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Reseña: Caso abierto. La novela policial peruana entre los siglos XX y XXI (2022) de Alejandro Susti y José Güich Rodríguez

Literatura peruana sobre crímenes e investigación policial

Por Omar Guerrero

Caso abierto. La novela policial peruana entre los siglos XX y XXI (Fondo Editorial de la Universidad de Lima, 2022) de Alejandro Susti (Lima, 1959) y José Güich Rodríguez (Lima, 1963) es un ensayo que busca responder por qué el género policial surge de manera tardía en el Perú. Para ello, se hace una revisión desde sus orígenes en el siglo XIX con el policial clásico desarrollado por autores como Edgar Allan Poe y Arthur Conan Doyle donde sobresale la modernidad de las grandes ciudades y el raciocinio lógico-deductivo de sus investigadores. Se incluye luego a autores de novela negra de la primera mitad del siglo XX a partir de la gran depresión económica, entre los que sobresalen Dashiell Hammett y Raymond Chandler. En el caso de América Latina es ineludible no considerar a Jorge Luis Borges y sus posteriores colaboraciones con Bioy Casares. Se sustenta esta revisión con un marco teórico en cuanto a sus características esenciales (Boileau, Dubois, Todorov, entre otros). Y a continuación, se realiza un desarrollo del panorama crítico de la novela policial en el Perú. Con todos estos implementos se analizan cinco novelas peruanas que podrían considerarse como novelas de investigación o relacionadas al género. Estas son las siguientes: La piedra en el agua de Harry Belevan (1977), La conciencia del límite último de Carlos Calderón Fajardo (1990), Secretos inútiles de Mirko Lauer (1991), Puñales escondidos de Pilar Dughi (1997) y Bioy de Diego Trelles Paz (2012). Se suma al final un apéndice a modo de interrogatorio policial a diversos autores, autoras y conocedores del género en el Perú. Todos ellos responden seis preguntas específicas sobre el tema.  

El libro inicia con una introducción donde se proponen una serie de respuestas de por qué este género no se ha desarrollado en su totalidad dentro de la literatura peruana. La primera, y la más evidente, es que el policial como género era una señal de cosmopolitismo y modernidad en grandes ciudades como Londres, París y Nueva York. En el caso de América Latina, urbes como Ciudad de México y Buenos Aires aún nos llevan una gran ventaja, de ahí que el género se haya manifestado y expandido en las literaturas de estos países. Para nuestro caso, Lima y otras ciudades del Perú aún no han logrado este nivel de desarrollo. Es recién, a partir de los años ochenta, con las migraciones y el terrorismo, que la capital crece a desproporción. Esto trae una serie de problemáticas entre las que sobresale la violencia, cuyo tema se convirtió en motivo de representación a través de la literatura en las décadas siguientes. Tal como indica Mirko Lauer (p.13): “no hemos tenido novela policial porque no la necesitábamos (en base a la violencia que se vivió en esos años), así como no hemos tenido ciencia ficción porque no la imaginábamos”. Se añade el prejuicio sobre el género policial al considerarlo como un subgénero o como una forma de entretenimiento y que se sustenta, sobre todo, con el peso de la tradición de la literatura peruana del siglo XX, en especial con la narrativa indigenista y también realista (y/o neorrealista), todas con un trasfondo social y político.

En el capítulo 1, titulado “El policial clásico y la novela negra. Una aproximación teórica e histórica”, se establecen las definiciones de ambas propuestas para diferenciarlas. Aquí se citan unos fragmentos del ensayo Lo negro del policial de Ricardo Piglia (p. 38):

Lo que en principio une a los relatos de la serie negra y los diferencia de la policial clásica es un trabajo diferente con la determinación y la causalidad. La policial inglesa separa el crimen de su motivación social. El delito es tratado como un problema matemático y el crimen es siempre lo otro de la razón. Las relaciones sociales aparecen sublimadas: los crímenes tienden a ser gratuitos porque la gratuidad del móvil fortalece la complejidad del enigma […] los relatos de la serie negra (los thrillers como los llaman en Estados Unidos) vienen justamente de narrar lo que excluye y censura la novela policial clásica. Ya no hay misterio alguno en la causalidad: asesinatos, robos, estafas, extorsiones, la cadena siempre es económica.

Otra marcada diferencia son las vidas de los investigadores. En el policial clásico, se presentan como sujetos incorruptibles y honestos que renuncian al soborno. Estos buscan la verdad y la justicia a toda costa. Son deductivos e intachables. En la novela negra, muchos de ellos son solitarios, tienen mucho sexo, beben alcohol, fuman incansablemente, sufren de insomnio y están tentados por el mundo oscuro en el que transitan. Ellos son empíricos e imperfectos. (Estos últimos son mis favoritos).  

En el capítulo 2, se menciona la función de la crítica literaria en el Perú a inicios del siglo XX como una directriz para el desarrollo de la literatura, ya sea a través de cuentos o novelas, asumidos como proyectos aprobados y otros de descarte. En estos últimos se encontrarían las propuestas relacionadas al género policial, los cuales ni siquiera eran motivo de análisis o mención en la función de la crítica. De ahí que no haya registro de estas propuestas recién hasta la segunda mitad del siglo XX, siempre bajo una forma híbrida (p. 53):

Pero aún deberán transcurrir varias décadas antes de que la crítica contemporánea, abierta ya a otros modos de abordaje, fije sus intereses en una narrativa que parece huidiza y apenas explorada, no solo por la resistencia de un sector influyente del mainstream académico, sino por los mismos productores de los textos creativos, es decir, los responsables del trabajo simbólico.

Alejandro Susti – Foto: Perú21

En este mismo capítulo, se hace un recorrido por el trabajo realizado por autores nacidos en cada década, desde 1940 hasta 1976 hacia adelante. El punto en común con todos estos autores lo determina el crítico Ricardo Gonzalez Vigil (p. 69):

Su tendencia más clara es la búsqueda de la hibridez, es decir, la mezcla con otros discursos y códigos culturales y artísticos, pues existe una clara tendencia al entrecruzamiento que procede de la flexibilidad que varios críticos han identificado en este dominio desde los primeros estudios teóricos confiables

En los capítulos siguientes (del 3 al 7), se analiza cada una de las novelas seleccionadas por los autores de este ensayo. Así, por ejemplo, tenemos las deducciones en el capítulo 3 de que la novela de Harry Belevan debe ser catalogada como una novela posmoderna, además de concentrar el estatuto de lo fantástico, cuya mayor influencia, sin dudas, proviene de la obra de Borges. No se deja de lado su función intertextual e intratextual donde también se hace evidente la influencia de Poe.

En el capítulo 4, se determina que la novela de Carlos Calderón Fajardo guarda aproximaciones con la novela de Belevan, sobre todo por reunir características de la novela negra y de la narrativa fantástica. Aquí se añade el tema sexual, sobre todo al incursionar en los bajos fondos de la ciudad, referidos a prostitutas y burdeles, tan típico del noir, desarrollando, de esta manera, la marginalidad de espacios y personajes. Aunque no todo transcurre en estos lugares, pues también se presentan otros parajes que no son precisamente urbanos, sino estivales, como los balnearios al sur de Lima. Otra característica es la presencia de un personaje autorreferencial con el nombre del autor real.

En el capítulo 5, se menciona que la novela de Lauer contiene referencias reales de hechos y personajes políticos e históricos los cuales son relacionados, incluso, al morbo y al humor. Otros escenarios son los fumaderos de opio del centro de Lima y los balnearios al sur de la capital. Aquí lo sexual también se hace presente con personajes travestidos cuyos secretos son parte de la trama.

En el capítulo 6, se determina que en la novela de Pilar Dughi, ganadora del Premio Novela Corta del Banco Central de Reserva en 1997, la ética y la honradez, así como cualquier otro valor en las personas, dejan de estar presentes debido a las circunstancias sociales y políticas que atraviesan. La corrupción alcanza a todos los niveles, en especial a los trabajadores de un banco, cuyas funciones administrativas pierden toda norma y rectitud. Se suma la burocracia y la falta de escrúpulos para proceder como lo hacen los personajes de esta novela.    

En el capítulo 7, sobresale el uso de la violencia en la novela de Diego Trelles, ganadora del Premio de Novela Francisco Casavella de España en 2012. Parte de esta violencia se relaciona con el periodo del terrorismo, cuyos personajes sufren el ensañamiento de las fuerzas del orden. Aquí los personajes masculinos subvierten, vulneran y degradan lo femenino. Se presenta una misoginia e intolerancia. Otro tópico es el trastocamiento de las convenciones del policial, sobre todo en el tratamiento de los personajes referidos al detective, el sospechoso, el asesino y la víctima. Por otra parte, se suma el trabajo ensayístico del autor sobre este género, cuyo título Detectives perdidos en la ciudad oscura: novela policial alternativa en Latinoamérica: de Borges a Bolaño, citado recurrentemente en este libro, ganó el Premio Copé de Ensayo en 2017.

En el último capítulo, considerado como apéndice a modo de interrogatorio policial, se hacen seis preguntas en torno al género. Estas son las siguientes (p. 247):

1) ¿Cómo nace su interés particular por la novela/cuento policial y qué elementos de ella han sido incorporados a su praxis creativa directa o indirectamente?

2) ¿Qué razones podrían haber inducido a que el policial no prospere en el Perú y apenas haya sido frecuentado por un número reducido de cultores?

3) En algún momento, el policial comienza a despertar inquietudes entre nuestros escritores y escritoras, particularmente desde la década de 1980. ¿Considera usted que la coyuntura política de esos años activó una posibilidad de desarrollo para el género en su país?

4) El policial ya cuenta con un reconocimiento crítico en el campo cultural de diversos países. En el Perú, aún es incipiente, pero se están dando los primeros pasos, pues ya existe un corpus representativo. Es también un género dúctil y permeable a la hibridez. ¿Tiene usted una poética personal acerca de esta narrativa en cuanto a que le permite revelar preocupaciones que otros dominios narrativos no le permiten expresar?

5) Si hay algún autor o autora que usted considera indispensables y que marcó su obra, ¿por qué elegiría ese nombre y qué novela constituiría para usted un aporte fundamental al género?

6) Según usted, ¿cuál es la novela policial más importante escrita por un auto(a) peruano(a)? ¿Podría indicarnos las razones de su elección?

José Güich Rodríguez – Foto: El Peruano

Estas preguntas son respondidas por distintos autores de la literatura peruana que han incursionado en el género. Muchas de sus respuestas coinciden. Entre las principales influencias y primeras lecturas, se encuentran los policiales clásicos de Poe, Conan Doyle y Agatha Christie, además de la novela negra de Chandler. Por supuesto, también se menciona a Borges como una fuerte influencia, sobre todo con su cuento “La muerte y la brújula”. Entre otros autores importantes de gran influencia, están Patricia Highsmith, Manuel Vázquez Montalbán, Ricardo Piglia, Osvaldo Soriano, Rubem Fonseca y Leonardo Padura. La novela ¿Quién mató a Palomino Molero? de Mario Vargas Llosa es la elegida, para la mayoría, como la más importante del género dentro de la literatura peruana (se incluyen también La ciudad y los perros y Conversación en La Catedral, cuyas tramas tienden a la investigación no necesariamente por un policía o detective a partir de muertes no esclarecidas). Le siguen buena parte de las novelas aquí analizadas, además de otras como Una pasión latina de Miguel Gutiérrez.

Entre las respuestas más elocuentes y esclarecedoras, se encuentran las de Harry Belevan, Mirko Lauer, Ricardo Gonzalez Vigil, Alonso Cueto, Guillermo Niño de Guzmán, Teresa Ruiz Rosas, Viviana Ramírez, Leyla Bartet, Peter Elmore, Fernando Iwasaki, Jorge Valenzuela, Irma del Águila, Ricardo Sumalavia (considerado como uno de los primeros investigadores del género con su tesis de 1993 sobre la novela de Calderón Fajardo aquí analizada), Selenco Vega, Alexis Iparraguirre, Alejandro Neyra, Diego Trelles, Luis Hernán Castañeda y Leydy Loayza.

Conclusión: este libro se impone como lectura obligatoria para quien desee incursionar o saber sobre el género policial en el Perú.

*****

Datos del libro reseñado:

Alejandro Susti y José Güich Rodríguez

Caso abierto. La novela policial peruana entre los siglos XX y XXI

Fondo Editorial de la Universidad de Lima, 2022

Puntaje 5/5

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