no dicho
Lo único de hastío
Y luego simplemente lo único.

(Una vez quise decirte por ejemplo)

Y lo que quise decir se queda en mí
Libre de juicio
Queda en mí, pero me escribo.
Traiciones del oficio.

(No importa
hace tiempo, una vez, quise decirte)

Y no quiero repetirlo, pero queda
Aún una esperanza, pero queda
Aun cuando en las tardes se marchite
El árbol del candor
En la Ciudad Jardín.

Aún entonces
Expuesta a los delirios de la noche
Quizá sí seas buena,
Un buen ángel
Y no cuerva
Cuando con nuevos ojos veas belleza
En esta espantosa ciudad llena de penas.

 

REINOS.

 

I.

Cantos gregorianos.

1.


Escuchen las voces de la Siempretriste!

Alguien canta sus infiernos a tu oido.
Un ángel,
Con cara de ángel y sonrisa herbívora
Canta
Y arroja tus despojos al camino.

Canta tus infiernos, Siempretriste, mientras puedas.
Canta mientras dure el poema que incineras.
A ver, escucha tú cómo es que aúllan, cómo gimen.
A ver, soporta tú. Nuestro acto cruel redime.

2.

Y un ángel volará hacia ti para absolverte.
Oye la voz. Es dulce ¿no? No tengas miedo.
Solo hay que oirla bien. Su voz…
Nada hay en todo el reino oh! como su voz:
Un hilo de luz azul en los oidos. Luego sangre.
Sangre exorcizante y sin alianzas
Donde se ve la vida en anteriores reinos.

Éste es el último y el definitivo.
El gran Reino del Horror y del Silencio.
Aquí se ingresa por castigo.
Aquí no tiene fin el miedo.

Escuchen bien las voces de la Siempretriste!

II.

Se oye un grito angustiado entre la noche.
Alguien
con un dolor de espinas en el cuello
Ha despertado
Y todo el vecindario
Encendió la luz
En sus ventanas.

Mira:
La niña que dormía tranquila no escuchó
Tu canto. El gato
Sigue hurgando en la basura. Las luces
Se han ido apagando.

¿Sientes cómo el aire se disipa
en una complexión de colores
y de cosas antes vista?
¿Sientes a Dios corriendo por su vida?
¿Sientes el f río en las entrañas
de mi madre? ¿Sientes,
o has sentido entre la noche,
alguien que grita?

Es un nuevo amanecer sobre estas tierras.
Es la niña que despierta y que respira.

IV.

Qué sería de mi voz llamándote
Si nadie te hubiese nombrado
Un aullido de dolor en el vacío
Un animal que grita en sus adentros
Sonidos guturales sin acertar tu nombre
Que es único y distinto en cada lengua
Y que por suerte existe.

¿Ves este cielo en tu ciudad natal,
gris y coronado de palomas
que asemejan basuritas
bailando en pleno aire?

¿Qué pensará de su cielo
un habitante de Marte?
Será rojo o será gris como yo veo ahora
Como creo
Que será tu silencio que ya adviene,
Que es la vocación, táctica
Y herramienta de tu instinto.

¿Qué sería de tu canto
si hediondas sirenas
no lo hubiesen entonado?

¿Cómo evocar nunca tu voz
si no hubieses hablado?

Sería otra vez la nada, siempre atada a mis muñecas
Llevándolas sin pudor hacia tu cuello, hacia tu sangre

(¿Es rojo o es azul el cielo en Marte?)

 

SRA. MONA LISA RIE

Señora Mona Lisa ensaya su tragedia:
No le gusta decir whisky
Frente al clic del ojo atento que la observa.

No le gusta que la observen

Una risa paranoica va a colarse por sus dientes.


Clic!

 

© Cynthia Campos Bendezú, 2006

 

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Cynthia Campos Bendezú: (Lima-Perú, 1984) Cursa el último año de la carrera de Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Actualmente trabaja para la sección cultural del diario La República.

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Para citar este documento: http://www.elhablador.com/poesia11_5.htm
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