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El hombre deberá ser objeto y sujeto de esta literatura, dejará de ser ‘el juguete de los hados del río y del bosque’, aplastado por una geografía inmensa. 

 

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Voces del grupo Bubinzana: entre lo rural y lo urbano

por Samuel Rodríguez García

 

Poco o nada se sabe del proceso literario poético de nuestra Amazonía, y no solo por la escasa bibliografía que encuentra el investigador al aproximarse a ella sino porque el manejo de las categorías y nociones literarias europeas condicionaron al olvido esta literatura. Una poesía producida en la provincia (lejos de la capital, donde sí tenían validez los versos producidos y publicados en ella) no podía importar a nadie. Por otro lado, la literatura de la Amazonía –a los ojos de la mirada centralizadora de las grandes ciudades— estaba siempre plagada de errores formales, se mezclaba con la oralidad y el lenguaje popular, que no hacían más que quitarle el vuelo poético, y constantemente caía en el regionalismo y el folclorismo. Todo esto hacía que resultara aburrido leer aquella literatura o incluso entregarse a su estudio.

Sin embargo, últimamente el panorama ha venido esclareciéndose y esos prejuicios han pasando al olvido. Tanto los estudios antropológicos y sociológicos como las reflexiones teóricas y la crítica literaria han abierto una nueva manera de enfocar y estudiar el proceso literario latinoamericano y por lo tanto nacional. Antes de Bubinzana, de los años sesenta, el grupo “Trocha” marcó una época en la historia cultural de la Amazonía. La generación que la compuso se caracterizó por presentar estampas costumbristas, leyendas, poemas y cuentos ambientados en diferentes lugares de la Amazonía. Se trata de una literatura descriptiva y realista, solemne y retórica, cuya poesía tiene como eje central –lo que la hace funcional— la intencionalidad pedagógica. No obstante, en ella no se toma en cuenta la figura del indio y solo escoge los temas del río, los animales y los árboles. La revista “Trocha”, Órgano Mensual del Magisterio de Bajo Amazonas, circuló en Iquitos entre 1941 y 1942 y su director de la revista fue Francisco Izquierdo Ríos. Entre 1941 y 1953 en las ciudades de la Amazonía se puede observar un gran auge de producción poética. Paralelamente a los poetas de Trocha, empiezan a publicar Marco Antonio Vértiz y Hernán Medina Pinón. Del primero tenemos Aromas de Selva (1941), Rumor de frondas (1944), Bosque Sonoro (1949), y del segundo Esquifes de la tarde (1944) y La voz de las horas otoñales (1953). Aunque tardíamente, el grupo Trocha estaba fuertemente influenciado por el modernismo. De igual manera, Moisés Bendayán también ensaya sonetos de línea chocanesca en diferentes revistas y periódicos. Raúl Hidalgo, junto con Germán Lequerica y Daniel Linares, publican aún como alumnos del CNI la revista Selva Lírica (1949) mientras eran alumnos del CNI. La Primera Jornada del Libro Loretano (1957) fue también todo un éxito. En ella se presentaron las obras Pan y Fronda,de Raúl Hidalgo, La ermita de mis ensoñaciones,de Luis Chávez, La búsqueda del alba, de Germán Lequerica, Poemas de soledad y sombra de Luis Hernán Ramírez y Mis delirios, de Javier Dávila (posteriormente el propio autor desestimó esta obra por considerarla un mal libro). Vale resaltar que Luis Hernán Ramírez y Germán Lequerica, fueron los que iniciaron el primer hito en la poesía Amazónica (Luis Hernán Ramírez, escribía cantos a la amazonía). Pero la mayoría de estos libros, que estuvieron a cargo de personas que escribían en función de la amazonía y se encuentran entre los más importantes de la región, fueron escritos en prosa.

Hasta esos momentos los poetas Hernán Medina Pinón, Marco Antonio Vértiz y Moisés Bendayán, seguían manteniendo una visión tradicional de la literatura amazónica. Pero será recién el Grupo Literario Bubinzana, que fue formado por los escritores Róger Rumrrill García, Javier Dávila Durand, Teddy Bendayán Díaz, Manuel Túnjar Guzmán y Jaime Vásquez Izquierdo. Para efectos publicitarios se incluyó al periodista Isaías Gómez Linares y se invitó a Moisés Bendayán Cacique, pero este se negó por motivos personales.

En las memorias personales de Jaime Vásquez Izquierdo (cuyo texto manuscrito se ha perdido, pero del que se tiene una copia fotostática) se registra el inicio del grupo Bubinzana:

Nos reunimos para fundarlo una mañana triste, de cielo bajo y gris del mes de junio de 1963, poco antes de la fiesta de San Juan, en un bar de la calle San Martín, distante una o dos puertas del edificio La Peruanita, frente a la Plaza 28 de Julio, parque todavía rodeado por grandes árboles de mango y circundado por calles de piso de tierra, la San Martín, Grau, Bermúdez y Aguirre. La fotografía que tenemos de aquel hecho la tomó nuestro amigo Raúl Baldeón, a quien dedico mi libro inédito: Meditaciones del hambriento. Pintor, poeta y fotógrafo, flaco, tosiento y enigmático, con el cual desarrollé maravillosa y recíproca amistad, sabe Dios si por nuestra mutua semejanza de tos y neurosis.

Por su parte, Celia Chong Paredes manifiesta que el grupo Bubinzana no se dejó apresar por la selva, capaz de acabar con muchos esfuerzos. El cuadro social que presencia Bubinzana es que el esfuerzo por vivir del loretano imprime en sus moradores

el sello característico de lujuria, espontaneidad, escapismo, fiereza, apatía, braveza y de un ser profundamente golpeado. Todo esto no fue obra de una casualidad. Años y años fueron el entorno donde se desarrolló la vida y la muerte para cientos de loretanos, y en este marco y en esta vida se anunció la aparición de un Grupo Literario loretano, no se diría nuevo, porque antes no se había producido ninguno.

En elManifiesto que lanzara Bubinzana para dar a conocer sus postulados, se encuentran algunos de los siguientes rasgos:(1963)

  • El hombre amazónico debía ocupar el primer plano dentro del vasto paisaje amazónico.
  • El paisaje solo debería servir como telón de fondo.
  • Se deja el folklore, la anécdota, el descriptivismo en literatura y el selvismo en pintura y también el pintoresquismo.
  • El hombre deberá ser objeto y sujeto de esta literatura, dejará de ser “el juguete de los hados del río y del bosque”, aplastado por una geografía inmensa, con una visión y una perspectiva que minimiza su participación en la transformación de la historia y de la naturaleza que no puede dominar.
  • Se deja el tratamiento lineal, anecdótico, y se tratará de hacer una literatura más en concordancia con las nuevas técnicas literarias.
  • Se profundiza en lo social, postulado que fue uno de los cuestionamientos más fuertes.
  • En poesía, lo social debería ser la temática preferencial a partir de elementos regionales como la explotación del regatón, del chacarero y las extracciones mercantiles.

El relato de Jaime Vásquez Izquierdo en torno a esta fundación dice lo siguiente:

Róger Rumrrill era el alma del grupo. Vagamente dijo que había venido de algún río de la Amazonía loretana. Tenía carisma: aglutinaba en su entorno a todos los demás. Su casa, en la calle Nanay, cerca del cruce con Napo, era el centro de reunión del grupo. Si no, acordábamos hacerlo en alguna banca de la Plaza de Armas, en la 28, en la calle Belén, alrededor de la mesa de alguna vivandera vieja y horrible pero limpia. O reunirnos en el Bar La Favorita. Acudían algunas veces nuestras musas, Coty Barata, Piedad Lora Tello, Soledad Mori y otras dos chicas cuyos nombres no recuerdo. Róger era el más culto de todos los de Bubinzana. Hablaba con autoridad sobre Sartre, Marinetti, Neruda, Baudelaire, Juan Ramón Jiménez, Nikos Kazanzakis, Vallejo y otros poetas y escritores peruanos de ese entonces.
Dirigía el grupo Cine-Arte que también habíamos formado y presentaba y explicaba las películas proyectadas en la Casa de la Cultura, situada en aquel tiempo en el segundo piso del edificio Pinasco de la Plaza de Armas. Lo hacía con suficiencia, facilidad de palabra y amenidad. Así nos fueron conocidos Pier Paolo Passolini, Luis Buñuel, Federico Fellini… vivía de enseñar como profesor unidocente en una escuela primaria del cruce con Napo con Nanay, ganando un haber que solo le permitía almorzar arroz con huevo frito durante buen tiempo. Su señora resistió aquella racha de mala suerte como un alma verdaderamente purificada.

(…)
 
A Javier Dávila Durand le conocí muy antes que a Rumrrill, durante mis épocas de colegial. Había puesto con un limeño conocido suyo una bodeguita ambulante en el mercado de Belén. Iba a verle allí y algunas veces le ayudé a vender. El hombre era un hombre muy confiado. Pronto le noté roces con su socio, pues Javier, sin tener en cuenta el capital de existencia, obsequiaba víveres a las chicas bonitas que se acercaban a la venta.
Desapareció el negocio, pero continuamos viéndonos después en el Grupo Literario Bubinzana.
Teddy Bendayán Díaz ya era amigo mío a raíz de reuniones con fines religiosos israelitas, luego compañero de estudios en la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana y después ambos fuimos catedráticos en dicha institución. Parecía pudiente y se jactaba de poder sacar dinero del aire. Se apartó del judaísmo y de la izquierda política al advenir Acción Popular. Al recordarle la comunidad israelita, me contestó que si ni la filosofía social de la iglesia católica le había convencido, menos el amarás a tu prójimo como a ti mismo del judaísmo, que lo consideraba como algo imposible en nuestra actualidad. Menos todavía le convencía el comunismo. Me afirmó que no creía en las cinco leyes del materialismo histórico, ni en las tres del materialismo dialéctico, pues, siendo el hombre infinito, no podía encasillársele en ninguna ley. Y a pesar de nuestras diferencias, nos apreciábamos con fraternidad verdadera, más todavía cuando nuestros pensamientos coincidían en que formábamos parte de una familia grande diseminada por toda la tierra. Me afirmaba también pertenecer a dos culturas, y lo demostraba abriendo su camisa y mostrándome su cadena de oro, donde iban colgados juntos una estrella de David y un crucifijo.
A Manuel Túnjar Guzmán también lo conocí antes que a Rumrrill. Vivía en alguna de esas calles arenosas, que eran los alrededores de la Moore y la 9 de Diciembre. Íbamos a verle con Raúl Baldeón y un belga gringo apellidado Temmermann Debonne, pintor de pequeños cuadros surrealistas, amigo fraternal y bromista fino. Túnjar trabajaba en alguna entidad del Estado; se decía que había sido preso político en el Penal del Sepa. Era crítico acerbo, a veces dañino, pero lo hacía con tal arte, que era una maravilla oírlo tomar como punto a una persona y empezar a criticarla.
Nos hablaba que había escrito una novela social, La Redada, que nunca nos la mostró, ni llegó a publicarse hasta hoy, de modo que le hacíamos una chacota que él aguantaba con estoicismo.”

Celia Chong también habla de Jaime Vásquez:

Vásquez comenzó “haciendo y viviendo” poesía. Poemas que publicaba en diversas revistas y periódicos. Posteriormente empezó con prosa corta, cuentos y, por último, novela. Tiene también artículos científicos: ensayos sobre política, historia, antropología y economía.
Ganador del premio de de los Juegos Florales en 1956 (llevados a efecto aquel año en Iquitos) y luego los de 1973, cuando ganó el Primer Premio regional del concurso de cuentos con albañilerías. Vásquez es el típico creador. Temperamental, jovial unas veces y otras callado y taciturno. Neurótico en el buen sentido de la palabra, tratando de sacar a flote lo que bulle en su interior, voces y vidas enteras.
Prototipo del loretano de clase media con sus defectos y virtudes. Para Vásquez Izquierdo escribir representa una máxima aspiración. En sus obras, mezcla fragmentos de autobiografía con pasajes leídos, parodias de vida cotidiana, relatos oídos y que son novelados. Plantea problemas de valoración del loretano, enlazados con su propia ideología político-social-religiosa.

Por otro lado, Roger Rumrrill comenta:

Desde la aparición del Grupo Bubinzana, en el Iquitos de los años 60, y del Grupo Urcututu, en los 80, así como de otros movimientos culturales en Pucallpa, Tarapoto, Moyabamba, Rioja y Puerto Maldonado, en toda la amazonía se ha estado dando un proceso de decantación del viejo selvismo y paisajismo que caracteriza aún a la literatura regional amazónica. En este lapso se ha producido una notable confluencia, además, entre las dos grandes vertientes temáticas de la literatura en la Amazonía: lo mítico y lo social.
La realidad amazónica de hoy no es –irremediablemente- la que revelaron Arturo Hernández y Francisco Izquierdo Ríos.
Ahora coexisten y se infiltran entre sí dos realidades que en el pasado parecían antagónicas en la Amazonía: lo rural y lo urbano. La urbe refracta al mundo rural y viceversa.
Lo mítico y lo social, evidentemente, no son opciones antagónicas. Al contrario, la totalidad de la realidad amazónica solo puede ser entrevista y vislumbrada desde estas opciones y perspectivas. En consecuencia, la postulación de una cultura popular amazónica, así como de una literatura amazónica pasa por la confluencia de estas dos grandes vertientes.

En conclusión, podemos decir que el Grupo Literario Bubinzana es el resultado del mestizaje como consecuencia de una vasta historia cultural que ayudó a comprender el mundo selvático, formando una concepción cultural muy especial. Ella es la unión de lo occidental con lo regional amazónico, donde las visiones cosmogónicas amazónicas tienen una estrecha relación con la naturaleza y el contexto social. Como resultado de su mestizaje ha logrado elaborar un nuevo paradigma ideológico que sirve de base para que otros movimientos surgidos en Loreto puedan desarrollarlo y llegar a su mayor comprensión cultural y que, a la vez, enmarque la relación del hombre con la naturaleza. El grupo Bubinzana marcó una pauta en la historia de Loreto como provincia, ya que se preocupó por temas importantes y trascendentales que sirvieron para poder crear nuestra propia identidad como regionalistas dentro de la relación entre el hombre amazónico y su contexto social.

 

BIBLIOGRAFÍA

AYARZA, Armando y BENDAYÁN, Teddy. Bubinzana. Literatura mágica de la amazonía, 1985, pp. 5 y 6.

CHONG, Celia. “Un breve estudio sobre el grupo literario Bubinzana”, Iquitos-Perú, 1981, pp. 3, 4, 7 y 8.

RUMRRILL, Roger. “El realismo maravilloso de la selva”, en la Revista peruana de literatura. Nº 6, abril-mayo-junio 2007, Lima-Perú, p. 20.

VÁSQUEZ, Jaime. Memorias personales (copia de manuscrito aún sin publicar).

 

 

© Samuel Rodríguez García, 2010

 

 
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