Los asistentes en la presentación no pasaban de 25 personas. Sobresalían Sharey y Pilar, Pato, Claudio y José, Alonso Rabí, cinco o seis incondicionales de Letras.s5, el poeta subterráneo amigo de Gonzalo Rojas, el ex ministro fujimorista Juan Carlos Hurtado Miller, la chica más linda de Chile y la mamá de la chica más linda de Chile.

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Sanhattan y la chica más linda de Chile

 

La diferencia más importante que establece Chile con Perú, y perdonen la fruslería, son sus conciertos. Con ello, lo impresionante, en sí, es que pagando un total de casi cien dólares puedas ver en área VIP, en dos fechas, a los Beastie Boys y a Daft Punk. Que por veinte pases el 31 de octubre en un concierto brutal con los Bersuit Vergarabat.

Pero fuera de eso, en Chile pasan cosas muy parecidas que en Perú. En Chile piensan que Perú se arma para una nueva guerra. En Perú creemos lo mismo. En Chile se alarman por lo que dicen sus cancilleres y jefes militares respecto a la situación con Perú. En nuestro país sucede igual. En Chile la prensa decide cosas, estafa a sus lectores, y vende, vende mucho. En Perú la prensa juega el mismo rol.

En Chile existe la misma negligencia médica que acá: en Viña del Mar una niña murió por una picadura de una araña de rincón. En Chile los lavacarros son dueños de muchas calles, como en Perú. Hay ambulantes, hay suciedad, perros en la vía pública, los nuevos escritores se forman leyendo a Bolaño. Todo igual que en nuestro país.

Como se puede ver, Chile y Perú tienen tanto en común que resaltar las discrepancias entre ambos resulta ridículo. Aunque quizá no. Uno nunca sabe lo que puedan determinar nuestros políticos y periodistas.

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Me he explayado en este texto con cierta irresponsabilidad, principalmente por todas las bagatelas que he narrado. Entonces, es momento de ponerle punto final a esta crónica de viaje.

Así, quiero decirles a todos ustedes, distinguidos lectores, que estoy enterado, gracias a los detalles proporcionados por algunos honrados ciudadanos chilenos, de lo que supuestamente sucede en nuestro país.

Es algo que, tomándolo por cierto, me parece aberrante.

Empero, también está gran la posibilidad de que todo sea falso. Es por ello que no voy a mencionar nombre alguno. Total, toda persona puede hacer lo que quiera con las partes de su cuerpo y su intelecto, y siempre es bueno respetar las opciones elegidas.

Igual, sé que cuando esta nota sea del conocimiento de muchos, no faltarán dos o tres pajarracos pidiendo que hable, que diga quién coñazo pertenece o no a las mafias. Ante ello, les digo a esos buscapleitos doblecara que, aunque esto no sale de mi asombro, personalmente solo conozco un caso referido a sobonería, lobby, mafia, chiquimafia o como quieran definirlo, es decir, de los que en Chile tanto me hacían mención.

En efecto. El primer y único indicio de esto lo tuve en algunas clases de la base 99, del curso de Literatura Peruana de la Conquista y Colonia, en San Marcos, donde aparecía siempre tarde y atareado un muchacho con pinta de buena gente. En las clases, cuando el profesor Marcel Velázquez pedía opiniones, el muchacho buena gente se explayaba hasta el infinito, hablaba de su investigación sobre Pedro Cieza de León, de su trabajo junto a otros analistas en la Biblioteca Nacional, de su novela y además sacaba unas buenas conclusiones de su computadora portátil.

El muchacho buena gente, que quede claro, participaba e intervenía mucho en esa clase y en otras tantas.

Luego de ese año (2001), esporádicamente, y por cuestiones laborales, me he vuelto a encontrar con el muchacho buena gente en una serie de eventos y reuniones. No sé por qué, pero al muchacho buena gente todo el mundo lo mira como a una ameba. El muchacho buena gente tiene algunos libros publicados, es investigador, novelista, cuentista, ensayista, profesor universitario, tiene un programa en radio y a veces presenta libros. Su gran sueño, hasta donde he oído, es publicar algún día en Etiqueta Negra (para quienes lo ignoran, de seguro la gran mayoría de todos ustedes, se trata de una revista hecha en Perú, conocida por representar a la nueva vanguardia periodística peruana y por sus buenos tijeretazos a otras publicaciones).

Dante Ayllón me dice que las personas le tienen envidia al muchacho buena gente. Dante me dice también que no tiene nada de malo llegar ser alguien o asumir un estatus gracias al hecho de lamer traseros a algunas personalidades, de alguna manera, “influyentes”. Dante insiste, y me cuenta de cierta leyenda, de cuando el muchacho buena gente presentó el poemario de una poeta recontra buena gente en el Centro Cultural de España. Dante dice que eso de lamer traseros así nomás no se pierde. Que en plena presentación el muchacho buena gente interrumpió sus palabras, descendió del estrado y que, previa venia, comenzó a lamerle el trasero a toda la audiencia. Que una anciana dijo ¡Oh!, y que un poeta de la generación del 60 junto a un crítico cincuentón (bien peinado) de El Comercio dijeron a coro mejor te hubieras afeitado hoy, muchacho buena gente. Dante piensa un poco y cree que esto último es falso, me dice, toma en cuenta que el rostro del muchacho buena gente es lampiño.

Justo en ese momento medito al respecto. Ojeo el último libro del muchacho buena gente, que el propio muchacho buena gente ha venido a dejar en mi centro laboral (para mi sorpresa, ese día el muchacho buena gente no le lamió el trasero al personal de recepción ni a ningún trabajador de mi centro laboral). Veo por ahí su foto, sonriendo, feliz, sin un pelo en la cara. Dante espera a que diga algo. Yo me he contagiado, no sé por qué, de la felicidad impresa del muchacho buena gente, y sonrío también.

Sonrío un buen rato.

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Agradecimientos especiales:

En Lima: Esmeralda Carrera, de TACA..

En Santiago: Pilar Saldívar, Gabriela y Pepe y familia, Armando Villano, familias Castelletti Font, De la Mata Linares, y Dougnac Rodríguez Traslasviñas.

En Valparaíso: Milagros y Kika Blancas García, Sharey y toda la familia Díaz Blancas.

En Viña del Mar: Marcelo Serrano y familia.

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Francisco Izquierdo Quea (Lima-Perú, 1980) Bachiller en Literatura Peruana y Latinoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Desde el 2002 realiza trabajos de edición para las áreas de Publicaciones de distintas entidades, como ESAN, Chaski, Editorial Norma y los diarios El Comercio y La Primera. Es codirector de la revista El Hablador y del periódico de poesía La Unión Libre.

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