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Reseña: Un buen taxista es difícil de encontrar (2022) de Aarón Alva

Desesperanza urbana

Por Omar Guerrero

Un buen taxista es difícil de encontrar (Colmillo Blanco, 2022) del escritor peruano Aarón Alva (Lima, 1987) es un libro de cuentos compuesto por cuatro relatos largos que tienen en común mostrar el desánimo y la desilusión de sus personajes a partir de sus (malas) experiencias dentro de su entorno familiar, sentimental y laboral. Todos estos hechos que desaniman y frustran solo pueden ser remediados a través de una idealización hacia otro espacio llamado Iliana que, a comparación de Lima (ciudad que habitan), se presenta como una posible salida ante tanta desesperanza.

Este segundo libro de cuentos de Aarón Alva se ubica dentro del marco de la literatura peruana urbano-marginal que coloca a la ciudad de Lima como su principal escenario donde, además, prima el realismo sucio y la violencia urbana. La diferencia con sus antecedentes es precisamente el contrapunto con Iliana que, a partir de sus referencias o menciones, se logra saber que reúne toda una serie de elementos opuestos a lo que se vive en la capital del Perú, y que, tal vez, podría garantizar una mejora en las vidas de sus personajes. Entre estos anhelos se encuentra la felicidad, tan esquiva e inexistente.  

El primer cuento, que lleva el mismo título del libro, muestra a un personaje femenino marginal que no tiene reparos en decir que es una prostituta. Ella acaba de salir de un encuentro íntimo en un hotel con un cliente que no es un desconocido. La narración es en primera persona, por lo que la voz de la mujer va dando detalles de lo vivido, de lo que piensa y de lo que está ante sus ojos. Ella llega a un local con barra al aire libre en medio del frío de la noche con la idea de tomar algo que le ayude amilanar o desaparecer el mal sabor que lleva en la boca. Allí entabla conversación con el señor que atiende, que es un poco mayor, y que bien podría ser el dueño del local. Este señor le comenta que ella le hace recordar a su hija, no por ser prostituta sino sus por rasgos. Enseguida se cuenta parte del pasado de esta hija, de su trabajo y de lo que se espera de ella. Aquí la añoranza paternal es evidente. La prostituta lo escucha con atención hasta que son interrumpidos por un hombre joven que se sienta a su lado. Este hombre pide algo de comer y empieza a buscar conversación con la mujer que, para esas horas, lo que menos desea es otro tipo de encuentro o cercanía. Tanta es su insistencia que ella se muestra reacia. Su lenguaje es agresivo y hasta vulgar, hasta que él le muestra una foto íntima con su cliente anterior llamado Martín, quien ha viralizado su identidad e intimidad. Ella se molesta, salta sobre este hombre y lo agrede. Lo que sucede después con el impertinente es una consecuencia del hartazgo y la violencia. Ella luego busca un taxi que la aleje de este lugar. Dentro del auto empieza otra conversación con el taxista, quien también muestra su lado humano, sobre todo al contar la historia de su madre. Todo esto sucede a lo largo de la madrugada. Entre estos diálogos y deducciones, y justo antes del amanecer, surge el nombre de Iliana.     

En el segundo cuento, titulado «Concurso de música», un profesor escolar de esta materia no puede ocultar su desánimo por la falta de interés del director del colegio en renovar o mejorar los instrumentos musicales que utilizan sus alumnos, quienes están a punto de participar en un importante concurso. Se suma la falta de interés de los escolares, quienes prefieren otros géneros (más actuales y populares) tan ajenos a los clásicos. Por otro lado, para este personaje no hay mayores logros, sobre todo en lo profesional y en lo sentimental, incluso en lo sexual. No se siente feliz como profesor de música a pesar de que su pasión es precisamente la música. Anteriormente ha trabajado en orquestas y grupos musicales, pero no basta o no alcanza. La situación del artista es una triste realidad. Esto se sabe a partir del monólogo interior que se presenta fragmentado con saltos de tiempo y espacio para relacionar hechos distintos pero comunes en su vida. Aquí sobresale el dominio de una técnica que le otorga puntos a la narración y al autor. El mayor momento del cuento surge cuando se le acusa al profesor de música dentro del concurso de no ser parte de la institución que lo respalda como conocedor en su materia. La decisión del protagonista ante este hecho mantiene en vilo al lector hasta antes del punto final.  

En «Una segunda primera vez», se cuenta la historia de una familia que ya no se podría considerar como tal. Úrsula es una anciana casi ciega que sueña con terminar de construir el segundo piso de su casa. Este sueño también era de su difunto esposo. Busca la manera de que este anhelo se cumpla, pero todo resulta difícil e inalcanzable. Úrsula vive con su hijo Ernesto, un adulto fracasado que se pasa la mayor parte del tiempo bebiendo. Aun así, ella todavía guarda esperanzas en él. También está su hija Paula, quien vive en Iliana junto a su esposo e hijos. Todo indica que esta vida es muy distinta a la de Úrsula y Ernesto. Y esta diferencia trae consigo muchos más problemas sin importar que Paula siempre mande dinero a su madre y hermano para que puedan subsistir. Lo más resaltante de este cuento es el uso de la técnica del diálogo intercalado (pp. 74-76) que pone en contraparte dos momentos y espacios distintos. Se trata, sin duda, de otro logro de un autor con dominios narrativos.

Cierra el libro «Relatos de bicicleta». A mi gusto, es el mejor de todos. Aquí el personaje cuenta tres hechos con personas distintas donde su bicicleta también es protagonista. Todo sucede en Lima, sobre todo en el centro, donde se muestra la sordidez, los peligros y la violencia de sus inmediaciones. Estas tres personas se relacionan con el protagonista a través de lo sentimental, familiar y amical. Se trata de una ex enamorada, un tío y un amigo del colegio, respectivamente. Cada hecho es una aventura. También es un aprendizaje, sobre todo por la juventud del personaje. Aquí la nostalgia se conjuga muy bien con el arrojo del protagonista junto a su inexperiencia y honestidad. Sobresale, además, el uso del lenguaje deductivo. Aquí un ejemplo:

Ir en bicicleta, sea por paseo, al trabajo o de compras, representaba en mí una de las formas más sublimes de abordar la soledad. En el fondo -así algunos lo encuentren contradictorio- recorrer el mundo en dos ruedas impulsadas con tu propia energía tiene mucho más de colectivo que de personal.

En mis paseos nocturnos disfrutaba ver el trajín diario amainar como gotas de lluvia luego de una potente tormenta. No tenía ruta de ida ni hora de regreso. De madrugada, la ciudad se apagaba en un mutismo agradable. A pesar del silencio y el viento frío, lo último que soportaba era la sensación de soledad; o en todo caso, aquella soledad mortal que degenera la cordura. Me acompañaba el recuerdo de sonrisas, discusiones, miedos crudos y hasta peleas irresolubles. Pero de alguna forma era feliz, como si ese inclemente huracán de sensaciones confluyera en el amparo de sentirme vivo. (p. 129)

Aarón Alva – Foto: Lucía Portocarrero

De esta manera se concluye que Un buen taxista es difícil de encontrar es un buen libro de cuentos, sobre todo por sus historias, personajes, temáticas y más aún por las técnicas a las que recurre el autor. Aunque el uso del lenguaje en algunos de sus personajes, tan nimio y ordinario, sobre todo en sus respuestas y diálogos, no resulta siempre favorable por más que se aborde el realismo marginal y la violencia urbana como retrato de una ciudad.

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Datos del libro reseñado:

Aarón Alva

Un buen taxista es difícil de encontrar

Colmillo Blanco, 2022

Puntaje 4/5