Desde
hace pocos años, si hacemos un simple recorrido,
en el caso más honesto, sin proponernos una mañana
de búsqueda o de compras literarias, o bien,
planteándonos dicho trajín, acabamos sorprendidos.
Yo lo admito. No ha sido usual caminar por San Marcos,
por el exterior de la Católica, por alguna librería
del centro o Miraflores, y caer en cuenta que las mejores
publicaciones expuestas pertenecen ahora a sellos universitarios.
Tengo que decirlo: ahora hay más. No abundan,
pero hay más.
No
es cuestión de gustos o desengaños. Para
muchos esto puede enlazarse con las remembranzas acerca
de la época dorada universitaria limeña,
en donde profesores de San Marcos (Porras, Puccinelli,
Basadre) o de la PUCP (Mario Alzamora, Luis Jaime Cisneros,
Franklin Pease) estaban detrás de proyectos y
publicaciones que hasta el día de hoy perduran
en el contexto del desarrollo humanístico.
Sin
embargo, es conveniente caer en cuenta que las actuales
normas editoriales —con todo lo que implica el
libro como objeto de venta, valor, y contenido—
han variado considerablemente la dirección y
postura de toda publicación emanada por parte
de una universidad. Exacto: si el mercado directo es
la propia comunidad académica, y el propósito
esencial es demostrar y difundir lo que se investiga
o produce desde el campo intelectual, este margen ha
sido ampliado a un público mayor, a un público
que suele ir a librerías, que lee diarios o alguna
revista en busca de novedades, que no está en
un círculo determinado por la cofradía
usual de la intelectualidad.
Los
fondos editoriales de las universidades surgen a partir
de esta constatación. Unos con más tiempo
que otros —sea por su visión editorial,
respaldo financiero, propósitos laborales—,
pero todos con el mismo fin: posicionarse dentro del
entorno académico-universitario y de la sapiencia
o curiosidad casual-causal de lectores comunes. Sin
duda, se trata de un factor que se asienta sobre la
idea de otorgar al lector “general” una
perspectiva paulatina y ávida, a la vez, acerca
de la situación actual de áreas como la
investigación, creación y estudios.
El
caso San Martín de Porras
Las
ediciones de la Universidad San Martín de Porras
(USMP) cuentan con 15 años de existencia. Cada
escuela es independiente de sus publicaciones y de sus
investigaciones. La intención plena de la universidad
no solo consiste en formar profesionales, sino, además,
fomentar la investigación de sus propios alumnos.
Con ello aparecen también los proyectos de investigación
que la universidad requiere o que le son propuestos.
En este caso, se evalúan los trabajos; al ser
aprobados, se contrata al investigador, quien labora
como colaborador externo.
Ismael
Pinto es director del Instituto de Investigaciones de
la Facultad de Ciencias de la Comunicación de
la USMP. Es el responsable directo de la gran viada
que ha tomado el fondo editorial de esta universidad
respecto al desarrollo de publicaciones literarias.
“Hemos diversificado la investigación en
lo que es prensa y literatura, por guardar ambos campos
bastante afinidad”, sostiene.
Muestras
de ello son las notables y aplaudidas reediciones de
las revistas Las Moradas (dirigida por Emilio
Adolfo Westphalen) y Letras Peruanas (dirigida
por Jorge Puccinelli), que dan fe de ello. “Estas
revistas representan un icono, un paradigma en el desarrollo
cultural del país. La universidad busca suplir
la falta de cultura”, enfatiza Pinto.
Dentro
de las últimas entregas hechas por la USMP vale
mencionar Sin perdón y sin olvido. Mercedes
Cabello de Carbonera y su mundo (Ismael Pinto),
Abraham Valdelomar y Luis Varela y Orbegoso. Vidas
y cartas (Osmar González y Jorge Paredes)
y el valioso Apologético,
en favor de don Luis de Góngora (edición
de Luis Jaime Cisneros). Acerca de este texto, Pinto
afirma: “El criterio de su publicación
radica en que es un libro fundamental que ha sido pedido
en muchas universidades extranjeras y peruanas. Con
él, se inicia la colección Biblioteca
de Estudios Coloniales, próxima a acentuarse
a finales de este año y a comienzos de 2006 con
dos publicaciones, aún en reserva”.
La
distribución y las coediciones son también
aspectos que resaltan del trabajo en el fondo: “Con
la distribución se busca salir del ámbito
local peruano. Por ejemplo, el libro Juana Manuela
Gorriti: cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo
Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima:
1882-1891, de Graciela Batticuore, ha sido editado
junto con la Universidad de Buenos Aires. Además,
hemos realizado coediciones con importantes instituciones
peruanas, como el Congreso de la República, la
Biblioteca Nacional (Abraham Valdelomar y Luis Varela…)
y la Academia Peruana de la Lengua (Apologético)”.
El
papel de la universidad, su visión editorial,
su propuesta frente a la comunidad peruana, se enfatiza
en otorgar un buen producto sin que éste represente
un costo elevado. “Soy consciente de que la Universidad
San Martín de Porres suple las carencias culturales
del país, carencias que debería asumir
el Estado. Nuestro fin no es ganar dinero con las publicaciones.
El motivo principal es difundir cultura y rescatar importantes
trabajos o textos que por falta de iniciativa no se
publicarían en otras instituciones: poner el
libro al alcance de la comunidad. Por ello representamos
algo diferente y no buscamos sólo lo lucrativo.
Nuestras ediciones son de mil ejemplares y están
a precios muy cómodos. Esta nueva propuesta plantea
ampliar el mercado editorial”, concluye Pinto.
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