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Reseña: Un nombre para tu isla (2025) de Katya Adaui

Viajar, sentir, recordar

Por Omar Guerrero

Un nombre para tu isla (Páginas de espuma, 2025) de la escritora peruana Katya Adaui (Lima, 1977) reúne un conjunto de siete cuentos. La mayoría de ellos tienen como punto en común el desplazamiento o el viaje. Sus personajes están en constante movimiento, ya sea en un avión, a pesar de sentirse encerrados o encapsulados, supeditados al poco espacio; o en bicicleta, donde se sienten más libres a pesar de los riesgos que puedan correr. Resaltan que estos viajes se dan por placer u ocio, o también pueden corresponder a una mudanza o una huida. Aunque lo que más sostiene a estas historias y personajes en tránsito son las sensaciones y recuerdos. 

Otros temas que se encuentran en el libro son la paternidad y la búsqueda de protección, ya trabajados en su anterior libro de cuentos Geografía de la oscuridad (Página de espuma, 2021) (Premio Nacional de Literatura 2023, en Perú, categoría cuento). En cuanto a la paternidad citamos “Tal como está” donde se empieza contando la amistad entre dos amigos abogados que son muy parecidos. Sin embargo, uno de ellos, al convertirse en padre, le pone a su hijo su mismo nombre, lo que marca una diferencia entre ambos amigos. Lo que sigue son una serie de situaciones donde se manifiesta la violencia y la indiferencia. También es uno de los pocos cuentos que tienen como referencia geográfica un lugar específico con las siguientes características, tan propias de la corrupción, lo que se puede asumir como una denuncia: “Tarde nos enteramos: en el Perú no hubo, no hay, ni habrá jurados. Tu suerte la decide el dinero” (p.72) (edición e-book, lo mismo para las siguientes citas).

El tema de la protección o de intención paternalista se desarrolla en el cuento titulado “Un niño”, que es uno de los más logrados. Allí un niño se encuentra solo en la playa. Juega con la arena sin ninguna preocupación. Un hombre desconocido, que no representa ninguna amenaza, sino todo lo contrario, le extraña que este niño pequeño esté solo. Le pregunta si lo acompaña alguien y el niño responde que su abuelo lo observa en la orilla, pero alrededor no hay nadie. Después de tanto insistir el niño toma una resolución que sorprende no sólo a su interlocutor. Aquí lo fantástico o lo imposible queda como un quiebre en la historia que sí funciona.

No sucede lo mismo, por ejemplo, con el primer cuento “Tripulación, puertas en manual, cross check y reportar” donde una pasajera se encuentra con una antigua amiga llamada Claudia que trabaja como azafata en el mismo avión. Durante el vuelo ambas conversan con ciertas interrupciones. La protagonista recuerda las salidas entre chicas y el beso que se dio con Claudia cuando eran muy jóvenes. También se menciona un trabajo anterior como redactora en una revista, además de las visitas a discotecas junto al desenfreno juvenil. Todo esto contado como un recuerdo lejano que supera a la intrascendencia de los hechos acumulados desde que llega al mostrador del aeropuerto, pasar los debidos controles, esperar hasta abordar, ubicar el asiento indicado y aprovechar los servicios que brinda las aerolíneas como mantas, almohadillas, pantuflas y bebidas. Así hasta que esta mujer se despide de la tripulación dejando una línea o frase que debería corresponder al suspenso de un final abierto. Sin embargo, la elipsis no sorprende, no funciona. Sólo los cambios de tiempos se podrían asumir como una excepción.

Los cuentos sobre viajes continúan con “Isla grande”, el más extenso de todos. Allí una pareja llega a una isla para disfrutar de la tranquilidad del lugar y, sobre todo, para conocerse más. Aquí otra vez se brindan descripciones del vuelo, aunque esta vez se incluye el hotel, las instalaciones y el clima. La pareja pasea y visita la isla. Sólo ocurre la tentativa de un accidente que no llega a mayores. Más bien, sí llaman la atención los diálogos entrecortados al igual que sus descripciones con un estilo propio del minimalismo, ya trabajado en los anteriores libros de la autora con distintos resultados: “Lanzarme de cabeza al agua tibia, un buen clavado, pero tenía piso. Me hundí, distorsión, los gránulos de arena y los peces, mis manos abriéndose paso, desproporcionadas, enormes. Miré hacia la costa, entre cientos de cuerpos, entre ciento de sombrillas similares, lo reconocí. Agitó los brazos. Saludé de vuelta. Me dejé llevar, soy de un mar tan poco calmo, de olas fantasma, resacosas, perder las precauciones, las gotas en la cara, un sol todavía tranquilo, la felicidad tarareable. Las orejas bajo el agua y me alcanzaba la voz de la orilla: vendedores, madres, niños, futbolistas, perros” (p.23).

En el cuento “Camalotes” tres amigas se van de viaje. Sus nombres son Silvia, Patricia y una yo-narradora. Las tres van a una casa en un río y hablan de cosas comunes y cotidianas: “Acomodé los pocillos en fila en la mesada, cerca de la única hornilla. Preparé lo más parecido a un arroz salteado sin saltear, no había sartén. Lo serví en los platos que encontré, con motivos de fiesta infantil. / Ojalá la vida pudiera presentarse así en platitos. Que una pudiera ver cada cosa lista para ocurrir y decidir si usarla o no” (p.56). Sin embargo, algunas frases parecen tener otras connotaciones: “Mejor que se caigan las encías a las tetas” (p.59). Aunque lo más sobresaliente es lo que confiesa una de estas amigas, que por el desarrollo de la historia queda como una terrible anécdota que conmueve. Una situación distinta ocurre cuando aparece un hombre mayor a solicitarle al personaje narrador una serie de requerimientos que la llevan a actuar (o responder) de determinada manera. Entonces lo que debería ser una sorpresa más queda como una duda o extrañeza que no convence.  

En “Una buena por cada diez malas” también ocurre un viaje que más tiene la forma de una huida. Esta vez se trata de un destino alejado (Peshawar, Pakistán), no sin antes desarrollar una trama donde se involucran a dos medios hermanos, hombre y mujer, una madre y una testigo cercana de esta relación. Y es que las relaciones familiares es otra constante de Adaui ya presente en sus anteriores libros. Se suman los cambios de tiempos, o su transcurrir, pues se pasa de la infancia a la adultez y de los juegos didácticos al trabajo adulto. En el caso de la hermana, ella llega a laborar en un canal de noticias donde brinda siempre información que resulta desalentadora para los televidentes. La única excepción es su familia a pesar de las rupturas y diferencias difíciles de sanar.

Katya Adaui – © Isabel Wagemann

Por último, en “El arte de perder” otra vez se impone la situación de un viaje, no sin antes contar los entretelones previos a la partida, además de las razones de esta decisión. Una de ellas es la delincuencia en la ciudad, donde una vez más se hace mención de un lugar específico, por lo que también puede asumirse como otra denuncia o disconformidad: “Mi amigo Paul dice que el cielo de Lima está velando siempre a un muerto” (p.101). Esto da paso al miedo y a la memoria. Su personaje principal es una mujer que escribe y anda en bicicleta, por lo que le cuesta deshacerse de dos cosas que representan mucho en su vida y que no puede vender. Estas son la mesa donde escribe y la bicicleta con la que anda. Sin duda que se trata de un cuento sobre las sensaciones que surgen al intentar desprenderse de ciertos objetos por obligación al concretarse un viaje donde se residirá en otra ciudad y en otro país. En este caso se trata de Buenos Aires, Argentina, lugar de residencia actual de la autora, lo que se podría asumir como una historia muy cercana o personal. Aun así, se presenta como otro de los cuentos que sobresalen a pesar del uso forzado del lenguaje, sobre todo en las discordancias con los verbos: “Un policía rondaba en su patrullero y me pidió deténgase” (p.108).      

En síntesis, Un nombre para tu isla es un libro donde unos cuentos destacan más que otros, en especial por mostrar situaciones donde las sensaciones y recuerdos cobran relevancia al igual que las percepciones. Por otro lado, se cuestionan las acciones que caen en lo nimio o en lo trivial sin importar que estas sean otra forma de mostrar insatisfacción y anhelos.  

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Datos del libro reseñado:

Katya Adaui

Un nombre para tu isla

Páginas de espuma, 2025

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Reseña: La vía del futuro (2021) de Edmundo Paz Soldán

Inventando de nuevo a Dios

“La tragedia moderna es el intento vano de la adaptación del hombre al estado de cosas que él creó”.

-Clarice Lispector en ‘Cerca del corazón salvaje”

Por Sebastián Uribe

Mientras más nos adentramos en los misterios del universo, más insignificantes nos sentimos dentro de este. ¿Cómo lidiar con esta sensación de desamparo, de soledad y prescindibilidad? ¿Cómo permanecer con los pies en la tierra en tiempos más vertiginosos? Ya no solo son descubrimientos científicos o avances tecnológicos los que asombran y causan estupor, sino las herramientas que una élite va diseñando y arrojando al mundo. ¿De qué sirve tanto progreso técnico, entonces? ¿De dónde viene esa obstinación?

Ya en 1925[1], César Vallejo distinguía instrumentos de progreso «que no se dejan sentir (…) que no nos angustian, ni nos dan de trompicones, ni nos dominan, ni obstruyen el libre y desinteresado juego de nuestros instintos de señorío sobre las cosas; en una palabra, que no nos hacen desgraciados» (p. 24). Casi cien años después, Edmundo Paz Soldán (Bolivia, 1967) nos entrega La vía del futuro (Páginas de Espuma, 2021), un libro de cuentos conformado por ocho historias en donde ese discernimiento es más complejo, y en donde el futuro se lee desde una situación de zozobra constante. En estos relatos, la relación del ser humano con sus creaciones coexiste con una sensación de desgracia que se extiende aceleradamente en la sensibilidad de sus personajes: en sus líneas –cada vez más apesadumbradas–, se hace evidente la imperiosa necesidad de evadirse, acompañada por la menguante esperanza de una realidad mejor. Deseando que ese progreso que tanto se pregona en los medios masivos llegue, por fin, a sus vidas.

«La vía del futuro», el relato que abre el volumen, a través de distintas voces (periodistas, estudiantes, niñeras, CEOs), nos muestra las consecuencias de un sistema de Inteligencia Artificial, el cual, así como a un culto adherido a este sistema, funge de secta. Ante la complejidad para entender el funcionamiento de dicha creación, se forma una fe inquebrantable hacia esta (la fe no exige explicaciones). Se entrega el control de uno mismo ante el desconocimiento. La sensación de misterio que guarda toda religión, ahora configurada para adorar a una máquina, es alimentada por el miedo de lo que esta pueda hacer en el futuro con la Humanidad. Dado que el hombre no está siendo capaz de sobrevivir a su entorno, ¿por qué no entregarle el control de las máquinas?[2]. Como dice uno de los personajes:

«Coincidían el hombre y la máquina en el tiempo y el espacio, mientras el universo giraba hacia su desintegración. Me sentí triste por nuestra especie finita, por esos chicos tan jóvenes que algún día no estarían más ahí, por ese yo que algún día desaparecería. Nos iríamos pero esas máquinas con las que nos fusionábamos día a día se quedarían. Entendía que debíamos cuidarlas, quererlas y respetarlas para que ellas nos permitieran subsistir». (p. 27)

Tras este inquietante inicio, «El señor de la palma» y «Mi querido resplandor» siguen explorando esas búsqueda de amparo en alguna fe para lidiar con la precariedad. En el primero, mediante el dominio usurero de una comunidad de agricultores a través de un aplicativo móvil; y en el segundo, jugando con la posibilidad de realizar avistamiento de ovnis. Aunque parezcan disímiles, la devoción –en ambas piezas– juega un rol fundamental como vía de escape a esa precariedad que asfixia y no permite imaginar otra vía, abrirle la puerta a otro universo.

Y es en esa capacidad de imaginar un futuro mejor (¿o quizás un presente?), que se ha visto menoscabada en los últimos años, donde Paz Soldán encuentra una oportunidad: a través del desmoronamiento de una relación amorosa debido a la irrupción de una androide  paraguaya, copia pirata a su vez de una japonesa, y la obsesión que esta causa en el protagonista («La muñeca japonesa»); las confusiones entre lo virtual lo físico («Las calaveras»); o la drogadicción y la violencia como virus («En la hora de nuestra muerte»). Aquí encontramos ficciones que avizoran un camino donde las sociedades parecen haber priorizado su ambición digital por encima de la resolución de sus males sociales, al punto de heredar los horrores de las anteriores generaciones y nacer «con la droga en el cuerpo» (p. 130).

Foto: Páginas de Espuma

El último relato, «Bienvenidos al nuevo mundo», es un buen cierre para este volumen, con una historia de campus, que muestra el lado b del culto mencionado en el primer relato (‘El Profundo’). Aquí se imagina: ¿cuál es una alternativa a la felicidad cuando esta no es una posibilidad ni una vía? Ante el constante estado de paranoia en el que se vive, se expande el deseo por desvanecerse del sentido de conciencia. Se opta por entregarse a esos nuevos Prometeos que representan algunos avances tecnológicos:

«Para mí Dios es el GPS (…) Una máquina que te dice cuál es el mejor camino a seguir, nunca te falla y está encendida las veinticuatro horas. ¿Qué otro Dios quieres?» (p. 133)

 En La vías del futuro, Paz Soldán plasma, con un estilo particular y una habilidad notable, la angustia de una sociedad que se encuentra varada entre el artificio y la fatalidad que este provoca. En estas historias, existen situaciones imaginarias, pero que no se sienten, en absoluto, imposibles. Son retratos sobre cómo se va quebrando el mundo interior de cada uno de sus personajes debido al miedo provocado por estos nuevos dioses inventados, unos que, como toda invención humana, no están tardando mucho en ponerse en contra nuestra.

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Datos del libro reseñado:

Edmundo Paz Soldán

La vía del futuro

Páginas de Espuma, 2021, 176 pp.


[1] En ‘Wilson y la vida ideal en la ciudad’, crónica de diciembre de 1925 recogida en Del siglo al minuto. Crónicas sobre máquinas y ciencias (Casa de la Literatura, 2021)

[2] La sensación de temor sobre las posibilidades de replicarse en la vida real la trama de este relato se vio catalizada por la siguiente noticia de hace unas semanas: «El ingeniero de Google que asegura que un programa de inteligencia artificial ha cobrado conciencia propia y siente» (https://www.bbc.com/mundo/noticias-61787944).

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Reseña: Ustedes brillan en lo oscuro (2022) de Liliana Colanzi

Naturaleza, violencia y contaminación  

Por Omar Guerrero

Ustedes brillan en lo oscuro (Páginas de Espuma, 2022) de la escritora boliviana Liliana Colanzi (Santa Cruz de la Sierra, 1981) es el libro ganador del VII Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero. El jurado, presidido por la escritora española Rosa Montero, resaltó que los seis cuentos que componen el libro construyen mundos extraños que unen las claves de la ciencia ficción y el realismo. Ante lo dicho, se toma como antecedente el anterior libro de cuentos de Colanzi, Nuestro mundo muerto (Eterna Cadencia, 2016 [Argentina]; Santuario, 2017 [Perú]), donde se da cabida a lo sobrenatural y a lo andino. Aquí se reiteran estos tópicos, además de la presencia del mundo amazónico, del que se percibe la fuerza de su paisaje y sus recursos. A ello, se incluyen otros temas como la violencia, lo femenino, la maternidad, la familia, el miedo y la enfermedad.

En “La cueva”, uno de los cuentos más peculiares, y que precisamente abre el libro, está compuesto por nueve textos que tienen como punto en común este espacio geológico que se mantiene a lo largo del tiempo. Este transcurrir temporal permite concebir cada personaje o diversos hechos. Es así cómo se conoce la historia de una muchacha embarazada que caza conejos. Ella se tropieza con una piedra, cae y empieza a sentir dolor en el vientre. Esto acelera el nacimiento de sus dos niños a los que amamanta enseguida solo por instinto. La decisión que ella toma después no solo sorprende, sino que perturba hasta la consternación. Algo similar produce el siguiente texto que cuenta la historia de una joven llamada Xóchitl Salazar, quien se ve atrapada en una tormenta. Ella no puede llegar a su casa, por lo que se refugia en una cueva. Allí descubre dibujos prehistóricos donde sobresalen escenas de caza y sexo grupal. Encuentra, además, la marca de una mano que calza con la suya. A la mañana siguiente, regresa a casa con la idea de contar lo que ha descubierto sin saber (o esperar) la reacción de su novio. Otro de los textos que componen este cuento, y que guarda relación con lo femenino, es el quinto texto, donde se cuenta la historia de una pareja de jóvenes amantes de dos pueblos enemigos que se refugia en una caverna para estar juntos. Ellos se juran amor eterno. Sin embargo, a la semana siguiente, la muchacha se casa con un hombre de su pueblo. Muchos años después, ella regresa a la misma caverna acompañada de su hija. A pesar del tiempo transcurrido, la memoria le resulta esquiva al querer recordar a este amante de su juventud. Lo que ocurre a continuación es una variante con los otros textos que componen este cuento y que se caracterizan por tener un trasfondo científico, biológico y hasta de ciencia ficción. Uno de ellos cuenta la historia de una peste traída por un monje dominico que ocasionará graves consecuencias en la vida de unos murciélagos mutantes que habitan una cueva. Otro texto menciona a los troglobios, unos seres que se mantenían ajenos a la luz del sol y que llegan a desaparecer sin tener contacto con otros seres. Mención aparte a la formación de las estalactitas y estalagmitas en su superficie. Se considera que las más impresionantes se encuentran en una cueva llamada Naica, en la mina de la selenita de Chihuahua. Allí mismo se encontraron bacterias congeladas que no han tenido ningún parecido a lo ya conocido. Seguirán otros nombres como el de Onyx Muller y su cercanía con animales prehistóricos, o de un ser hermafrodita que sucumbe a la oscuridad de la caverna y a los ya mencionados troglobios; o los hongos y esporas como habitantes de una caverna, amenazados por las aves, el clima y la lluvia.  

El siguiente cuento también presenta ciertos rasgos de ciencia ficción relacionados con lo mitológico y lo andino. Este lleva por título “Atomito” en mención a una mascota-niño que es tejido con determinadas características como portar capa y botas. Todo se configura a partir de la presencia de una central nuclear en los andes. Se suman los personajes juveniles que son presentados en cada fragmento o bloque que componen el cuento. Es así como se conoce a Kurmi, una muchacha que odia a su nombre y que pierde a su madre, no sin antes recibir como regalo un Atomito tejido por su progenitora. Kurmi se relaciona con otros muchachos como un DJ llamado Orki (Never Orkopata) o un repartidor de pollos de una marca bastante peculiar. Y a pesar de desarrollar cada uno sus actividades, se mantiene latente el riesgo ante una radiación. Solo la presencia viva y real de Atomito, como si se tratase de un héroe, podría considerarse como una posible solución o salvedad. Mención especial para este cuento que toma como escenarios el altiplano, la huaca, la montaña y otros hechos sobrenaturales como despertar en otro tiempo. Se incluyen imágenes que potencian su propuesta:

El tercer cuento lleva por título “La deuda”. Su escenario es la selva boliviana. La historia gira en torno a una tía que va a cobrar una deuda. La acompaña su sobrina embarazada. Ellas hacen distintas paradas. En una de estas paradas ellas se convierten en testigos de un muerto en el río. En otro momento, la muchacha embarazada cree ver la imagen de su madre, cuya historia (o verdad) termina conociendo. A la vez, surgen recuerdos en medio del paisaje amazónico, justo antes de empezar a darse lo que tanto esperaba.

Los cuentos “Los ojos más verdes” y “El camino angosto” tienen como punto en común el fin de la inocencia de dos personajes femeninos dentro de un espacio rural que bien corresponde al lado oriental de un país como Bolivia. Los dos personajes son bastante jóvenes. Una es Ofelia, una niña de diez años que, en el día de su cumpleaños, desea tener los ojos verdes. Para cumplir su deseo es capaz de todo con tal de conseguirlo, incluso hasta convertirse en una persona que no teme tomar la iniciativa como si se tratase de un adulto. El otro personaje es Olga, cuyo destino será impuesto por ella misma sin importar las restricciones de su padre, de su familia y de su pueblo; mucho menos de las cosas malas que suceden y que son señaladas por la Iglesia como maléficas o demoniacas. Testigo de este cambio será su propia hermana, Susana, la narradora de esta historia que se caracterizará porque cada acto de supuesta inocencia ya no tendrá más cabida. Estos mismos actos darán paso a salir de lo que se conoce como “el camino angosto” donde solo se hace lo que está permitido (p. 66):

De noche Olga no se quería dormir: A Rosie la empreñó su sueño, decía tumbada junto a mí, y cuando yo me acercaba a chupar su teta me empujaba. ¿Ya no querés jugar a la vaca y al ternero? Y Olga me daba la espalda, preocupada, se pellizcaba los brazos para no cerrar los ojos, por miedo de soñar… ¿con qué? Un niño sin padre es una hoja en el viento: no sabe quién es, de dónde viene, qué la lleva. Había que anclarlo.

Por último, el cuento “Ustedes brillan en lo oscuro” aborda de nuevo el tema de la contaminación nuclear, aunque esta vez de una manera mucho más evidente, con consecuencias trágicas en los personajes afectados que serán separados como si se tratase de un gueto o de unos condenados. Imposible no relacionarlo con lo sucedido en la ciudad de Chernóbil, retratado por la Premio Nobel de Literatura, Svetlana Alexiévich. Esta vez se trata de un accidente nuclear que ocurrió en la vida real en la localidad de Goiâna en Brasil en 1987. Todo empieza a partir de la labor de unos chatarreros que empiezan a manipular material radiactivo sin saberlo. Es entonces que empieza el contagio y la contaminación. No importa que solo uno haya enfermado, como le sucede a la familia de la protagonista y narradora de esta historia, quienes pierden todo lo que tenían, incluyendo su casa. Tampoco importa que el tiempo haya pasado. Siempre quedará la herida, el vestigio y el recuerdo. Por eso se incluye una imagen que retrata lo sucedido, como es el caso de un mural o un grafiti:

La posibilidad de la enfermedad después de lo ocurrido involucra a lo genético y a la descendencia. De ahí que el personaje esté siempre pendiente de la integridad de su hija. Por su parte, ella se dedicará al deporte para mantener una salud que podría verse amenazada cada vez que surjan más afectados con este accidente, como es el caso de los miembros de una banda de música llamada Carne Radiactiva, quienes ya no le temen al cáncer. O, también, de otras familias que siempre rezan a favor de que ocurran más milagros. Aquí el cuerpo humano también es protagonista.

Con este libro queda confirmado que Liliana Colanzi es una de las nuevas voces renovadoras del género cuentístico, además de ser parte de una generación de escritoras latinoamericanas que cada vez más cobran un mayor protagonismo, tanto en español como en otros idiomas a los que son traducidas. No hay duda de que algo muy bueno está sucediendo con la obra escrita por mujeres pertenecientes a este continente.    

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Datos del libro reseñado:

Liliana Colanzi

Ustedes brillan en lo oscuro

Páginas de Espuma, 2022

Ganador del VII Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero

Puntuación: 4/5

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Reseña: Pelea de gallos (2018) de María Fernanda Ampuero

Una brutalidad que perturba

Por Omar Guerrero

Pelea de gallos (Páginas de espuma, 2018) es el primer libro de cuentos de María Fernanda Ampuero (Guayaquil, 1976), texto que la colocó como una de las principales voces femeninas de Latinoamérica. Los trece cuentos que componen el libro tienen en común el hecho de presentar el horror humano. Se trata de una brutalidad que perturba, porque los actos que se cometen son cotidianos, son habituales, son como “el pan de cada día”. Aquí lo abyecto se ha normalizado. No debería sorprender, pero lo hace por la intensidad con la que se presenta, más aún por reiterar la violencia, la podredumbre y la denigración junto a otros hechos como el incesto, el machismo y el racismo (por citar algunos). Al mismo tiempo, podría entenderse como una denuncia, pero también como una forma de presentar a las víctimas y a sus victimarios, ambos conviviendo dentro de la misma casa o el mismo pueblo. Y en esta convivencia se intenta sobrevivir y a la vez resignarse con los acontecimientos que siempre son los mismos o que se repiten, pues no existe salida o solución. Se trata de la representación de un territorio, sus habitantes y su salvajismo. No es exotismo sino una manera de mostrar la atrocidad. Esto se percibe en el primer cuento que lleva por título «Subasta» donde una mujer es víctima de un rapto y atraco múltiple. Ella siente miedo al igual que las otras personas que le piden que se calme. Su pánico es mayor por ser mujer. Mientras tanto, no deja de escuchar las palabras soeces y las amenazas de los asaltantes. Este temor femenino también se manifiesta en el cuento “Luto”, sobre todo cuando el personaje principal femenino se convierte en testigo del horror que sufre su hermana por parte de un hermano mayor, presentado como un fanático religioso sancionador que le gusta diferenciarlas. Para él una es buena y la otra es mala. Una es correcta y la otra es puta. A esta última la denigra y hasta la ultraja ante los ojos de quien demuestra solo bondad. Por eso ella intenta remediar lo cometido hasta que surge la enfermedad y lo pútrido. Solo así decide vengarse de ese fanatismo prolongando el sufrimiento. Es una manera de acabar con el hermano que siempre las ha atemorizado y subyugado. La muerte parece inminente. Aun así, el peligro y el horror continúan en un hecho que no deja de ser sobrenatural.

La violencia sexual y el machismo otra vez se presentan en el cuento “Monstruos”. Dos hermanas gemelas miran películas de terror. A una le gusta este tipo de películas y a la otra no. Para calmar su miedo recurren a Narcisa, la muchacha del servicio, quien siempre les dice que hay que tener más miedo a los vivos que a los muertos. Cuando las gemelas tienen su primera menstruación, vuelven a recurrir a Narcisa que les advierte que ya son unas mujeres. Mientras tanto, los padres casi nunca están, sobre todo la madre. Un día ocurre lo inesperado. Lo sexual se vuelve terrorífico para Narcisa. Es una desgracia y al mismo tiempo una condena. Las gemelas así lo entienden.

La inocencia vuelve a confrontarse con “la mala vida”. Sucede en los cuentos “Griselda”, “Pasión” y “Cristo”. En el primero, una vecina llamada Griselda hace tortas espectaculares. Todos en el barrio le piden distintos modelos que ella cumple con mucho arte, aunque ese no es su principal medio de ingresos. Ella vive gracias al dinero que le da su hija Griseldita, de quien dicen que anda en malos pasos. La relación entre madre e hija se va deteriorando. Algo pasa después con Griselda, por lo que muchos extrañarán sus tortas. Así lo indica la niña narradora que siempre gustaba de la repostería de esta vecina. En “Pasión”, una madre abandona a su niña que luego irá creciendo bajo el cuidado de sus abuelos. La gente del pueblo le dice que su madre se fue a buscar hombres. La niña crece y toma una decisión hacia sus abuelos. Ella se vuelve un ser vil hasta que conoce un hombre que será su mayor perdición. En “Cristo” una niña cuenta cómo es su vida de pobres con un hermanito enfermo y deforme al que le dice “ñañito”. A la madre se le acusa que por andar en “malos pasos” le salió deforme el hijo. La niña cuida de su hermanito, pero un día se olvida de darle las medicinas. El ñañito se enferma. Como consuelo y esperanza acuden a un Cristo para rezarle y dejarle como prenda una representación de lo que las une como madre e hija.

La inocencia se reitera esta vez para convertirse en víctima del horror inesperado. Esto ocurre en los cuentos “Nam” y “Persianas”. En el primero una chica se hace amiga de una muchacha extranjera que ha llegado a la misma escuela. Estudian juntas y comparten muchas cosas. También escuchan discos de rock americano que remiten a la época de la guerra de Vietnam. Estos discos están en la casa de la muchacha extranjera porque su padre fue un héroe de guerra. El personaje principal ignora que dentro de la casa de su amiga se esconde un secreto con el padre y con lo sucedido en la guerra. Lo descubre mientras ella no puede controlar sus ganas de ir al baño. Aquí el horror se mezcla con lo escatológico. En “Persianas” un niño va descubriendo que los hombres de la casa se alejan o desaparecen. El verano es insoportable. Su único consuelo son sus primos, con quienes juegan y se juran estar siempre juntos, pues se quieren y se estiman. Y en este cariño se van descubriendo otras cosas como los primeros atisbos de una sexualidad compartida entre tres. De pronto, sus besos y caricias son descubiertos. Sus primos se distancian. Al niño no le queda más que ampararse en el cariño de su madre. Entonces lo tierno se transforma de pronto en lo grotesco con tintes de incesto. La ternura se convierte en horror.   

Otra temática que se encuentra es la relación de mujeres domésticas con sus empleadoras. Allí se evidencia la diferencia de clases y el comportamiento de ambos grupos donde se conjuga la estima y la pena. Esto se encuentra en “Ali”, un cuento narrado por unas mujeres de servicio. Cuentan la historia de la niña Ali, una mujer que sufre de sobrepeso y toda una serie de flagelos provocados por sí misma. Aunque estos flagelos son como una forma de escape por lo que sucede en su vida, en su matrimonio y en su familia. Las domésticas saben que se debe guardar el secreto. Lo que no podrán evitar será la decisión que tome la niña Ali. En “Coro” una empleadora le cambia de nombre a su doméstica. Ella se llama Natividad Corozo, pero la llama Coro, porque no le gusta su nombre y porque la considera de su propiedad. También hay un racismo encubierto de exotismo. Las otras empleadoras celebran tener a empleadas como Coro. Ellas celebran, brindan y exageran en sus comentarios (en estos comentarios hay una mención a la tragedia del cuento anterior). De pronto, algo pasa en la parte de afuera, en el jardín, cerca de la piscina. Las señoras van a ver qué es. La dueña de la casa está decidida a acabar con cualquier invasor. En el trajín, las señoras invaden el cuarto de servicio. Se ponen la ropa de Coro, la imitan de forma burda reincidiendo en su racismo. Les parece divertido. Solo una de ellas se mantiene el margen. Esto le costará caro. Quedará demostrado que sus amigas no son sus amigas.

Un último tópico es el placer de las mujeres mezclado con lo incómodo. Esto último relacionado al asco o al dolor. Ellas conviven o se acercan a la mugre. Soportan malos olores y hasta el maltrato. Se resignan porque es lo que les ha tocado vivir. Todo indica que no hay manera de revertirlo. En “Crías” una muchacha es amiga de dos gemelas. Estas gemelas tienen un hermano raro que cría hámsteres. Estos animales se comen a sus crías para evitar que sufran lo que ellas viven (se puede entender como un paralelo). Al mismo tiempo, la muchacha siente una atracción hacia este hermano raro a pesar de su repugnancia. Se mezclan los malos olores y cosas desagradables con placer. Se confunde la felación con amor. Pasa el tiempo y las gemelas viajan y se llevan a toda su familia al extranjero. El único que se queda es el hermano raro. La muchacha crece y regresa a la casa de las gemelas para saber del hermano raro que sigue viviendo en medio de la mugre, pero no importa. Ella no deja de sentir placer al visitarlo. En “Cloro” tres hombres limpian una piscina. La dueña de la casa los observa sin dejar de pensar en todo lo malo que ha vivido. También piensa en lo que desea. Y en “Otra” (cuento que cierra el libro) una mujer compra en un supermercado. Mientras va escogiendo las cosas que va a llevar se le vienen a la mente lo que sucede con su marido cuando no encuentra o faltan cosas en la casa. Es una mujer subyugada que por un momento decide liberarse. Se percibe una ligera esperanza sin conocer el costo.

De esta manera queda confirmado el horror vivido en cada uno de sus personajes. La brutalidad que se cuenta y que se percibe sacude al lector (advertencia para los lectores susceptibles). Y frente a este mundo ficticio-grotesco se reconoce a una autora que sobresale por mostrar lo atroz sin ninguna contemplación.     

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Datos del libro reseñado:

María Fernanda Ampuero

Pelea de gallos

Páginas de espuma, 2018

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Reseña: Sacrificios humanos (2021) de María Fernanda Ampuero

La fragilidad de lo femenino

Por Omar Guerrero

Sacrificios humanos (Páginas de espuma, 2021) de María Fernanda Ampuero contiene doce cuentos donde prevalece lo femenino en su mayoría. Sus personajes se caracterizan por mantener anhelos y esperanzas, aunque tampoco pueden evitar tener miedo. Ellas, sobre todo, viven con el temor de ser vulneradas, violentadas y desaparecidas. Aquí el sufrimiento y el dolor se convierten en una amenaza constante, al punto de dar paso a lo terrorífico y a lo siniestro. Sobresale la descripción de eso que causa tanto pánico o terror, y que llega hasta lo grotesco y lo sórdido, convirtiéndose en el punto más alto de cada diégesis por su misma tensión, sobre todo si se suman hechos abyectos, crueles y sangrientos. Aquí la venganza no es reivindicativa. Es solo una muestra de la delgada línea que separa lo humano de lo monstruoso, pues no existe culpa, solo decisiones y hechos que hubiesen sido mejor que no hayan ocurrido, pero suceden, y aquí se cuentan.

En el primer cuento titulado “Biografía”, se cuenta en primera persona la historia de una mujer migrante e indocumentada que casi fue violada por su jefe. Ella envía dinero para que sus padres puedan pagar la deuda de su viaje y también para que le den de comer a su pequeña hija. Ante tanto sacrificio, ella menciona que “migrar es como ir a la guerra” o que “las migrantes son como el hueso que se tritura para que coman los animales”. Sabe que solo le queda resistir y continuar. Acude a la casa de un hombre que vive con su hermano. Los dos han tenido una infancia y una juventud donde han pasado por todos los vicios. La muerte de su madre los ha marcado. La violencia y la maldad prevalecen en uno de ellos. A la mujer migrante no le queda más que implorar y buscar una forma de huir para que no le hagan ningún daño.

En el cuento “Creyentes” una voz femenina muy joven cuenta las atrocidades que ocurren en su pueblo. Hay una huelga con la idea de cambiar en algo las cosas. Mientras tanto, ella sigue siendo algo ingenua. Juega libidinosamente con otra niña que también está bajo el cuidado de la abuela. Muy cerca de ellas, están los creyentes. Ellos son dos hombres blancos. Uno alto y otro bajo. Supuestamente transmiten paz y pura bondad. Sin embargo, en esas aventuras juveniles, una de ellas encuentra un hecho de horror difícil de creer para todos.

En “Silba” la voz femenina recuerda lo que vivió su madre y también su abuela. La condición femenina se vuelve vulnerable ante el peligro y el miedo, pues existe un terror latente. Se menciona a un hombre que silba, y que puede que no sea precisamente un hombre sino un ser maligno que desaparece muchachitas. Asimismo, en el pasado ocurrieron cosas fatídicas como un accidente que produce llagas producto de quemaduras o mascotas que murieron antes de lo previsto. Otros hechos que también son considerados como malos recuerdos son el maltrato de los esposos. Y estos hechos son igual de crueles como cualquier rapto y desaparición. 

En “Elegidas” un grupo de muchachas desean vivir muchas cosas. Entre estos deseos está la experiencia al límite del goce y lo sexual. Sus deseos sobrepasan lo moral. Solo se dejan llevar por la belleza del género opuesto. Ellas quieren sublevar cualquier parámetro. Quieren romper con lo establecido.

En “Hermanita” una chica hace referencia a su gordura. También hace referencia a una prima que siempre se mantiene flaca a la fuerza para verse más bonita. Esta prima se aprovecha de su popularidad para usar a su antojo a una alumna nueva en la escuela cuyo aspecto es bastante peculiar. Todo cambia cuando ambas primas visitan la casa de la alumna nueva. Allí juegan a la ouija. Entonces lo sobrenatural y lo terrorífico se hacen presentes con un fin aleccionador.

“Sanguijuelas” es uno de los cuentos donde los personajes principales no son femeninos. Se trata de un niño raro llamado Julito que cría sanguijuelas en una pequeña piscina de su casa. Los otros niños lo tratan como un ser monstruoso, pero deben jugar con él por la presión de sus madres. Quien narra es uno de estos niños que debe jugar con Julito. Al cumplir con esta orden se evidencian las diferencias sociales. El niño que cuenta la historia se pelea con Julito debido a las sanguijuelas. Aun así, debe volver otra vez a su casa por orden de su madre. Esta vez toca jugar a las escondidas. El juego se convierte en un acto perverso y vengativo. No se puede creer tanta maldad disfrazada de inocencia. Todo finaliza con la reacción inesperada de cada madre ante lo ocurrido.

En “Invasiones” se cuenta la mudanza de una familia en su nueva casa que colinda con un estero. Allí tienen que convivir con diversos tipos de animales e insectos a modo de plagas que remiten a lo escabroso y al asco. A ello se suma la convivencia con unos vecinos que llegaron como invasores, por lo que una vez más se muestran las diferencias sociales. El comportamiento de estos nuevos vecinos es casi delincuencial, por tal razón se toman medidas llenas de excesos. En esta intervención muere un niño. Su madre sufre y maldice. Luego surgen lluvias e inundaciones. Todo se malogra. Todo se pudre. El padre solo buscaba un orden, pero termina siendo víctima del caos y el peligro. Él mismo se vuelve vulnerable, pues los invasores siguen siendo una amenaza. Quien cuenta la historia es uno de sus hijos.

En “Pietà” se comete un feminicidio que es contado por la mujer que ha criado al culpable. El cariño de una madre sustituta convierte en irrelevante lo sucedido.

En “Sacrificios” una pareja de esposos están perdidos en el estacionamiento de un centro comercial. Llevan tres horas buscando su auto. Tampoco encuentran la salida. Es muy tarde. Ya es de madrugada. Conversan, discuten, se insultan al reconocer una infidelidad. Sus hijos esperan en casa. Ellos se desesperan con en el transcurrir del tiempo, sobre todo ella. Sus celulares no tienen cobertura. Sus baterías están a punto de apagarse. Apenas si pueden iluminar. De pronto, escuchan ruidos. Creen que es una persona, un hombre. Podría tratarse del guardián del parqueo. Sin embargo, suena como un animal. Suena como un chancho. Prenden la poca luz del celular y pueden distinguir que eso que viene hacia ellos tiene cuernos y pezuñas, pero se ve como un hombre, un hombre disfrazado. No lo pueden creer. Es terrorífico.  

En “Edith” se usa un lenguaje lírico para describir lo sexual. Edith tiene un amante con el que siente una total plenitud. Mientras tanto, su esposo hace cosas malas con sus pequeñas hijas en su casa. Edith las ha dejado desprotegidas por andar con su amante. Ella luego intenta liberar a sus hijas de lo malo, pero el dolor queda como una última sensación.

El cuento “Lorena”, uno de los mejores, trata sobre una mujer latina que se enamora de un gringo apuesto y fornido. El acto sexual entre ambos es hiperbólico y de sensaciones extremas. Ambos se enamoran y se casan. El sexo dentro del matrimonio cada vez es más brusco. Su vida de casada pasa a convertirse en una pesadilla a partir de una serie de agresiones. Todo se vuelve violento. La vida de ensueño ahora es un infierno. Para ella ya no hay intimidad, solo hay ultrajes y humillaciones. Mutilar el principal instrumento de esos ultrajes podría ser un último recurso.

En “Freaks” un muchacho amanerado es considerado como una vergüenza para su familia. Se le insulta con todo tipo de adjetivos correspondientes a su opción sexual. Al mismo tiempo hay un niño cabezón que es colocado en una porqueriza. Este niño deforme vive con los chanchos en medio del asco, lo escatológico y el horror. Para ambos personajes marginales solo queda una manera de escapar ante tanto sufrimiento.

Fotografía de Javier Azuara

No hay duda de que los cuentos de María Fernanda Ampuero recurren al dolor y al sufrimiento para establecer una especie de denuncia. Los marginales, desposeídos, humillados y vulnerables son su principal referencia para contar estas historias que logran estremecer. La imagen de lo femenino es su principal bandera, por lo que se aplaude con total admiración.

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Datos del libro reseñado:

María Fernanda Ampuero

Sacrificios humanos

Páginas de espuma, 2021