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Entrevista: Amaury Colmenares

Amaury Colmenares: “Me interesaba explorar algunas de las posibilidades de la mentira”

Por Sebastian Uribe y Eliana Del Campo

Amaury Colmenares (Ciudad de México, 1986) fue uno de los escritores invitados de Feria Internacional del Libro de Lima 2025. Radicado en Cuernavaca, se ha dicho que su obra explora la relación entre la magia, el humor, la ciudad y la literatura. Es co-director del colectivo cultural Ruina Tropical, con el que ha organizado eventos como bailes multitudinarios de sonidero, exposiciones efímeras en edificios abandonados y proyecciones de cine en balnearios. En el 2024 obtuvo el Premio de Narrativa Las Yubartas en su primera edición por su novela Acequia, la misma que fue publicada por distintas editoriales independientes de Latinoamérica y España. La edición peruana estuvo a cargo de Pesopluma. A propósito de esta publicación, fue que tuvimos la siguiente entrevista:

En Acequia la risa se percibe como un medio para desconcertar al lector de la solemnidad cotidiana, no como una negación del tedio sino como un propósito que va más allá de ello ¿Podemos considerar el humor como una experiencia de celebración dentro de tu narrativa?

Más bien considero que es una dimensión de la realidad que uno elige ver o ignorar. Todo tiene algo de sublime, algo de horrible, algo de muy gracioso, y cada quien decide si le va a poner atención a ese aspecto o no.

En mi novela he procurado destacar muchos de los aspectos absurdos o graciosos de la realidad de cada personaje y ocurren eventos que normalmente tendrían un signo grave, sublime o incluso erótico, pero en la narración están recreados en clave humorística. Pero no pienso al humor como un consuelo o una burla, sino simplemente como una posibilidad.

Las descripciones de la geografía de Cuernavaca y sus derivas históricas y políticas son como “lados-b” de la historia oficial que a menudo se impone ¿Cómo fue esta exploración desde la literatura?

Estudié historia como carrera profesional y desde la academia me enteré de ese pasado de mi ciudad. Si se pone en perspectiva, realmente se aprecia la tendencia muy clara de esta urbe de ser una especie de escenario paralelo y discreto de la historia del país. Conforme pasaron los años, me fue posible dar cuenta de ese proceso en la novela, fui imbricando en el tejido narrativo los eventos que me parecen interesantes del pasado ilustre de Cuernavaca. Quería entregar una ciudad en alto contraste, seleccionando sus rasgos más interesantes y exagerarlos hasta borrar todo lo que tiene de soporífera y anodina (como cualquier otro lugar del mundo) para que pareciera un jardín exótico del que digamos que suprimí los elementos más simples, como el césped bien cortado o los geranios, para crear un lugar estrambótico.

En la historia, las mentiras diseñadas por parte de la editorial El Helecho son una vuelta de tuerca al tema de los bulos, al mostrarlo con un matiz creativo distinto, incluso como un guiño a la docilidad de las sociedades para no cuestionar la información que se recibe. ¿Cuál es tu perspectiva sobre este tema? ¿Hay una exageración con los efectos de un de un fenómeno que existe desde la época de la Conquista?

Vivimos en una civilización fundamentada en la objetividad y la verdad científica, pero nuestra realidad se basa en nuestra percepción, lo que elimina de hecho cualquier posibilidad de conocer el mundo tal cual es. Sólo podemos observarlo y medirlo, pero siempre desde nuestra perspectiva y percepción humana, que es limitada. Siempre me ha parecido muy interesante cómo de un mismo hecho pueden crearse numerosos relatos, y cómo el discurso genera realidades diferentes. En Acequia me interesaba explorar algunas de las posibilidades de la mentira. Creo que la gente tiene mucha maña para moldear la realidad a su conveniencia y en la novela presento algunos ejemplos.

La leyenda del “Ronald McDonald” que cobra vida es uno de los momentos más significativos de la novela, sobre todo al indagar sobre su ocurrencia “real”. ¿Cómo crees que se tejen las relaciones sociales alrededor de rumores y leyendas como esas? ¿Qué identidad social se puede conformar a partir de ficciones así?

Durante varios días, el evento del “Payaso diabólico”, como se le conoció en los medios, fue real. Cuernavaca se paralizó. La gente estaba en shock. Según he podido averiguar, el origen de este evento fue el espionaje entre medios. Un empleado de un periódico le vendía las noticias importantes de su medio, las exclusivas, a su competencia, y así fue como una portada ya hecha para imprimirse el día de los santos inocentes fue pasada como verdadera y otro periódico la imprimió antes de tiempo sin saber que se trataba de una broma. No importa. Lo importante es que, durante una semana, mi ciudad vivió una realidad en la que un payaso de fibra de vidrio cobró vida y asustó de muerte a dos hombres. Esto ocurrió en verdad y es un claro ejemplo de la débil frontera entre realidad y ficción.

Y creo que ahora, con los medios digitales entrando en la era de la inteligencia artificial, vamos a volver al empirismo, porque no habrá manera de saber si algo es cierto o no a menos de que vayas y lo veas. Y ni eso. Una fantasía absoluta es lo que nos espera así que consumir arte es la mejor manera de ir entrenando capacidades importantes para el carnaval que nos espera.

Los libros de la editorial El Helecho nacen a partir de un juego borgiano de trastocar una obra y alterar, de forma extrema, su autoría, forma y fondo. ¿Cómo surgió esta idea en la novela? ¿Qué representa Borges en tu modo de leer y escribir?

Me pasa todo el tiempo que leo mal cosas en la calle y durante un momento las cosas más extrañas están ahí, en un anuncio del gobierno o en el nombre de un negocio. Luego del estupor o la maravilla inicial, leo de nuevo y me doy cuenta de que soy idiota y simplemente leí, una vez más, mal. Pero durante unos segundos, así como durante unos días Cuernavaca vivió la psicosis de que había un payaso asesino diabólico suelto, durante unos segundos mi realidad es otra. Y ese interregno es el que me apasiona y el que busco recrear en mi literatura. Me parece muy borgiano y también muy cortazariano. Momentos en los que queda patente que la realidad es muy endeble. Y esto pasa todo el tiempo. Quizás a mí con mayor frecuencia de la debida para un adulto.

Es inevitable pensar en Perec durante la lectura de Acequia, por ello queríamos consultarte por el desafío de escribir una novela donde fluyen tantas historias a la vez. ¿Cómo fue el ejercicio de ordenarlos y dotar de un ritmo propio a cada una?

Me tomó mucho tiempo porque fue un proceso más de imaginación que de estrategia racional. Me interesaba mucho que las historias se retroalimentaran con la naturalidad en la que en nuestra realidad ordinaria todo está conectado. No quería forzar nada en el mundo de la novela. Entonces fue necesario dejarlo fluir en mi imaginación durante muchos años para que las historias fueran creciendo a su ritmo y se fueran mostrando los puntos de contacto.

Quizás un poco como los esquejes, que hay que dejarlos crecer hasta que ya es posible cortarlos sin que mueran. Son la misma planta y sólo se convierten en dos plantas en el momento en el que se corta la unión original. Pasas de una sola planta a dos plantas en el instante de un corte, pero esto es posible porque durante un tiempo dejaste que el esqueje creciera. Así pasó con la novela, pero a la inversa.

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Datos del libro publicado:

Amaury Colmenares

Acequia

Pesopluma, 2024. 278 pp.

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