Cuarto creciente 5
Cuarto y recámara y fosa y precipicio y cuesta
Y nombre
Y desinencia de tus mayúsculas
Mi habitación no solo padece de liturgias concéntricas
En tu cuerpo improbable
Tu fonética, tus sílabas perennes, tu pedazo de palabra
Está abierta al gemido de hondas oscuridades
En el abismo que tu posibilidad engaña
En el vértigo que tu piel exhala
A pesar de mi cuerpo
En tus poros avanza, silente, mi última música
Y esa creciente es otra marcha que nos adelanta y difumina
Quebradiza en sus tropiezos como todo contorno curvo
Tu cuerpo está en el espacio de la posibilidad
Destituida
Tu espuma cotidiana es el laberinto que un sexo atisba en otro
Y quiebra de doce espacios
Una palma de mano humana es un pobre remedo de caricia
Una lengua enmudecida es pequeña cinética para el torrente sanguíneo
Un cuerpo erecto es poca pretensión para las quimeras cuánticas
Y el estallido imperceptible de una molécula
Goza un éxtasis que la sombra móvil de la luna advierte
En nuestros cuerpos poco estorba el quiebre y el crepúsculo
La noche es diminuta para cuán dóciles opacidades
Ninguna espiga de carne habrá de ingresar a fecundar la tierra
Graves dioses de la recámara y el abismo
Nadie es la mira y el móvil desde el punto de vista del disparo
Es la sangre una rosa quebrada en la boca de tu respiro
Nadie es el disparo si los cuerpos son uno y uno en caza
De dos
Otro singular creciente es el beso en yuxtaposición de dos tiempos
Y la pausa de la lágrima que arriba
Es la instancia de lo una y otra vez bendecido
Por hondas fosas de luz en retirada.
Cuarto creciente 6
Está el instante dormido en el hueco que tu cuerpo
Provee a la sombra horas antes del arribo de la luz
Está el tiempo dividido en las grutas de tus senos
Eones ya muerto por el equilibrio de sus movilidades
Está la pequeña fuente de tu grito no lejos
No emprendida a destellar antes que la física
Estudie sus ondas en desplazamiento
Henos en el espacio de tu abrazo, henos
En la quebrada de tu línea derecha
Y nada detiene la curva y la onda y la línea recta de echar
Por tierra un cuerpo vivo y moribundo y pertinaz
En cadencias vivas de erotismo un cuerpo nuevo que destila cauces
En una luz que ha desterrado el fotón al abismo de su vuelo
Y aterriza sobre los cuerpos muertos de orgasmos silentes
La masa humana que no distingue ni permuta
Orgasmos abatidos
El cuerpo terráqueo que vuela en tupidas obesidades
De tiempo
Que el pálpito soporta en ciclos en avance en procesión de pasos
Y sigilo
No está la pérdida de tu rostro en el débito de mis huesos
El osario que mi cuerpo destaca a morir no emprende juicios
Contra tanta validez de la nostalgia
En el presente, la nostalgia, y en el tiempo, la altura
De cuántas veces no ser un cuerpo retorcido
Una amalgama de requerimientos en el ojo de la noche
Que crece y revolotea a reventar
Sobre este cuerpo
Está la maleza agrietada entre tus vellos una oscura impertinencia
Está, fuera de precisiones, la mar en una uña
Y un cuerpo en la papila
Está, menos que yo, la fatiga lunar medida en el pecho
Y el canto de un sombrío desorden
Está la mirada de voces y amargos en el océano
Estamos en el círculo y en el derrumbe
Fuera de intervalos el cuerpo no supera ninguna demora o ansia
En el cauce de un vacío no estás tú
Entre rejas agrieta un susurro el ágil diafragma
Y el páramo de dos pechos hereda un vocablo
De días
A la noche de coros imposibles.
(De Neomenia, inédito 2001-2005)
© Alberto Valdivia Baselli, 2006 |