EL
ACCIDENTE
(Tiempo estimado
de lectura: 20')
Ya
todo estaba a punto. La débil iluminación
en la cabina favorecía la miríada de
luces intermitentes de los controles y el destello
de las diferentes pantallas de información.
Faltaban cinco minutos para el viaje. Hicieron los
últimos cálculos, oyeron las últimas
órdenes, verificaron las coordenadas espaciotemporales
fijadas con la excelente precisión del ordenador
de desplazamiento, maravilla de la tecnología
que no admitía error alguno de operación
y que aseguraba el éxito absoluto de la misión.
Los dos tiemponautas, uno un matemático el
otro un historiador, ambos militares, aguardaban con
impaciencia el momento de saltar a otro marco
del Espacio-Tiempo.
No
era su primer salto. Era el tercero que realizaban.
Y el sexto para la ciencia humana.
Pero este tenía un interés especial.
Bastante especial.
En
el viaje anterior Jürgens y Becker tuvieron como
propósito averiguar las causas exactas de la
mítica separación de las aguas en el
Mar Rojo durante la salida de los primitivos israelitas
de las tierras egipcias. Ni el matemático ni
el historiador estuvieron preparados debidamente para
lo que descubrieron.
"(21)
Iba Yavé delante señalándoles
el camino: iba de día en una columna de nube;
iba de noche en una columna de fuego, iluminándoles
para que caminaran de noche como de día. (22)
Nunca se separó de ellos esta columna, ni en
el día ni en la noche."
Es
imposible... había murmurado Becker con
voz temblorosa.
Jürgens,
impresionado al principio, examinaba con su mente
analítica lo que veía. Mudo, realizó
un análisis exhaustivo con todos los censores
de la nave. Luego de comprobar por enésima
vez los resultados que arrojó la computadora
interrogó con seriedad a Becker.
Estamos
en el tiempo y el lugar correctos, ¿cierto?
Claro
que sí. ¿Te das cuenta de lo que es...
eso?
Jürgens no respondió. Después de
un rato rompió el silencio con una voz en la
cual se notaban tanto el asombro como el respeto,
envueltos por una sombría inquietud.
De
día una columna de nube, de noche una
columna de fuego
y esa columna
Una gigantesca nave aérea, un ingenio artificial,
una creación tecnológica de una ciencia
que va más allá de la nuestra.
"(19)
El Ángel de Dios iba por delante de los israelitas,
y se poso detrás de ellos, la columna de nube
vino a estar detrás, (20) interponiéndose
entre los israelitas y los egipcios. Era la nube para
unos las tinieblas y para otros iluminaba la noche.
La nube impidió que los ejércitos tengan
contacto."
Me
pregunto quiénes serán los poseedores
de esa tecnología.
¿Cómo
vamos a saberlo? Becker empezó a realizar
una nueva serie de análisis de la enorme nave.
Podríamos
intentar un contacto Jürgens se recostó
en la butaca y le dirigió a su compañero
una intrigante mirada.
No,
no, no, muy arriesgado.
¿Muy
arriesgado? ¿Pero por qué?
Jürgens,
deja a un lado los criterios militares que ya siento
en lo que dices el interés práctico
por ese ingenio volador y escúchame bien: quienes
quiera que estén controlando esa ciclópea
nave se están haciendo pasar por una deidad,
por aquello que en nuestro mundo algunos llaman Dios,
o por lo menos eso es lo que creo, y estoy seguro
que eso es lo que creen los pobres bastardos que están
allí abajo, y sea quién sea o
sea lo qué sea los está protegiendo
y los hará cruzar el mar, no sé cómo
pero lo hará, así está escrito
en el Antiguo Testamento, y si hago caso a la historia
mítica judeocristiana, que conozco muy bien,
debo suponer que existe un plan definido para con
esas personas y sólo necesitas leer el Libro
de los Libros para darte cuenta de la inmensidad de
la obra y del poder de quien quiera que sea. ¡Y
qué estupidez es esa de establecer contacto!
Somos observadores, no tenemos derecho alguno de interferir
en el curso de... ¡la Historia! Si nos detectan,
si es que no lo han hecho ya, quién sabe qué
cambiaríamos, si es que ya no hemos cambiado
algo. Un contacto va en contra de todas las directivas
de esta misión. Sería una irresponsabilidad,
Jürgens, con consecuencias
Oh, no lo sé,
demonios. Lo veo, los instrumentos lo ven, y aún
no puedo creerlo.
Entonces,
tienes miedo, ¿eh?
¡Sí,
y qué!
"(21)
Moisés extendió su mano sobre las aguas.
Y Yavé sopló durante toda la noche un
viento Fuerte del Oriente, y se secó el mar.
(22) Las aguas se dividieron. Los israelitas pasaron
en seco, en medio del mar; a izquierda y derecha las
aguas les hacían de murallas."
¡Fantástico!
Aún
no puedo creerlo.
Como
en las misiones anteriores registraron en las computadoras
de la nave todo lo que vieron, todo lo que pudieron
oír y todo lo que analizaron: la nave aérea,
la separación de las aguas del Mar Rojo, los
miles de hombres y mujeres que escapaban de Egipto,
la destrucción del ejército de Faraón.
Después de estudiar los reveladores y casi
increíbles informes de la misión los
mandos encargados de las expediciones a otros marcos
espaciotemporales no pudieron quedar más asombrados
(aunque para unos pocos lo que presenciaron sólo
fue la confirmación de algo largamente sospechado).
Y pudo más la inherente curiosidad humana que
las advertencias lógicas de cierto historiador
quien, pese a todo, decidió embarcarse en la
sexta misión.
Era
un plan ambicioso: estudiar los acontecimientos que
rodearon la entrega del Decálogo, analizar
a fondo la naturaleza y características de
la extraña nave, tratar de develar el misterio
de sus ocupantes y, si los había, intentar
establecer contacto con ellos. Y aunque esto era un
auténtico sacrilegio dentro de las estrictas
normas de los viajes en el Tiempo todos los riesgos
fueron estudiados con minuciosidad, elaborándose
diferentes planes de acción con directrices
lo suficientemente estrictas para evitar una catastrófica
desviación de la Historia.
Ahora
regresaban.
Dos
minutos para el salto.
Roger.
Un
minuto para el salto. ¡Buena suerte,
muchachos!
Roger.
Gracias, control.
"(9)
Y dijo Yavé a Moisés: Yo vendré
a ti en medio de una nube espesa para que así
oiga el pueblo cuando hable Yo contigo y tenga fe
para siempre en ti. (10) Yavé dijo a Moisés:
regresa donde el pueblo y haz que se purifiquen hoy
y mañana; que laven sus ropas (11) y prepárense
para pasado mañana, porque Yavé bajará
a vista de todos, sobre el monte Sinaí."
La
nave de armoniosas líneas curvas y fuselaje
plateado se elevó a tres metros de la superficie.
El mecanismo de ocultamiento se activó, haciéndola
invisible a la vista del equipo de tierra. Se encendieron
los diversos escudos de esterilización y protección
del vehículo y este ascendió con una
velocidad vertiginosa hasta los mil metros de altitud,
deteniéndose en ese punto.
Los
pilotos esperaron con ansiedad la ya familiar y ahora
nada molesta sensación de caída que
indicaba la ejecución instantánea del
salto pues, dado que todas las ventanas de
observación estaban cerradas y no se podían
usar las cámaras de video hasta encontrarse
en el nuevo marco de referencia espaciotemporal, esa
era la única indicación física
con que contaban para saber si el viaje se había
llevado a cabo. Aunque, claro, siempre estaba la luz
verde del tablero.
Diez
segundos...
"(16)
Al día tercero, cuando amanecía, una
espesa nube cubrió el monte
"
...tres
segundos; dos segundos; un segundo; ¡cero!
Cero,
efectuando salto.
Ambos
experimentaron algo así como un momentáneo
y veloz descenso al infinito, sus cuerpos y mentes
elevándose en la nada, mientras que todos los
átomos constitutivos del vehículo y
sus ocupantes se orientaban hacia el pasado y
"desaparecían" del presente,
dejando tras de sí el ensordecedor estampido
de una implosión atmosférica.
La
luz verde se encendió.
Salto
realiza
Una
violenta sacudida casi despide a Jürgens de la
butaca. Becker aferró los controles de navegación
con toda la fuerza que pudo.
¡Qué
diablos
!
La
iluminación de la cabina se tornó rojiza
y docenas de luces y sonidos comenzaron a delatar
una emergencia desconocida. Jürgens tomó
sus mandos, un sudor frío le inundó
la frente, dio un rápido vistazo a la pantalla
de información que tenía a la derecha
pero esta era un todo de rayas e interferencia.
¡Pasar
a control manual, pasar a control manual...!
La
nave volvió a sacudirse, como si un mazo gigantesco
la hubiera lanzado contra un muro de concreto.
¡Qué
pasa! gritó Becker, con sus controles
a punto de escapárseles de las manos.
Entonces,
a pesar de estar en un ambiente insonorizado, escucharon
una explosión ensordecedora.
"
hubo
sobre el monte truenos y relámpagos; hubo un
sonido muy fuerte de cuerno."
¡Todas
las defensas están activadas! -Becker tenía
que hacer un esfuerzo enorme por mantener la nave
estable- ¿¡Daños!?
Jürgens
presionó su pantalla, que ahora funcionaba
correctamente.
¡Estructura
interna sin daños, estructura externa al cien
por cien, fallas detectadas cero, todos los sistemas
operativos!
Una
nueva explosión, esta menor que la primera,
fue seguida de ligeros retumbos en el exterior, y
otra violenta sacudida casi los desprende de los cinturones
de seguridad que los sujetaban a las butacas. Becker
se dio cuenta de que la nave se iba en picada y se
le cortó la respiración.
¡Cambiar
a control asistido, cambiar a control asistido...!
¡Cambiado!
Y
Jürgens, en un atisbo que no duró más
de un segundo, leyó algo en la pantalla de
información que le congeló los huesos.
"Es
imposible
¡oh, no
!"
Hacia
arriba, Becker, hacia arriba -dijo con la voz casi
quebrada.
¡Pero
no sabemos si
!
¡Hacia
arriba, maldición, hacia arriba!
La
computadora de vuelo empezó a trabajar para
compensar cualquier error de navegación mientras
que los dos hombres maniobraban la nave cogiendo con
fuerza los controles.
"En
el campamento todo el pueblo temblaba."
Los
hijos de Israel estaban muy impresionados. Muchos
de ellos delataban con sus temblores el profundo temor
que sentían ante la tremenda manifestación
de Yavé. La montaña estaba envuelta
en humo, y los destellos luminosos como el relámpago
rompían la negrura de la humareda, y el retumbar
de los truenos resentía los tímpanos,
y el fuego ascendía en extrañas bolas
y hongos flamígeros, y se aterrorizaban por
igual hombres, mujeres, niños y bestias. Ni
siquiera Moisés, quien era amigo del Señor,
dejaba de sentir miedo ante el poder del Dios de Israel.
"(17)
Y Moisés les hizo salir del campamento para
ir hacia Dios. Y se detuvieron al pie del monte. (18)
El Sinaí entero desprendía humo, pues
Yavé había bajado en medio del fuego.
El humo subía como un horno, y todo el monte
se sacudía con violencia."
El
vehículo ya se encontraba estabilizado. Los
tiemponautas revisaron los instrumentos, comprobando
el perfecto funcionamiento de cada uno de ellos. Las
defensas externas de la nave habían trabajado
de manera más que excelente.
¿Qué
es lo que pasó
qué falló?
Becker inició un rápido diagnóstico
del viaje. Antes de ver los resultados Jürgens
lo cogió del hombro.
El
ordenador de desplazamiento cometió un error.
Becker
se quedó con la boca abierta y el cerebro en
blanco. No podía admitir algo semejante
¿Cómo
cómo pudo ser?
No
creo que eso importe ahora, ha pasado algo mucho peor
Jürgens
activó las pantallas de video. Yo
no estamos donde deberíamos. Mira.
A
Becker se le contrajo el rostro al ver el dantesco
espectáculo que estaba bajo ellos. Desabrochó
el cinturón de la butaca y se levantó
con lentitud. Jürgens hizo lo mismo mientras
manipulaba las cámaras por control remoto,
moviéndolas para tener una visión completa
del panorama. Todo lo que se observaba era una negrura
que ascendía sobre llamas de tamaño
descomunal. Pulsó un botón y los sellos
de las ventanas de la cabina se abrieron dejando entrar
una opaca luz diurna. Pudieron contemplar con sus
propios ojos lo que a primera vista les pareció
un extenso campo oscuro y ardiente en la superficie,
como si alguien hubiese rociado petróleo a
diestra y siniestra, todo cubierto con espesas nubes
de humo negro que se elevaban envolviendo las montañas.
Inexplicables explosiones ocasionaban lenguas de fuego
de decenas de metros de altura. Durante varios segundos
permanecieron de pie y ninguno de los dos dijo palabra
alguna.
Jürgens
vio los datos temporales y geográficos de localización.
La angustia que esto le produjo lo obligó a
verificar las cifras. Los datos arrojados eran correctos.
Se sentó en la butaca y contempló las
pantallas de video, totalmente ausente.
Becker
se sentó, trataba de analizar lo que sus ojos
veían para comprenderlo con coherencia. ¿El
ordenador había fallado? ¿Entonces en
dónde demonios habían caído,
en el cráter de un volcán, en un extraño
lago de petróleo ardiente, en algún
fenómeno natural desconocido para ellos?
"(19)
El sonido del cuerno era cada vez más potente
"
Moisés
y algunos cientos de osados israelitas escuchaban
la voz de Yavé, que les advertía sobre
su poder. Unos sacerdotes se acercaron al liberador.
Moisés,
te hemos seguido a ti y al Señor, Yavé,
bendito sea Su nombre, todas estas jornadas por el
desierto, buscando la tierra que Él nos prometió.
Sólo tú has hablado con Él, y
sólo a ti te escucha. Ve, Moisés, arriba,
y pídele que deje de asustar a sus hijos, pues
ya hemos conocido Su poder y le tememos.
El
patriarca miró con furia al sacerdote, y le
respondió:
¿Quién
te crees tú, viejo sacerdote, al pedirme que
haga semejante cosa? Has de saber que Yavé
no puede ser mandado por ningún mortal, pues
Él sabe como nadie lo que ha de hacerse, y
sólo Él decidirá cuándo
dejar de manifestar su poder ante sus escogidos, pues
sólo si en verdad le temen serán dignos
de Su divina protección. ¡No quieras
que Su ira caiga sobre ti!
Y
muy atemorizados los sacerdotes se retiraron.
Moisés
encaró a los israelitas, diciéndoles:
Vean
aquí a Yavé, quien los ha elegido como
su pueblo. Contemplen su gran poder y sean temerosos
ante Él, y Él nos guiará a una
tierra fértil y será nuestra hasta el
fin de los tiempos.
Y
la montaña se estremeció. Y lenguas
enormes de fuego asomaron por su cumbre.
¡Señor,
mira a tus siervos aquí reunidos, enséñales
Tu Gloria!
Un
tremendo estampido atronó por encima de los
israelitas.
¡Es
Yavé, bendito sea Su nombre, el que habla!
Unos
caían de rodillas, otros se ocultaban el rostro.
Y todos alabaron al Dios de Israel.
"
Moisés
hablaba y Dios le contestaba con su trueno."
¿Dónde
vinimos a caer
? ¿Jürgens, dónde
estamos?
La
respuesta está en tu pantalla respondió
con hosquedad.
Becker
leyó las coordenadas espaciotemporales. La
hora, diurna y no nocturna. La fecha, varios días
después de la establecida. El lugar, un sitio
por completo desaconsejado...
No
puedo creerlo
La
hora
la fecha
¡Cómo
mierda es posible que esto halla
!
El
lugar
No,
no puede ser posible que
¡El
lugar!
Durante
lo que le quedó de vida el rostro de Becker
nunca volvería a ponerse tan blanco. Jürgens
se levantó, se paró detrás de
las butacas de vuelo y se encogió de hombros.
A pesar de esta imagen despreocupada tenía
ganas de cortarse las venas.
Nos
materializamos en el interior de algo, y ese
algo
¡Pom! La fuerza del desplazamiento
dinámico destrozó ese algo.
Becker
dirigió su mirada otra vez al infierno de abajo.
El fuego parecía crecer a cada momento y ahora
notaba que se consumían enormes estructuras
metálicas.
Ese
algo reaccionó violentamente y se hizo
pedazos, estalló. Creo que era, que es... Jürgens
sintió un mareo y tuvo que sostenerse con ambas
manos del apoyacabezas de la butaca- Creo que es la
misma nave... La misma nave que vimos sobre el Mar
Rojo.
Becker
se llevó las manos a la cabeza y se desplomó
en la butaca.
La
nave
¿Tendría tripulantes, seres
vivos?
¿Quién
sabe? Jürgens cerró los ojos.
Cuando se extinga ese infierno haremos un análisis
del desastre.
Un
escalofrío penetrante y doloroso sacudió
a Becker. Jürgens continuó, pausado.
¿Extraterrestres?
¿Intraterrestres? ¿Supervivientes de
una civilización anterior? ¿Habitantes
de otro marco dimensional? ¡Quién sabe!
Pero una cosa es segura, Becker, hemos destruido a
Dios. Piensa, Becker, hemos hecho mierda toda la
jodida Historia.
Becker
tuvo un acceso de náuseas que contuvo con mucho
esfuerzo. Incontables sensaciones se apoderaron de
su cabeza, la cual pareció dar vueltas sin
parar. Sus rodillas temblaron. Era algo monstruoso.
Se sentó y se cubrió el rostro con las
manos. ¿Tendrían ellos la culpa? Cualquier
error, cualquier falla, cualquier culpa había
sido del infalible ordenador de desplazamiento. Lo
imposible, lo que los técnicos y la ciencia
del siglo XXI aseguraron que nunca sucedería
había sucedido.
Te
imaginas, Becker, lo que va a suceder, las consecuencias
de este patético accidente serán desastrosas,
si es que no lo son ya.
Consecuencias
de tal magnitud, pensó el historiador, que
cambiarían por completo el desarrollo conocido
del género humano creando una nueva Historia.
Un crimen sin nombre ante el cual, estaba seguro,
no podría tranquilizar su conciencia. Se pasó
las manos por la cabeza. Después se las miró,
miró las manos que habían destruido
la Historia, las manos que... Manos que aún
Es
raro dijo sin quitar la vista de sus palmas
estar aquí
Estar aquí.
¡Jürgens!
Este
levantó la cabeza y observó el contraído
rostro de su compañero.
Becker,
mordiéndose el labio, dudó si debía
continuar.
La
idea había surgido de un momento a otro.
La
idea era inmoral, según su punto de vista.
Pero
a pesar de la inmoralidad que significaba su puesta
en práctica no se le ocurría, en ese
instante y en ese lugar y en esas circunstancias,
otra opción. Después de todo el delicado
velo del continuo ya había sido modificado.
Modificado, pero no anulado. Y regresar al pasado
no remediaría lo que ya estaba hecho. La
idea era, por el momento, la única salida
lógica
totalmente repulsiva, pero la
única solución inmediata.
Podemos
poner remedio a esto.
Un
brillo de ansiedad despertó en los ojos de
Jürgens.
Sí,
aquí, en este momento, tenemos todo, todo lo
necesario para hacerlo. Por ahora. ¿Entiendes?
Después
de un instante, Jürgens lo entendió.
El
asombro y la repulsión se mezclaron en él
rechazando tan descabellada salida.
¿¡Estás
loco!?
¡No
hay elección!
Jürgens
se recostó en el asiento, cerró los
ojos, trató de reordenar su juicio y analizar
la situación tal y como se lo habían
enseñado en la escuela de oficiales: con frialdad
y amplitud de ideas.
Y
tuvo que aceptarlo.
Con
una aversión visceral, pero tuvo que aceptarlo.
¿Y
después? preguntó.
¿Después?
Becker no tenía respuesta para eso, pero
no era momento para preocuparse por el después,
importaba el ahora- Ya veremos.
Aarón se acercó a Moisés, quien
seguía hablando con Yavé. Moisés,
al verlo, lo trajo a su lado.
Mira,
Aarón, al Señor de Israel. ¿Qué
enemigo no temerá a su poder?
Es
cierto, nadie habrá que se atreva a hacerle
frente.
El
Sinaí seguía envuelto en la nube de
Dios, y Su voz se escuchaba en todo el desierto.
La
nave, con el sistema de ocultamiento activado, se
elevó sobre los montes y se detuvo cuando los
tiemponautas pudieron localizar el gentío al
pie de los mismos. Luego descendió hasta el
nivel de la montaña principal, cubierta de
humo y algunos restos encendidos. En ese momento se
desactivó el sistema de ocultamiento y la nave
se hizo visible a los ojos del pueblo escogido. El
pulido metal plateado de su fuselaje circular brilló
espléndidamente con los rayos del sol y reflejó
el rojo de las llamas que persistían en el
monte.
Moisés
y Aarón vieron asombrados la Gloria de Yavé,
y se regocijaron por esta visión. Los israelitas
también vieron a Yavé y tuvieron mucho
temor de su luz cegadora. Muchos se postraron en tierra
y comenzaron a alabarle.
Moisés
gritó: "¡Ve, pueblo de Israel, ve
la Gloria de Yavé, contémplala para
que después cuenten a las generaciones por
venir que Yavé se apareció en el Sinaí
y que sus elegidos le vieron!"
"(20)
Yavé descendió envuelto de Gloria, en
la cumbre del Sinaí, y supo así Moisés
que quería verle. Y Moisés subió
hasta la cumbre."
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